La alternativa de Sacchi
El ex técnico del Milan, casi seguro seleccionador italiano
A Azeglio Vicini puede escocerle la destitución tras un mandato de cinco años. La historia de la selección italiana ya ostenta un capítulo cerrado con un teóricamente saludable balance de 32 victorias, 15 empates y siete derrotas. Quizá en otro país los terceros puestos conseguidos en el Campeonato de Europa de 1988 y el Mundial de 1990 se considerasen triunfos. Pero en Italia, el escaparate del fútbol mundial, son insuficientes. Arrigo Sacchi, el ex entrenador del Milan, se perfila como el sustituto, desde hoy, de Vicini.
Para algunos, la sentencia provisional sobre Vicini se firmó el 3 de julio de 1990 en Nápoles, tras el empate (1 -1) y la eliminación por penaltis frente a Argentina en la Copa del Mundo. La vista más larga sobre la etapa Vicini sugiere, sin embargo, que su crimen se redujo a no encontrar la fórmula para traducir buen juego y preciosismo en goles.En territorio adverso, su equipo obtuvo tan sólo seis victorias, entre ellas las de Luxemburgo, Malta y Chipre, en 19 encuentros y marcó nada más que 16 goles. No había ganado en los países del Este europeo durante 24 años y el estéril empate (0-0) en Moscú del sábado fue una fatal extensión de la tradición.
Vicini permutó sin éxito en su línea ofensiva. Vialli, Serena, Schillaci, Carnevale, Baggio y Donadoni han conocido más amarguras que alegrías con la camiseta azul, mientras que Mancini, prolífico goleador del Sampdoria, ha marcado una vez en-27 partidos. En Moscú, Vicini optó por foguear desesperadamente a Lentini, del Torino, y Rizzitelli, del Roma. Pero tampoco pudo marcar Italia.
La confirmación de Arrigo Sacchi como heredero del conjunto abre nuevas perspectivas e incógnitas. Mientras Vicini ofrecía caballerosidad, elegancia y resultados dignos, Sacchi reúne las dos primeras cualidades con una feroz mentalidad ganadora, avalada por sus éxitos.
Caso atípico
Es un caso atípico con métodos atípicos. Nacido en Fusignano (Ravenna) el 1 de abril de 1946, ya entrenaba a los 28 años en el equipo local. Cuatro después salió airoso del llamado supercurso de entrenadores en el centro nacional de Coverciano y se hizo cargo del juvenil del Cesena para luego repetir cargo en el Fiorentina. Se inició entre los grandes en el Rimini, del que pasó al Parma. En 1987, el presidente del Milan, Silvio Berlusconi, sorprendió con su nombramiento. El resto es una Liga, dos Copas de Europa, dos Supercopas europeas y dos Copas Intercontinentales.
Los interrogantes y las perspectivas de una fascinante nueva era brotan de su personalidad y su modo de obrar. Sacchi, a pesar de sus reiteradas intenciones de retirarse "v hacer de campesino", es un obseso del fútbol que exige mucho a sus discípulos. Las líneas maestras de su filosofía se resumen en pocas palabras: "Para mandar en el campo se necesita humildad, tensión, voluntad ganadora y una táctica férrea. Para ganar se necesita, además, buen ojo, paciencia y fortuna. En todo caso, el fútbol se juega primero con el cerebro y después con los pies. Si a alguien le interesa jugar mal y perder, que lo haga... en otro sitio".
Los que han observado el trabajo cotidiano de Sacchi en el centro de Milanello han quedado impresionados por la fuerza, la generosidad y la densidad de sus dos sesiones diarias. Una labor tan dura que algunos de sus leones han acabado por revolverse contra su domador. Su sistema resulta esotérico en el sentido de utilizar unos esquemas, sobre todo los defensivos, poco comunes en la Liga italiana.
Como consecuencia, gran parte de la selección se verá sometida a un obligado periodo de adaptación a los métodos del nuevo técnico. Queda por ver si tamaña transformación resulta factible en corto espacio de tiempo.
Llega, por lo menos, en un momento en el que el objetivo claro es el Mundial de 1994. No es nuevo que la selección no sostiene el nivel esperado ni que quede fuera de la Eurocopa. Sin ir más lejos, el equipo campeón del mundo en 1982 murió durante la resaca y los azules no estuvieron en la Eurocopa de 1984. Vicini, cuando heredó el banquillo de Enzo Bearzot, tras el Mundial de 1986, lo hizo a caballo de una excelente selección sub 21. Sacchi no se encuentra con este lujo.
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