Crítica:FESTIVAL DE OTOÑO

Locutor de pura raza

Los errores de este acto están sobre todo en su estructuración de cara a un público masivo no especializado en la hípica militar, algo que el Festival de Otoño no parece haber tenido en cuenta.La exhibición ecuestre no podía dejar de tener un toque humorístico. Esta vez lo ha puesto con demasiado protagonismo el presentador, que a lo lejos, desde la balconada del Palacio Real y ayudado por una rudimentaria megafonía, no dejó que el público se concentrara en lo que había que ver: la belleza de las bestias y sus excelentes evoluciones.

El presentador, a ritmo de pasodoble ...

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Los errores de este acto están sobre todo en su estructuración de cara a un público masivo no especializado en la hípica militar, algo que el Festival de Otoño no parece haber tenido en cuenta.La exhibición ecuestre no podía dejar de tener un toque humorístico. Esta vez lo ha puesto con demasiado protagonismo el presentador, que a lo lejos, desde la balconada del Palacio Real y ayudado por una rudimentaria megafonía, no dejó que el público se concentrara en lo que había que ver: la belleza de las bestias y sus excelentes evoluciones.

El presentador, a ritmo de pasodoble (Suspiros de España), comenzó culpando al público de la media hora de retraso en el espectáculo. Después, haciendo caso omiso de los abundantes abucheos de que era objeto, explicó, con abundante adjetivación laudatoria, porqué el único caballo blanco era el de Santiago ("los demás son todos tordos", dijo). Sus elogios a la Guardia Civil fueron rematados así: "Con lo que somos los españoles, si no hubiera Guardia Civil de Tráfico, esto sería un caos'.

Festival de los Cuerpos Montados

III Festival de Otoño. Explanada de Caballerizas del palacio Real. Madrid, 19 de octubre.

El festival podía haber sido un espectáculo muy lucido a media tarde, con algo de sol otoñal, pues la organización tampoco ha tenido en cuenta una vez más las temperaturas y climatología habituales en Madrid en esta época del aflo.

Finalmente, mientras los portaguiones de Numaricia y Farnesio se afanaban por controlar sus monturas, el infatigable orador puntualizó que "ningún uniforme es de alquiler, todos, han sido hechos a medida". Su pretensión didáctica le llevó a asegurar que el caballo español es "el más bonito del mundo" y, que actualmente "somos primera potencia mundial en los caballos y mejoramos la sangre en las crías en Inglaterra".

Un buen programa de mano (gratuito, claro está) hubiera evitado tanta palabrería que sólo fue capaz de provocar risas y vergüenza ajena.

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