_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Niños

En verano todo sabe a niño. Sólo un niño tiene el don de transformar aquel restaurante de 15 tenedores, que da razón de ser a nuestras vacaciones, en un comedor de guardería, y es en el pie de un niño donde se originan esas salpicaduras monzónicas de aguas volanderas que convierten al bañista de playa en un náufrago del espíritu. Nunca como en verano nos sobreviene esa extraña admiración por Herodes. En el duermevela de tantas siestas interrumpidas por el entusiasmo infantil nos vemos firmando una ley de vasectomía obligatoria o de reducción de la edad penal a los 24 meses. Luego, al despertar, nos reconciliamos con la especie y envidiamos a esos enanos fugaces por su espontaneidad y sus risas que ya nunca sonarán como las nuestras, por tanto espacio vacío en las alacenas del saber, por tanta cultura del goce y tan poca de la realidad.La mejor manera de pasar el verano es dejando que el saber se vaya de vacaciones y refugiamos en la ignorancia ávida de un niño. Se trata de ir por la vida con el porqué por delante y ejercitar el derecho cartesiano a dudar de todo. En las preguntas de un niño se encierra muchas veces la lógica diáfana del mundo que pudo haber sido y que los adultos hemos ido liando con la lógica confusa del poder. Los sistemáticos porqué de un niño de hoy ya no provocan la sonrisa simpática de papá sino la mueca del desconcierto humano. Esos profetas bajitos lo saben todo. Ya han dejado de preguntar por la cigüeña o por las fases de la luna. Ahora, en su ingenuidad, han llegado a la frontera de los grandes despachos y se preguntan por qué se fabrican armas, por qué se necesitan campos de tiro, por qué hay un señor que hace medio año que no puede ver a su familia, por qué hay pobres que están en contra del partido de los pobres. Es entonces cuando papá se queda sin respuestas, el Abuelo-Estado se encoje de hombros y todos los niños del verano pierden el respeto a sus mayores. Nos creían semidioses y el verano les ha demostrado que en el fondo no somos otra cosa que carne de siesta interrumpible. No nos van a perdonar ni una, les advierto.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_