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Bernard Pivot

Anuncia el fin deI 'Apostrophes'

Algunos todavía no se lo creen, pero lo cierto es que Bernard Pívot anunció el pasado viernes, en la primera emisión de la 'rentrée', la desaparición "en junio o julio de 1990' del programa Apostrophes, la tertulia literaria más famosa y eficaz de la televisión francesa, sin parangón en otro país. Pivot explicó que "se trataba de una decisión personal tomada hace varios meses" y la justificó en el hecho de que quince años de programa son demasiados y llega un momento en que apetece intentar nuevas aventuras.En esta quincena de años, la emisión literaria más antigua de la televisión ha convertido a Bernard Pivot en uno de los franceses más populares, algo impensable en países incluso con mayor tradición de lectura que Francia. Como el programa no tiene ningún misterio -una tertulia-debate en la que los autores hablan de sus libros-, el secreto del éxito sólo puede pertenecer a su creador y a su forma de hacer sencilla, modesta, un punto ingenua, natural y profesional.

Pivot, nacido en Lyón hace 54 años, hijo de los propietarios de una tienda de ultramarinos, ha sabido conectar con los franceses a través de un programa literario probablemente porque les ha incitado a leer desde la altura adecuada, alejado de cualquier peana intelectual. Los telespectadores han visto en Pivot a uno de ellos, un apasionado por el fútbol desde que lo practicaba de adolescente en el pensionado Saint-Louis, y por la buena mesa, para la que cultiva sus propios viñedos.

Mal estudiante que sentía horror por la fisica y la química, Pivot, amante de los animales, pudo ser veterinario, pero eligió el periodismo. En 1973 creó el programa titulado Abran las comillas, desde el que descubrió a los franceses los conocimientos literarios de François Mittterrand, y dos años después nació Apostrophes. Casado con Monique, redactora-jefe de revistas del corazón, lee al menos un libro por día, organiza dictados y campeonatos del mundo de ortografía francesa y dirige la redacción de la revista literaria Lire.

Una encuesta realizada en 1988 indicaba que el 80% de los franceses consultados veía en él a "un amigo". "Es el hermano mayor que cada uno querría tener", lo definió el hoy ministro de Cultura, Jorge Semprún. Y hace meses 400 Intelectuales lo equipararon a Lévi-Strauss en el primer puesto de la lista de personas que encarnan el poder intelectual en Francia. Distinción que rechaza porque "el poder es de los que tienen las respuestas, no de quienes plantean las preguntas".

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