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GENTE

Mercedes Milá

La próxima visita de los martes en TVE

Esta vez la Milá sale los martes De enero a julio, Mercedes Milá vuelve a televisión con un pro grama de entrevistas similar a los que le dieron la fama. Su nueva entrega no es idéntica, pero tampoco muy diferente a las anteriores Dos por dos, Buenas noches, Jueves a jueves y el catalán Dilluns, dilluns.Milá lleva dando la cara en televisión 17 de sus 38 años, y "el mayor elogio que me pueden decir es que me entienden y que me creen. Creo que algunas veces lo he conseguido, y por eso sigo". Para el telespectador Milá trabaja un año y al siguiente sestea. "Aunque deje de salir en pantalla, no descanso; es la gente quien descansa de mi Pretendo seguir con el periodismo hasta que me jubile, y m táctica es mantenerme a costa de reservarme. El público acaba cansándose de cualquiera que sale en pantalla".

Pese a su asiduidad, Milá no es fija en TVE. "No he querido, porque me es más cómodo. Aunque, por otro lado, siempre te queda la angustia de si te van a volver a llamar. De momento, me siguen llamando".

Cuando no se ve a Milá en la pantalla es que está dedicada a las cosas de su productora, Sabre Film y Sabre TV, como leer guiones, viajar o preparar obras de teatro. Su última aparición en la pantalla fue con la catalana TV-3. Como una constante más de su carrera, su reto periodístico y lingüístico consiguió dividir Cataluña en dos. "Recibí cartas de todo tipo, desde los que me declaraban indigna de aparecer en TV-3 a los que me daban las gracias por el esfuerzo que hacía al hablar catalán". Los seguidores de Milá sufrían cuando a la periodista no le salía la palabra adecuada en catalán. "Yo estaba en la cuerda floja; era un programa en directo y en catalán, que no es mi lengua materna. Pero siempre antepuse la fuerza de la entrevista al lenguaje, y si no me salía la palabra en catalán la decía en castellano".

Cuando aceptó el reto lo dijo bien claro: "Catalán o castellano, el caso es entenderse". Ahora resume su experiencia: "Globalmente estoy encantada con el programa, porque era una entrevista profunda, desnuda, sin adornos y sin frivolidad. Era un homenaje a la entrevista".

El último encargo para este programa sin nombre es de una hora, que a Milá le sabe a poco. "Jueves a jueves llegó a durar dos porque no hacía caso ni a los regidores del estudio; pero ya los horarios son más estrictos. Sólo tendré 60 minutos, que es poco para calentar al entrevistado y conseguir que entre en el juego".

Es entonces, dicen los milámanos, cuando la periodista le toca un brazo al entrevistado y cuando éste empieza a olvidar todo lo que había prometido no decir nunca jamás bajo ninguna circunstancia.

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