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Las cadenas privadas francesas culpan al Gobierno de su asfixia

El Gobierno francés soñaba en la década de los ochenta con estimular la pluralidad del panorama televisivo del país creando nuevos canales, privatizando los públicos y aplicando nuevas tecnologías. El sueño se ha convertido en el fiasco de los noventa. Los televidentes franceses tienen ahora mayores oportunidades para elegir programas, pero la industria televisiva gala se encuentra en un callejón sin salida.

Cuatro de los cinco canales tienen números rojos, la suma conjunta de sus pérdidas ascendió el pasado año a 285 millones de dólares (30.495 millones de pesetas) y muchas productoras dicen que se verán abocadas a abandonar el sector. Por si fuera poco, la televisión por cable y por satélite han arrebatado una porción de la audiencia calculada en 20 millones de hogares. De hecho, el único nuevo servicio televisivo que ha conseguido el éxito en los ochenta ha sido Canal +, un canal de pago.Muchos ejecutivos y analistas de televisión culpan al Gobierno de esta situación. Acusan al Ejecutivo de contemplar la televisión como una propuesta cultural y no como un negocio.

En Francia, los contenidos y la publicidad de la televisión están rígidamente regulados. Muchos tipos de publicidad están prohibidos y se aplican rigurosas limitaciones a sus emisiones. El Gobierno exige cada vez más programas en versión original francesa, aunque resulte mucho más cara su producción que si se adquieren en los mercados extranjeros. "El futuro de la industria depende exclusivamente del Gobierno", dice Carla Bakker, analista de medios de comunicación europeos piara la compañía Morgan Stariley & Co. de Londres.

Insuficiente

Los ejecutivos de la industria señalan que el Gobierno fue muy lejos, demasiado lejos, al autorizar tantos canales sin tener en cuenta el mercado publicitario. "Ahora hay cinco canales nacionales para un mercado que antes sólo soportaba tres", dice Patrick Le Lay, presidente de TF-1, el único canal gratuito rentable "El mercado publicitario es demasiado pequeño".

A principios de la década de los ochenta existían en Francia tres canales de titularidad pública, pero en 1986 el Gobierno otorgó dos nuevas concesiones, La Cinq y M6. En 1987 vendió el control de TF-1 a Bouygues, SA, el gigante de la construcción europea que posee un 4,5% del antiguo Banco Central y un 2,49% del actual Banco Central-Hispanoamericano. Poco después autorizó a Canal + para crear una televisión de pago que también incluye publicidad en algunas franjas horarias.

Aunque las inversiones publicitarias se han triplicado desde 1985 a 1990 al pasar de 2.600 a 13.900 millones de francos, el incremento ha sido insuficiente para compensar el alza de los costes de producción. Como resultado de ello, La Cinq, que ahora pertenece al gigante de comunicación Hachette, perdió alrededor de 100 millones de dólares (10.700 millones de pesetas) en 1990, y M6, propiedad de Matropole Televisión, perdió unos 30 millones (3.210 millones de pesetas). Las dos cadenas estatales que se nutren de publicidad, más una tasa por cada aparato receptor, perdieron conjuntamente 155 millones (16.585 millones de pesetas).

Cultura contra negocios

Frente a estas pérdidas, TF-1, que domina el mercado con un 43% de la audiencia y más de la mitad de los ingresos publicitarios, registró un crecimiento del 38% en sus beneficios netos -5.885 millones de pesetas en 1990. Canal + ganó 167 millones de dólares (17.655 millones de pesetas.

"Si el Gobierno ha ido tan lejos al crear nuevos canales, debería haber hecho lo mismo en la desregularización de la industria. Aplica una mentalidad cultural que no se adapta a la realidad del negocio televisivo", dice Jessica Josephon, editora de European Media Bussines Finance.

Prohibido el vino, las películas, los libros,

Para proteger los intereses de los creativos de la poderosa industria cinematográfica francesa, el Gobierno limita las interrupciones de las emisiones de cine en los cinco canales libres. Sólo se pueden interrumpir cuatro minutos en las tres cadenas privadas. En las públi7 cas, nada.Por añadidura, muchos tipos de publicidad están prohibidos, en parte, para favorecer la publicidad de los periódicos. Por ejemplo, los anuncios de detallistas -desde la venta de coches a los grandes almacenes- están prohibidos. Este tipo de anuncios, según estimaciones de Le Lay, de TF1, podrían generar más de 10.700 millones de pesetas en ingresos. También están prohibidos los anuncios de tabaco, cerveza, vino, películas y libros. "En términos de publicidad televisiva en Francia opera el sistema más restrictivo de Europa", dicen Bakker y Morgan.

Desventaja

El Gobierno insiste en que los programas franceses en general no deben quedar perjudicados en favor de los americanos. En 1989, el 47% de los programas de ficción emitidos por las cadenas francesas eran americanos, frente al 35% de origen francés. Las producciones francesas de series o televisión juegan con desventaja porque su producción cuesta generalmente mucho más que las de Hollywood, y frente a éstas, los productores franceses tienen un mercado exterior mucho más limitado.

Jacques Boutet, presidente del Consejo Superior de lo Audiovisual, la agencia que ordena el sector, dice que los problemas de las cadenas de televisión no le conciernen al Gobierno. "Cuando decidió ampliar la oferta televisiva en Francia, fue con el propósito de potenciar el pluralismo cultural y la calidad de los programas, no para ampliar el negocio", declara Boutet.

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