Messner, primer hombre que conquista las 14 cimas superiores a 8.000 metros
Reinhold Messner, de 42 años de edad, se convirtió el pasado 16 de octubre en el primer hombre que ha conquistado las 14 cimas superiores a los 8.000 metros. La última en resistirse al carismático montañero italiano fue el Lhotse (8.511 metros), que coronó la pasada semana, 16 años después de haber iniciado su carrera en los 8.000 metros con la conquista del Nanga Parbat (8.125 metros). Messner, un hombre que ha sabido compaginar su afición deportiva con la explotación comercial de sus hazañas, llegó a la cima del Lhotse gracias al apoyo económico de la RAI, la radiotelevisión estatal italiana.
Reinhold Messner tiene unas marcas excepcionales. Es el único hombre en el mundo que ha escalado todas las cimas superiores a los 8.000 metros; fue el primero en subir un ochomil sin porteadores (Gasherbrum I, en 1975); el primero que conquistó un ochomil sin bombonas de oxígeno (1978), lo que repitió en el Everest (1978); y fue también el primero en subir un ochomil en solitario (Nanga Parbat, en 1978), hazaña que repitió en el Everest (1980). En 20 años de actividad ha realizado 1.500 ascensiones y ha conquistado 18 veces cimas superiores a los 8.000 metros. En la oficiosa clasificación de los ochomil, Messner es el único que ha conquistado las 14 cimas, seguido del polaco Kukuczha, que ha coronado 11, y del suizo Loretan, que se ha quedado en nueve.El montañero italiano es el segundo de una familia de nueve hermanos. Remhold nació el 17 de septiembre de 1944 en la localidad de Santa Maddalena di Funes, y en su familia el idioma principal es el. alemán. Dos de los hermanos de Reinhold han muerto en la montaña.
La primera muerte en la familia Messner coincidió con el primer éxito de Reinhold. Acompañado por su hermano mayor Guenther, Reinhold logró conquistar su primer ochomil en 1970, al escalar el Nanga Parbat. Durante el descenso, los dos hermanos fueron sorprendidos por un cambio repentino de tiempo. Guenther desapareció engullido por una avalancha de nieve. Reinhold deambuló durante tres días antes de ser salvado por unos pastores. Trasladado a un hospital, los médicos se vieron obligados a amputarle varios dedos de un pie. El año pasado falleció su hermano Siegfried, guía alpino, que, alcanzado por un rayo, cayó desde una altura de 20 metros en el Rosengarten.
La muerte, con la que Messner juega continuamente, rondó muy cerca del montañero en 1972 cuando, tras coronar el Manaslú, una tormenta desperidigó a la expedición. Sus compañeros Franz Jaeger y Andy Schlicht fallecieron, mientras él se salvó cuando, al límite de sus fuerzas, con una temperatura de 30 grados bajo cero y perdido en una espesa niebla, escuchó la voz de un compañero que le llamaba desde la tienda.
María, la madre de Reinhold, estaba especialmente satisfecha por la hazaña de su hijo al conquistar el Lhotse: "Si cumple su promesa, con esta escalada debería decir adiós a la montaña para dedicarse a otro tipo de expedIciones. En la montaña he perdido ya a dos hijos, y, aunque no me da miedo, Reinhold ha intentado siempre el más difícil todavia. Estoy contenta porque ha vencido, pero me satisface aún más saber que ya ha terminado".
La ayuda de los dioses
Reinhold llegó al campamento base, tras conquistar el Lhotse, con el semblante tranquilo, y, pese a haber pasado una noche de insomnio y tener fuertes dolores estomacales, se prestó a realizar una entrevista para la RAI. La televisión italiana es, junto a una marca de ropa deportiva, la promotora de la expedición de Messner en el asalto al último pico superior a los 8.000 metros que le faltaba."La fortuna nos ha acompañado", fueron las primeras declaraciones formuladas por Messner, cuyo éxito copó todas las primeras páginas de los díarios italianos. "Para conquistar el Lhotse hemos transgredido todas las reglas del montañismo. Nos hemos arriesgado tanto (Messner estuvo acompailado por su amigo Hans Kammerlander) como hicimos 20 días antes para coronar el Makalú. Sin riesgo, no habríamos cumplido nuestro objetivo. Evidentemente, los dioses estaban de nuestro lado. Deben haber pensado que ya nos habíamos cansado demasiado para conseguir su montaña"."El viento nos ha ayudado", explicó el montañero italiano, "porque soplaba de abajo hacia arriba en el último tramo. Pero, en las condiciones atmosféricas en las que estábamos no habría sido posible conquistar el Everest".
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