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Lo que nunca muere

La serie 'Cristal', que TVE-1 emite en la sobremesa, alcanza los primeros puestos de la audiencia

La serie Cristal -en la sobremesa de TVE-1, dentro del programa A mi manera- ya tiene su propia leyenda en España. Se ha situado en los primeros puestos de audiencia, según el estudio realizado por Ecotel, y cualquier dueño de parada en un mercado, tienda o despacho abierto al público puede dar fe de cómo el serial venezolano afecta a la población. El parto del hijo natural de la heroína, la pasada semana, habrá sido, con toda probabilidad, el hecho más comentado desde el disparo a J. R. en Dallas. Cristal, que se emitía anteriormente por las tardes en TVE-2, pasó a la sobremesa de TVE- 1, incorporado al programa A mi manera, espacio que también ha ido subiendo sus índices de audiencia, tras la marcha de Jesús Hermida, en la franja horaria en que no se emiten las series.

Incluso los que no siguen Cristal, por incompatibilidad de horarios, conocen perfectamente -por su madre, por un amigo al que se lo ha contado la vecina, etcétera, etcétera- los pormenores de las cultas sin fin de la heroína: lo buenísima que es Cristina, embarazada por Luis Alfredo, y lo malísima que es Marion, la esposa de Luis Alfredo, que ahora quiere volver y quedarse con ella y, con la niña; y el padre Ángel de Jesús -"¡mira que atiborrarse de brillantina, si no parece un cura!" se oye en la serie- que es el padre de Cristina, ignorante ésta de que la prepotente Victoria es su madre, a su vez madre de Luis Alfredo, que tampoco sabe que es hermanastro de su amada Cristina. Así de fácil.El resto, vendedoras de escapularlos y velas, un bombero y una gafosa universitaria, son parte del color local de la costumbrista novela construida en torno al drama del hijo natural y el eternamente postergado encuentro entre madre e hija. Con Cristal se ha montado artesanalmente un sistema -el boca a boca- que los americanos han industrializado, creando empresas dedicadas específicamente a ofrecer todo tipo de información sobre lo que sucede en los múltiples seriales emitidos al día en las televisiones. Aquí uno puede limitarse a pegar la oreja en el mercado o en la parada del autobús, Y coger el hilo si se ha perdido los últimos episodios.

La emoción y la burla

Pero ¿qué tiene Cristal para su feligresía? Por de pronto, es muy, diferente de las aleccionadoras y modernizantes telenovelas brasileñas. Cristal bebe directamente de la más rancia tradición del primer folletín radiofónico. El hecho de que se desarrolle en el "clamoroso" mundo de la moda es pura anécdota. Cristal es un vehículo para la emoción y el sentimiento. Sus personajes se pasan el tiempo "entrando y saliendo" de las vidas de los otros; y pagando por ello. Uno llega a dudar si hubo "pecado" entre Luis Alfredo y Cristina, o se trata por el contrario de una inmaculada concepción. No parece que el espectador ingenuo y sentimental, que se identifica plenamente con los personajes y la peripecia, sea mayoría entre la audiencia natural de este folletín. Parece más bien que el habitual telespectador es el que es capaz de desdoblarse, entrar y salir de la ficción. En más de una telenovela ha ocurrido que después de tener que prescindir de uno de los actores protagonistas, sus seguidores han admitido sin más al sustituto.Pero tampoco son pocos los telespectadores que han encontrado en Cristal un inmejorable objeto de burlas y mofas. Los que se desternillan ante el folletín -o al menos eso cuentancon las frases imposibles de los enamorados galanes; con los divinos sermones del padre Ángel de Jesús; con los innumerables lacitos de Cristina, los tirantes que se rompen en escena (y que no obligan a una repetición de la grabación) y las cadenas a granel repartidas al personal masculino.

La sensiblería y la inverosimilitud de las situaciones -la escena en que la mala arrastra por la escalera a la heroína y la despeña en su noveno mes de embarazo- y, por otra parte, la factura, funcional hasta extremos insospechados, es otra oportunidad para sentirse gratificado, y superior, ante Cristal Las cosas son blancas o negras; las heroínas, santas o perversas; las soluciones, el sí o el no El bien y el mal están perfectamente delimitados, y el pecado necesita obligatoriamente de su pena correspondiente.

La imagen de la mujer -que se cuenta teóricamente en mayoría en el porcentaje de audiencia- tampoco es complicada, y muchos estarán dispuestos a asegurar que es una de las más conservadoras, si no retrógradas, de la historia reciente de la televisión. La mujer, o es madre o no es nada. Lo masculino y lo femenino están igualmente diferenciados de forma tajante. Hay mariquitas y hombres de pelo en pecho (y nunca tan visible porque los escotes que no llevan las mujeres los llevan aquí ellos).

La no beligerancia del folletín en temas que no sean los del corazón está también fuera de toda duda. Por más que su autora, Delia Fiallo -que empezó su carrera en 1946, en Cuba, cuna del melodrama- asegure que sus telenovelas son "menos románticas y escapistas" y que va es todo un reto que en Cristal se aborde "la paternidad no sólo espiritual, sino física de un sacerdote". Pero el sacerdote, el padre Ángel de Jesús, es el mismo que, cuando comprueba que el día en el que nace la hija de Cristina es Santa Victoria, el nombre de la madre natural de la heroína, exclama: "Es un milagro!". Y el milagro que todo el mundo espera de Cristal es que produzca Finalmente el triunfo de la virtud, la verdad y el amor. Lo que nunca muere.

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