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Crítica:'PRIMERA FUNCIÓN'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Otro mal paso con el teatro

La reanudación de programas de teatro en televisión se ha hecho con los mismos criterios que fracasaron en anteriores intentos. Es decir, se pone el teatro frente a la sintaxis del medio, y pierde. No hay que pensar en el maquiavelismo de que la televisión haga así el teatro para desprestigiarlo, porque sin duda no hay esa voluntad. Pero ese es el resultado.Las razones son varias. La primera es la programación. Se buscan obras antiguas, en el sentido de que todo en ellas se opone a una modernidad del relato dramático creado para la televisión y para el cine. Con qué intención se buscan estas obras es algo que está poco claro. Hubiera bastado con reponer una vez más las conservadas , en archivo; sería más barato. El teatro ha tenido unas normas, y todavía se aferra a ellas, que están inscritas en su propia técnica de escenario. Un argumento breve se desarrolla en un tiempo largo -de hora y media a dos horas-, en el que se expone, se anuda y se desenlaza a base de un diálogo repetitivo, reiterativo, que penetre al lector, y de unos efectos -los famosos coups de théátre- para sorprender y conducir al público.

Características

El drama filmado o grabado se caracteriza.por unas situaciones abundantes, una brevedad en la exposición y un diálogo funcional que subraya las imágenes. Hay un teatro actual que ha recogido esta técnica hasta donde es posible, según las técnicas nuevas y el escenario clásico, y la contraposición de las dos perspectivas es nociva para el teatro repetido en la televisión.El juego de los actores sufretambién. Tienen necesidad especial de proyectar su voz en los escenarios para ser oídos y para cargar de sentido unas cuantas frases claves de la obra que en ningún caso deben pasar inadvertidas al público. Algo parecido sucede con el gesto. En el teatro no hay primeros planos, ni grandes, ni cortos: hay una perspectiva siempre a igual distancia del espectador, y el actor se ve obligado a exagerarlos -su arte está en que esa exageración pase como naturalidad, cuando se trata de ellopara ser visto por todos y para que su gesto sea lo suficientemente expresivo para denotar los sentimientos del personaje. En la televisión, los planos para subrayar esos gestos repugnan. Estos rnismos actores a los que vemos ahora interpretan habitualmente series o películas y lo hacen con arreglo a ese medio. Aquí no: la reconstrucción del drama tal como es, la obligación del diálogo -no sólo en las acotaciones, sino en la misma forma teatral que le dio el autor- les mantiene en esa teatralidad falsa: los primeros planos, o la conversación de dos personajes -el encuadre, que el teatro no tiene-, los perjudica.

El resultado suele ser que el espectador que ve estos dramas, no solo no se siente atraído por el teatro, sino que lo rechaza. No produce simpatía.

La necesidad de traslación de un medio a otro -que es tanta como la de la traducción de un idioma- no se realiza; la falsa comodidad de realizar en unos días, suponiendo que laobra puede hacerse toda seguida como en el teatro; la selección de obras con un lenguaje y unos temas que pertenecen al pasado y, en fin, la dirección de actores, hacen caer la serie en los errores antiguos; como si no se hubieran visto -por los propios responsables de la televisión-, como si la aplicación de medios nuevos fuese desconocida.

Parece todo hecho con desgana, como para cubrir un expediente o responder a algunas demandas, pero sin ningún sentido de responsabilidad de lo que se debe al público y en cualquier caso al padre de la narración representada, que es el teatro.

Primera función se emite los jueves a las 17.30 por TVE2.

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