El accidente mortal del Rally de Córcega cuestiona las medidas federativas
El Rally de Córcega, quinta prueba puntuable para el Campeonato del Mundo de la especialidad y que terminará mañana, pone de manifiesto la inutilidad de las recientes medidas para aumentar la seguridad impuestas por la Federación Internacional (FISA). Un participante muerto y otro herido de cierta consideración -fuera de peligro-, así como varios espectadores heridos de diversa gravedad, es el resultado provisional de una carrera que sigue marcada por los accidentes y en la que el español Carlos Sainz, con Ford Sierra, ocupa la séptima posición.Fue precisamente el accidente que le costó la vida al finlandés Henry Toivonen y a su copiloto, el italiano Sergio Cresto, en la pasada edición de la prueba, justo un aflo después del trágico final del italiano Attilio Bettega en este mismo rally, lo que utilizó la FISA para modificar la reglamentación y eliminar los coches más potentes.
Los equipos oficiales, menos el Lancia -que contaba con un nuevo automóvil, que, casualmente, respondía con sorprendente precisión a las nuevas especificaciones-, protestaron inútilmente a la FISA. El campeón del mundo, el Peugeot Talbot, llegó hasta los tribunales, que, en una reciente sentencia, dieron la razón al fabricante en su litigio con la FISA.
La tesis sostenida por Peugeot-Talbot constaba de dos líneas argumentales. La primera, que, con independencia de la idoneidad de los cambios, la reglamentación entonces en vigor preveía una duración mínima de las especificaciones técnidas, así como un preaviso, que no habían sido respetados. Según el fabricante francés, la altísima inversión necesaria para crear un vehículo y un equipo punteros se realiza siempre en flinción de los años de amortización de la misma. Que ésta se recortase suponía graves pérdidas económicas para las empresas. La segunda se basaba en que los nuevos coches del Grupo A eran menos seguros ,que los retirados del B porque éstos, pese a su mayor potencia y prestaciones respecto a aquéllos, también tienen mucho mejores frenos, más estabilidad y mayores recursos generales de seguridad activa y pasiva.
Los hechos han dado la razón a Peugeot-Talbot. Los coches del Grupo A, en manos de pilotos de la categoría de los que disputan el Mundial en los equipos oficiales, consiguen registros asombrosos, pero con un riesgo altísimo tanto para sus ocupantes cómo para los espectadores. Sin la estabilidad y los frenos a la altura de las prestaciones que esos pilotos logran arrancarles, el menor error de conducción puede traducirse en un accidente.
Un muerto en el Rally de Portugal y otro en el de Córcóga es el resultado de una situación que, mientras no se tomen medidas que afecten a la organización de las carreras, puede empeorar.
La supresión de los tramos especiales de velocidad cuya peligrosidad haya sido denunciada por los pilotos y la colocación de los espectadores en lugares seguros, fuera del alcance de los coches en carrera, son las medidas urgentes que exigen las escuderías punteras como primer paso para solucionar el problema.
Sin embargo, la situación no es preocupante, según la FISA. Para su presidente, Jean Marie Balestre, la. víctima de Cárcega debe con siderars e como algo "desgraciadamente clásico y consustancial a esta carrera".
El francés Bernard Beguin, con BMW, es el líder. Sainz, con Ford, ocupa la séptima posición a pesar de haber sido penalizado con seis minutos por unos problemas en la suspensión de su coche. Su desventaja respecto al líder es de 15.18 minutos.
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