Estrellas que van y vienen
SeIznick fue el productor de Ha nacido una estrella. Pocas veces se tiene en cuenta al productor de una película. Sin embargo, en la creación del imperio hollywoodense, cuando el director aún no era una figura importante, era el productor el responsable de las directrices últimas del filme. Grande entre los grandes fue David O. SeIznick. El es el responsable de aquella producción espectacular y romántica titulada Lo que el viento se llevó. Pocos fueron tan románticos como SeIznick y pocos amaron como él la profesión.Desde Espejismos, en 1928 se habían escrito muchas historias sobre Hollywood, sobre la voracidad de la industria, sobre los avatares de sus protagonistas y sobre su vida entre bastidores. "Él [Hollywood] te hace y él te deshace", explicaba el magnate protagonista de Hollywood al desnudo, película que sobre este tema dirigió George Cuckor en 1932.
SeIznick acababa de comprar los viejos estudios de Thomas Ince para fundar su propia compañía. Quería hacer películas con libertad, a su antojo. Comenzó por homenajear al cine a aquello a lo que iba a dedicar su vida. Encargó a William Wellman la realización de una nueva versión de la película de Cuckor. El guión de Dorothy Parker, Alan Campbell y Robert Carson fue decisivo fiara construir la historia definitiva sobre los entresijos de la industria y editar una novela: el resultado fue Ha nacido una estrella versión cinematográfica 1937.
El propio Cuckcor no pudo resistir la tentación de realizar otra versión en 1951. inspiradose en ésta y con el mismo título; Judy Garland era la protagonista. En 1976 volvería a interpretar una nueva versión rock Barbara Streisand.
El viejo tema de Hollywood hablando sobre Hollywood se había convertido en manos de SeIznick en fuente de inspiración. Él había definido la estructura del tema. Utilizó el tecnicolor cuando apenas se pensaban así las películas; como comenzaba su carrera de productor independiente, diseñó con especial esmero todo el vestuario, espacios, decorados y muebles. También construyó los edificios adecuados a su fantasía romántica. Pero, sobre todo, sobresale el tratamiento sutil del argumento convirtiéndolo en una fina ironía sobre los magnates, sobre él mismo. Adolph Menjou aparece como ese hombre urbano ejecutivo que decide, controla y lleva las riendas en las que cae Esther (Janet Gaynor), esa romántica y sentimental protagonista de un cuento de hadas demasiado amargo.
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