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Los adolescentes ya no van al parque

Los más jóvenes disfrutan en discotecas sin alcohol ni tabaco hasta el anochecer

Once propietarios de discotecas de la Comunidad de Madrid han optado por ampliar las miras de su negocio a la baja dando entrada a adolescentes de entre 14 y 16 años. En el mismo marco en el que los mayores disfrutan por la noche, acuden los casi niños a la hora de merendar, algunos aún de la mano de sus padres, que tienen la garantía de dejarles en un lugar en el que el alcohol y el tabaco están vetados. Muchos adolescentes de Leganés, de Colmenar Viejo o de la misma capital han dejado de ir al parque porque ahora pueden optar por las discotecas que antes les estaban vetadas.

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Contar los dientes a los chavales

La clientela de la discoteca Bubú, en la calle de la Princesa, no sobrepasa en su mayoría el metro y medio de estatura. Las chicas llevan las boquitas pintadas y los chicos toman una copa de coca-cola apoyados en la barra, como si fuera de whisky. Bubú está en la calle de la Princesa y en sus 600 metros cuadrados de discoteca caben unas 200 personas entre los 14 y 16 años de edad. En esta sala, que lleva abierta cuatro meses, no se permite fumar ni beber alcohol: es lo que llaman una discoteca light.

Los chicos llegan en metro y después de pagar 500 pesetas disfrutan de la sala dede las 17.30 a las 22.00 horas. Sin embargo, no todos los adolescentes gozan de la libertad de llegar solos, según señala el gerente de la sala, José María Perucho: "se dan muchos casos de padres que traen a los chavales y luego los vienen a buscar, como si esto fuera una guardería".

"Aquí se toman sus refrescos, bailan como locos, se cuentan sus penas y batallas y luego se van a casa tan contentos", dice. Fumar y beber está completamente prohibido. A pesar de que los clientes parecen angelitos, cuatro guardias de seguridad vestidos de paisano vigilan "por si acaso ocurre algo".

De Pueblo Nuevo han llegado Pilar e Isabel, de 14 años. "A nuestros padres les tranquiliza saber que venimos a una discoteca donde nos dejan entrar sin problema. Lo del alcohol no importa, no nos gusta", dice Pilar.

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Los camareros del local "son los más guapos", según comenta una de las 12 relaciones públicas que tiene Bubú, todas de unos 14 años, aunque aparenten alguno más gracias a las toneladas de pote (maquillaje, en su argot) con el que se embadurnan la cara.

'Rap' y 'panteras rosas'

"Aquí se liga muchísimo", comenta Mónica Raquel, una morena saltarina. David, de 16, añade: "algunas chicas son unas crías, pero la mayoría son guay". En la pista de baile casi no se puede respirar. Aquí todo el mundo baila al ritmo del rap, del funky o del bacalao [música compuesta en exclusiva para bailar].

Ángel Luis Jimeno de 17 años, es uno de los caniareros. Ésta es su tercera serríami en esta sala y parece contento con su nuevo trabajo. "He trabajado en discotecas para mayores, pero prefiero ésta. Aquí se toman por 350 pesetas una granadina con fresa, o sea una pantera rosa, 0 una lima con limón o un refresco por 250 pesetas, y se quedan tan contentos. Como no hay alcohol se dan muchas menos movidas que en otras discotecas",.

Cerca de este local algunos chicos y chicas muy colcrados y sudorosos han salido a tomar el aire y aprovechan para fumar un cigarrillo. En un bar de la misma calle de la Princesa entran otros dos chicos y preguntan: "¿nos pone una cocacola sin alcohol?".

Los adolescentes de Leganés hacen filigranas con la paga y buscan invitaciones para dar salida a sus tres días de flebre del sábado tarde. En Leganés alternan a gusto del consurrudor en las tres discotecas de este tipo que funcionan desde octubre: la Universal Sur, que es la más barata; Desaflo, decana de las discotecas de la localidad, y Mar mey, en la que es más fácil "que te salga el rollo".

Vaqueros y deportivas

La Universal Sur, conocida como el invernadero, es la única que ha puesto el cartel de prohibido, a los que pasan de 16, que deben pagar su entrada en la pista de mayores. En las otras dos los chicos y los adultos conviven juntos esos tres días de baile. El viernes, una hora antes abrir, ya hay apreturas en la puerta.

Abunda el pantalón vaquero y las deportivas de marca, aunque cada cual rompe el uniforme como puede. Vale una boina francesa, una gorra de béisbol made in USA o la gomina.

"No vamos igual al instituto que a la discoteca", comenta Raúl, de 15 años, mientras enciende uno tras otro los cigarrillos de la cajetilla de rubio que esconde debajo del Jersey. Y es que aunque las máquinas de ta baco estén olvidadas en los alma cenes de las light, ellos se buscan la vida para clarle al pitillo. "En esto se hace la vista gorda", co menta Raúl. Lo del alcohol es más difícil. Los camareros sólo sirven refrescos, zumos y bati dos, si bien algún fistIllo ha con seguido camuflar el whisky que le quitó a su padre en un tarro vacío de mahonesa.

María, de 1,4 años, llega a De sario como una muñequita: ves tido azul y zapatos planos. Los lavabos de la discoteca y los se cretos que guarda en la mochila hacen posible "la transformación en Lolita de falda corta y ajustada, ojos pintaclos y tacones.

Los precios oscilan entre las 200 pesetas del invernadero y las 400 de Desafío. Sus responsables aseguran que niantienen un lleno durante todo el fin de semana, porque también acuden clientes de los pueblos cercanos, a los que aún no ha llegado la moda de la disco light.

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