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GENTE

Isabel Preysler y Miguel Boyer

se encuentran protegidos por una veintena de periodistas y algunos menos escoltas que hacen guardia diaria frente al chalé marbellí El Barranco, donde pasan sus vacaciones. La casa ha sido alquilada -según sus particulares vigilantes- por un precio que ronda el millón de pesetas. La inquilina llegó al aeropuerto vecino de Málaga el pasado martes con nombre falso, pero los avispados paparazis desvelaron el engaño y la retrataron por todos sus ángulos. Quien sí pasó inadvertido fue su compañero, el presidente del banco Exterior de España, Miguel Boyer, que adelantó un día sus vacaciones para eludir la avalancha de fotógrafos.

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