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Los directivos de una fábrica de Pekín serán únicos responsables de la empresa

Liang Biao, director desde 1980 de la Fábrica General de Lavadoras de Pekín, acaba de ganarse a pulso su continuidad en el puesto, para el que le habían salido nada menos que 47 competidores. Liang aceptó, sin pensárselo dos veces, la sugerencia del Gobierno municipal de Pekín para que su empresa fuera una de las primeras en experimentar una de las mayores reformas que las autoridades pretenden introducir formalmente, a partir del año próximo, en las grandes compañías industriales: responsabilizar plenamente a sus directivos de la marcha del negocio.

Liang, gran creyente reformista, sometió a su cargo la semana pasada a votación de un comité formado por personal de la empresa, del ayuntamiento y expertos económicos. No todos los trabajadores estaban de acuerdo con la iniciativa pues temían que si Liang perdía, con él sé fuera un estilo gerencial que había hecho posible que los beneficios antes de impuestos durante el sexto plan quinquenal aumentaran a un ritmo anual del 26,4%. Sus lavadoras, las populares Bai Su (Crisantemo Blanco) alimentan un 4% de la producción industrial china.Un audaz ejecutivo, Wang Yan, de 32 años, jefe del departamento técnico de una acería pequinesa, estuvo a punto de arrebatarle el cargo gracias a su convincente oratoria. No lo logró, pero confiesa que no le importa, pues ante todo, al presentarse al concurso, lo que pretendía era promover el espíritu de competencia, un concepto inédito en el mundo empresarial de la China comunista, hasta hace ocho años en manos exclusivas del Estado.

Con su reelección, Liang sigue ocupando el mismo puesto pero su función es bien distinta. A partir de ahora deja de ser un funcionario más del Estado para establecer una relación contractual de cuatro años con la corporación general de la industria ligera de Pekín, dueña de la factoría. De esta forma se separan los poderes de la propiedad y de la dirección.

Responsabilidad gerencial

Ello conlleva, indudablemente, un riesgo para Liang y los que, como él, opten por hacer recaer sobre sus personas la exclusiva responsabilidad de una empresa. Liang se ha comprometido a obtener beneficios superiores a los 50 millones de yuan (13,5 millones de dólares) durante su mandato y si ello no ocurriera tendría que responder con su fortuna familiar.Las autoridades chinas confían en que la introducción de estas iniciativas incremente la eficacia de las empresas y que sus directivos dejen de dormir sobre los laureles burocráticos.

El XIII Congreso del Partido Comunista de China (PCCH) que el próximo día 25 se inaugurará en Pekín dará un fuerte impulso a estas medidas dentro del paquete de reformas económicas y políticas que se espera se aprueben bajo la batuta de Den Xiaoping.

En este sentido, si bien la electrónica es uno de los eslabones más débiles de la industria china, las autoridades son conscientes de la necesidad de recuperar el tiempo perdido. Así, una empresa chino-norteamericana, la Compañía para el Procesamiento de Información Internacional Pekín (véase la columna adjunta), está efectuando una experiencia significativa. La CPIIP cuenta ya entre sus planes más inmediatos la integración de los sistemas informáticos de varios ministerios, incluido el de industria ligera, del que dependen más de 73.000 empresas. Asimismo, colaborará con el Ayuntamiento de Pekín para montar un centro de emergencias.

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