Meye Maier
Encajes, entredoses y vainicas en Carmona
, Su prima la empujaba en las puertas de las tiendas, y ella, con un barrigón tremendo de embarazada, entraba azarada con una maletita en la mano en la que guardaba sus camisas para vender. De esto hace ya ocho años. Hoy, Meye Maier, una mujer de bellos rasgos de 43 años, ha logrado un puesto importante en el campo de la lencería, incluso fuera de nuestras fronteras. Su casa taller de Carmona (Sevilla), visitada por ilustres y famosas clientas, es un hermoso lugar en el que se respira la exquisitez de los encajes y las vainicas con la inmaculada blancura de su lencería esmeradamente planchada.
Nació en Las Arenas en los tiempos de la gran burguesía bilbaína de Neguri. Hija de una acaudalada familia compuesta de seis hermanos y de padre de origen alemán, su infancia transcurrió entre Madrid, donde estudió en el Sagrado Corazón de Caballero de Gracia, y Las Arenas. Meye Maier abandonó muy pronto las comodidades que le brindaba la casa familiar para empezar a trabajar en una revista de carácter femenino, en la que hacía un poco de todo, escribía, hacía de modelo y preparaba sesiones fotográficas. Cuenta que fue en 1964, cuando la enviaron por sus conocimientos de alemán a Zúrich (Suiza) a un desfile, cuando vio claramente que su vida profesional giraría en torno al mundo de la moda. Tras su paso por la revista, Meye Maier trabajó con el modista Elio Berhanyer, colaboró con la corresponsalía de The New York Times en Madrid, estudió estilismo en París, donde sufrió, "metida en un hotel muerta de miedo", las revueltas estudiantiles de mayo del 68, y a los 23 años fue nombrada directora consejera del Secretariado Internacional de la Lana en España. Esta última etapa la vivió de manera intensa viajando por todo el mundo y le permitió conocer la industria textil de nuestro país, experiencia que continuó años más tarde junto a dos importantes firmas españolas."Todo lo interesante se hace de soltera", dice Meye Maier, quien, sin embargo, se casó en 1974 con el sevillano Ignacio Medina, del que se separó ocho meses más tarde. Decidió quedarse en Sevilla "porque vi a otro hombre que me gustó y viví un romance apasionado". Este hombre es Pedro Romero de Solís, con el que sigue viviendo y que es el padre de sus dos hijos, Camila, de 10 años, y Perico, de ocho. Fue en Carmona donde se independizó y comenzó a crear sus propios diseños. Realiza modelos para variadas clientas, como la duquesa de Alba, que lució un traje diseñado por ella en la reciente boda de su hijo Carlos, o la senadora socialista Amparo Rubiales.
Cree que las cosas no son fáciles, que hay que trabajar mucho, y ella tiene a gala haber empezado de cero. Ha tenido muchas pasiones, pero ahora vive en un impasse raro, volcada en su negocio, sólo alterado por la fascinación de la actualidad española y la transformación social de nuestro país. Su último gran amor fue Isak Dinesen. Ahora vive con pasión la desaparición del Nani y el suicidio de Rafael Escobedo.
Quizá sea el tranquilo atardecer en Carmona el que transmita esa serenidad envidiable que tienen los ojos de Meye Maier. Una serenidad que no se altera ni cuando echa mano diariamente del teléfono para conectarse con medio mundo. Ha sido una viajera incansable que se ha adaptado ahora a una soledad telecomunícada.
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