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BALONCESTO/ GRUPO IMPAR

El Estudiantes rondó de nuevo la hazaña frente al Real Madrid

Luis Gómez

LUIS GÓMEZLa imagen del quinteto inicial del Estudiantes en el banquillo -Gil, marcada su nariz, hinchado el ojo izquierdo, con sangre en la boca- era la de un equipo que se transforma ante el rival superior y no desprecia el recurso al heroismo. Así, a los grandes, al Real Madrid, les resulta muy costoso ganar en el Magariños. A falta de dos minutos, la ventaja madridista era de sólo dos tantos cuando el Estudiantes había superado un marcador en contra de diez. Los colegiados, demasiado irregulares, marcaron al Madrid en la primera parte (14 personales por 9 del rival), pero machacaron al Estudiantes en la reanudación (10 por 22).

Pero el público vibró, que es de lo que se trataba, porque el Estudiantes salió a ganar. Ya en la primera parte hubo algunos accesos de dureza y la impresión de que Spriggs veía de lejos a Russell y que sigue negado para el lanzamiento a media distancia: una vez lo intentó y no tocó ni el aro. Flor contra, Pinone estuvo desacertadísimo, impotente, ante el impecable Branson. La situación fue de pura igualdad, salvo el arranque engañoso del Madrid en los dos últimos minutos, que le permitió llegar al descanso con máxima ventaja, 42-50.

Pero el partido no estaba resuelto. En un instante, Garrido cambió los marcajes. Puso a Pinone con Spriggs y a Montes con Corbalán y llegó la primera avalancha que puso el marcador a favor del Estudiantes, 64-60. El Madrid sólo había conseguido 10 tantos en 91 minutos y los jugadores se desparrarnaban por el suelo y abundaban las reyertas.

El Madrid estuvo a punto decaer en la trampa, en el juego guerrillero del rival, el de la lucha cuerpo a cuerpo en todo el campo. Rementería, encorajinado, quiso agredir a Branson y Spriggs repartió un par de hachazos, pero todas lias tortas, o casi todas, terminaron en el rostro de Gil. Lolo Sáiríz tuvo que recurrir a sentar a Spriggs, desacertado, y a colocar a su equipo en zona. Lo primero dio mejor resultado que lo segundo porque lo cierto es que fueron las personales las que debilitaron al Estudiantes.

El Estudiantes rondó la hazaña, que es el papel que mejor le va, con escenas de entrega al límite, de lucha despiadada; siempre sabe ofrecer la sensación de caer como los mártires, torturado por un adversario superior, fusilado al amanecer por el imperialismo del Madrid, acuchillado por la espalda por los colegiados...

Pero lo cierto, también, es que el Madrid sabe dar la cara en estos partidos. Y tiene un hombre fundamental, al que hay que señalar con el dedo, el riguroso, silencioso, eficaz, seguro Branson, jugador que es posible redondee dentro de poco contrato por tres años con el club -ya tiene asegurado dos-. En cuanto a Spriggs, su abstencionismo en el tiro perjudica al equipo porque el defensor rival tiende a flotarle y a reforzar, por tanto, el rebote.

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