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FINAL DE LA COPA DE EUROPA DE BALONCESTO

El Jugoplástica le pudo de nuevo al Barça

Robert Álvarez

El Barcelona no pudo culminar su sueño, su razón existencial, y perdió la final de la Copa de Europa ante el Jugoplástica, un equipo que mereció sobradamente la reválida del título y que pasará a la historia de la competición. La tremenda desgracia que asola al equipo azulgrana no es otra que la de toparse con la exacta maquinaria de los yugoslavos.Las rémoras atacantes de los de Aíto, o lo que es lo mismo, la incansable defensa y recursos del Jugoplástica combinados con el anormal bajo porcentaje de tiro de Jiménez y Epi, y el mal balance en los lanzamientos triples de todo el equipo, resultaron determinantes e hicieron que en un 90% del partido el Barça se encontrara en la incómoda situación del perdedor. Jugar siempre a remolque resulta suicida, a pesar de que, tal como demostró ayer mismo, el Barcelona está habituado a soportar el peso de la cruz, pero el riesgo de una dolorosa muerte era palpable.

La perfección del baloncesto en el inicio de partido fue fantástica: no había rebote, pero por ninguno de los dos equipos porque ni siquiera había opción. El primer tiro fallado y primer rebote no llegó hasta el minuto 2.30. Después de ese arranque intensísimo, sin errores, y por lo tanto tremendamente igualado, 11 - 10 (minuto 4.30), el Barcelona obtuvo cinco puntos de ventaja gracias a una excelente defensa y a pesar de que denotó cierta precipitación en su ritmo; perdió en un breve espacio de tiempo tres posesiones de balón, pero era el precio de su afán en imponer rapidez al partido.

Pero el Barcelona dejó de pedalear y perdió por vez primera el equilibrio: pasó de un 15-10 a un 15-19. La parada en el contador se debió a las tremendas dificultades que planteaba la defensa individual de acoplamiento de los yugoslavos, que por si fuera poco combinaron fugazmente con la zona. La estrategia ajedrecística provocaba cambios en los marcajes según un equipo jugara en ataque o defensa y según el glotón beneficio que obtenían de las faltas personales. Los yugoslavos empezaron mucho antes que el Barcelona a sentir el peso de este factor: Ivanovic y Radja sumaban la tercera (minuto 10 y minuto 12) y Sovic la cuarta (minuto 19).

Pero su dominio de la situación lo hizo posible gracias a una puesta en escena que hace las delicias de cualquier técnico, puesto que se basa en el desarrollo real de un partido tan fehacientemente corno se ha dibujado sobre la pizarra. Jugoplástica consiguió ese sueño a pesar de que tuvo que soportar situaciones difíciles corno la que le llevó de ganar por nueve (22-31) a sólo por tres (28-31), después de tres tiros libres fuera y dos fallos consecutivos en lanzamientos de Kukoc. Ello lo aprovecharon Norris y Epi para devolver el marcador a un margen estrecho. Pero cuando Kukoc tose, el resto aporta su dosis de jarabe y eso salvó la situación y permitió a la joven estrella yugoslava rearmarse moralmente y convertirse en el hombre que capitaneó a su equipo hacia la victoria.

A solo 5 segundos del descanso se produjo un detalle que revela la capacidad ofensiva de ambos conjuntos, aunque ayer apostaran decididamente por la defensa como principal arma. En ese suspiro, Crespo logró una canasta con punto adicional, tras una personal de un defensor yugoslavo, y luego, en dos segundos, Perasovic consiguió un triple desde media pista que puso el marcador en 36-40. Digno de la NBA.

El Barcelona se situó a un solo punto, 43-44 (minuto 22), pero a costa de un esfuerzo en defensa que supuso en ese momento la cuarta personal de Costa y la tercera de Solozábal, Jiménez y Crespo. Volvió a repetirse la historia de la primera parte. De nuevo se puso a prueba la entereza moral y el temple de Aíto y sus jugadores que se pasaron dos minutos y medio viendo a nueve puntos a su rival, de un 43-52 hasta un 50-59. Pero el Barcelona reaccionó ante el menor resquicio que dejó Jugoplástica y consiguió remontar, 61-59 (minuto 34), poco después de que los yugoslavos se pusieran en zona para evitar problemas mayores con las faltas.

Tras una fase fugaz de igualdad, otro mazazo para la moral de los azulgrana, con 63-65: Jiménez falló dos tiros libres y Kukoc consiguió un triple y otra canasta tras una pérdida de balón del Barcelona. A partir de ese momento el cerebral trabajo de los barcelonistas se hacía ya desesperado: 63-70 a falta de tres minutos.

Aun así dispusieron de ocasiones para intentar el éxtasis final, pero el Barça falló cuatro triples y una canasta fácil de Norris. No sólo eso, a 32 segundos, ya con 67-72, Sobin perdió tontamente la posesión de un balón, pero Epi incurrió en un clamoroso camino. El sueño se esfumaba. Jugoplástica celebraba el último éxito de una generación que la NBA desintegrará. Tal vez lo mejor, dentro de la amarga noche, llegó entonces. El público azulgrana despidió a sus jugadores con una larga ovación. ¡Qué diferencia con lo que sucedió en Múnich! No sería osado proclamar que el éxito estuvo, dejando de un lado el marcador, en la seguridad que la plantilla azulgrana transmite. Una confianza y un respeto tales que pocas objeciones se le puede poner.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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