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Las televisiones utilizan como reclamo las miniseries basadas en películas de éxito

El cine es en la actualidad uno de los platos fuertes de las televisiones españolas. Cerca de 100 películas se emiten cada semana por la pequeña pantalla en las distintas cadenas, que rivalizan por conseguir el mejor lote con los grandes estudios. Este hecho no es similar en otros países, aunque el prestigio y poder de reclamo, del cine se traduce también en las numerosas versiones de antiguas películas y en el fichaje de estrellas de la pantalla grande para importantes coproducciones televisivas. Por otra parte, se intensifica la práctica de convertir en series películas que han obtenido un gran éxito de taquilla.

La película Mira quién habla, filme norteamericano que ha alcanzado una gran popularidad, llega estos días a nuestros cines cuando en la televisión estadounidense ya se ha convertido en serie. Hace años también la serie MASH salió de la película de Robert Altman.En el primer caso queda por ver cómo funciona la versión televisiva. En el segundo, ésta superó las expectativas de la primera con creces. Como lo hizo también en su momento La extraña pareja, que para la pequeña pantalla interpretaron Tony Randall y Jack Klugman, en los mismos papeles, para el cine, de Walter Matthau y Jack Lemmon, respectivamente.

También se pueden contabilizar fracasos estruendosos. Los riesgos son evidentes. Las ventajas también. La películas que han llevado mucha gente al cine, como Big, Bagdad Cafe, Las brujas de Eastwick o Working girl, de las que ya se han hecho series, son una tentación para las cadenas de televisión -en este caso norteamericanas- porque se ahorran la millonaría promoción que necesita un nuevo programa y el éxito está prácticamente asegurado.

Atraer telespectadores

La popularidad en la gran pantalla deja un buen recuerdo que atraerá telespectadores a su versión serializada. Ésta es la esperanza de la cadena NBC para esta próxima temporada con Parenthood, sobre la que apostó como serie antes incluso de que se convirtiera en un éxito de la pantalla grande. Ahora, cuando se anuncie en la pequeña pantalla, en cualquier parte del mundo, los telespectadores que no la hayan visto habrán oído hablar de ella."Al menos habrá curiosidad por saber lo mal que lo hemos hecho", declaraba en una entrevista Tim O'Donnell, autor de la versión televisiva de Uncle Buck. Los resultados no siempre son los previstos. Ni el presupuesto, ni el lenguaje, ni el nivel de tolerancia censora son los mismos en la práctica. Tampoco los actores son los de la pantalla grande, y esto parece ser determinante ya que muchos de los más recientes éxitos de taquilla se basan en el reclamo de rostros famosos.

Bien es cierto también que el apartheid que existía antes entre actores de televisión y de cine ha desaparecido hoy casi por completo. Hasta los actores de soap opera (el serial norteamericano) tienen hoy su oportunidad en la gran pantalla, y el intercambio de actores en una y otra dirección se intensifica probablemente porque rostros como los de Bruce Willis, Billy Cristal y Michael J. Fox son al final más familiares que actores y actrices que sólo trabajan hoy para el cine.

A primera vista, sin embargo, lo más importante en el trasvase de filme a serie televisiva es la distinta naturaleza de los dos medios, como se puede observar en ese género tan puramente televisivo que se denomina TV movie. El hecho de convertirlo en serie de cadencia semanal es también un salto determinante. Ver Las brujas de Eastwick con otro actor que no sea Jack Nicholson, repitiéndose cada semana, censurado, con mucha menos capacidad de movimiento y expresión por el recorte de presupuesto no parece tener un claro futuro.

Proyectos razonables

Hay otros proyectos que parecen más razonables. Es el caso de Working girl, para cuya reconversión fueron consultados por la 20th Century Fox Ken Kaufman y Tom Patchett (Alf). De la película se quedaron con el concepto, prescindiendo del resto.Ejemplos como el de Parenthood son mucho más explicables. Se trata de películas que utilizan el lenguaje característico del TV movie, sus temas, incluso su final feliz. Son también de algún modo pilotos con los que se prueban futuros proyectos.

Frente al público que una película puede recolectar en las diferentes salas y el que puede conseguir en su explotación televisiva y en el mercado del vídeo, los productores optan en determinados filmes por utilizar el estreno en la pantalla grande como un eslabón más en una cadena de aprovechamiento de la producción.

No es una práctica que de momento haya arraigado entre nosotros: el cine que pasa a televisión lo hace en su forma original o en una segunda versión alargada, natural o artificialmente, en episodios (El Lute, El Dorado). Es cine que aún no piensa en la televisión. Pero uno y otro medio ya han firmado las capitulaciones de un matrimonio de conveniencia, que dará mucho que hablar en el futuro. La aparición de un medio no destruye al anterior, pero le obliga a cambiar.

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