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COPA DE EUROPA DE BALONCESTO

El Madrid mejora su panorama al ganar en Limoges y perder Zalgiris y Cibona

Luis Gómez

LUIS GÓMEZ, ENVIADO ESPECIAL, El Real Madrid dominó su propia velocidad de juego y supo imponerla sobre la cancha. Venció al Limoges, si bien lo que buscó fue derrotar sus propias deficiencias. No lo consiguió del todo pero apuntó recuperación. El rival, por indisciplinado, fue también el adecuado. Este triunfo, acompañado de las derrotas del Cibona (ante Maccabi, 105-102) y Zalgiris (ante el Simac, 95-66) despejan, solo un tanto, el panorama madridista. No puede haber pausa, sin embargo, es necesario ganarlo todo.

El Real Madrid rechazó iniciar el partido con la acostumbrada fase de tanteo. Salió disparado, rápido, a veces tan excesivamente veloz que jugadores y balón trompicaban en los contrataques; pero salió dispuesto a ir siempre por delante y lo consiguió durante los 40 minutos. Sus jugadores actuaron con la marcha metida, dispuestos a correr al ataque en cuanto se recuperase el balón; y una defensa agresiva les permitía tener el motor siempre revolucionado, así, aún a costa de algunas personales, se colocaron en ocho puntos de ventaja.

Sin embargo, una racha de personales de Fernando Martín sirvió como primera señal de alarma. En 10 minutos se sentaba con cuatro faltas, hecho que celebraron los franceses. Pero la defensa siguió firme, Romay resultó un dechado de acierto taponando a los pivots y Robinson contó por aciertos sus disparos (8 de 8 en la primera mitad). Se mantuvo la diferencia y, sobre todo, el ritmo aplastante, de respuesta inmediata. En esa situación de máxima alerta sólo cabía esperar que el Limoges entrara en una fase de desaciertos. Así sucedió durante tres minutos y el Madrid, en acciones que duraban cinco segundos, cosechó 19 puntos a favor (24-43).

En ese primer período feroz, el Real Madrid desequilibró a su favor las estadísticas: 68% por 41% del rival, 15 rebotes por 10 del contrario y tanto Davis (3 puntos) como Knight (8) anulados. Davis se estrelló contra Romay mientras Knight encontró en Del Corral, titular en este partido, una pesadilla. Fue tan bueno el marcaje del madridista que, para obturar el lanzamiento de un especialista, no necesitó de ninguna falta personal. Otra perfección destacable, en estos primeros 20 minutos, fue la serie de Robinson que Regó a anotar sus primeros 10 lanzamientos.

La segunda parte tuvo un tratamiento distinto; otro registro, relentizado, muy selectivo. El Real Madrid se convirtió en un parásito del Limoges: debía aprovechar la necesaria velocidad de los franceses, obligados a remontar una amplia diferencia, para vivir de los previsibles errores que ésta ocasionaba. En defensa, presión contenida; en ataque, dejar pasar el tiempo, tirar a última hora o bien buscar la posición adecuada.

Fue, en estas circunstancias, donde el juego madridista se resintió un poco, porque sigue sin recuperar la necesaria eficacia en el ataque estático. La ventaja se estabilizó en los 14 puntos, pero el Limoges no dejaba de ser un rival amenazador, porque Corbalán, Martín, Robinson y Romay estaban con cuatro personales. La situación se tornó muy dificil porque había que economizar en defensa y en ataque, casi la cuadratura del círculo, por lo que dos descuidos de Robinson propiciaron la situación más difícil: que el Limoges bajara de la psicológica barrera de los 10 puntos (73-82) a falta de tres minutos.

Pero tal era la velocidad que llevaban los franceses que, en el momento justo, no supieron dominar, no acertaron a echar el freno y perdieron su propio control, con tiros alocados en situaciones extrañísimas, penetraciones sin cuento y algún pase desafortunado. Sus fallos zanjaron el partido. En realidad, todo fue cuestión de ritmo y el Real Madrid, como un experto bailarín, lo tuvo. No está en perfecta forma pero sabe seguir la música sin desentonar. El Limoges patinó en el momento crucial.

La clasificación del grupo, después de los partidos del mismo disputados ayer, es la siguiente: Zalgiris, 12 puntos; Cibona y Maccabi, 10; Real Madrid y Simac, 9; Limoges, 7.

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