Brasil, un tricampeón sin seleccionador
"Dios comenzó ayudando a Brasil", dijo Pelé nada más conocer el resultado del sorteo. Y agregó que España era el único rival que podía crearle problemas, "porque corren mucho". Ciertamente, sólo un equipo corredor y rápido tiene posibilidades de sorprender a los brasileños. A técnica es dificil que les gane alguien, aunque el estado de forma actual del conjunto suramericano es una incógnita. Desde el 30 de junio, fecha de su último partido de clasificación, no ha disputado amistoso alguno. Es más, Brasil no tiene seleccionadior en estos momentos. El tricampeón (Suecia 58, Chile 62 y México 70) tiene todavía que recomponer su equipo.
GIL CARRASCO,Después de que Telé Santana asumiera el fracaso de España 82, buena parte de los brasileños contempló con escepticismo el nombramiento de Carlos Alberto Parreira como su sucesor. Llevar a Kuwait a un Mundial es un mérito menor teniendo en cuenta la escasa competitividad del fútbol asiático. Parreira, como se presumía, apenas venció y tampoco convenció en su corta gestión. Fue entonces el turno de Edú, Eduardo Antunes Coimbra, el hermano de Zico. Con Edú tampoco se resolvió la crisis. Y no sólo eso, sino que se agudizó. Una derrota ante Inglaterra en junio de 1984, en el mismísimo Maracaná, puso al nuevo técnico en el disparadero. Perder en casa es un lujo al que no están acostumbrados los brasileños. Una semana más tarde, Argentina también sacaba tajada (00) y los aficionados empezaron a gritar la leyenda de su bandera: .¡Orden y progreso!".El 5 de febrero de 1985, la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) designó a Evaristo de Macedo nuevo seleccionador. En España agradó la noticia. Evaristo era recordado por sus briillantes prestaciones en el Barcelona de la edad de oro de H. H. y por su fugaz paso por el Real Madrid. Ganó a Colombia y Argentina (2l), en un partido que acabó a tortas, pero perdió en Santiago de Chile. Y ahí acabó su mandato.
Faltaba menos de un mes para la liguilla clasificatoria. Y volvió Santana. Evaristo quiso encajar a los nuevos valores en el clásico engranaje donde mandaban dioses como Junior, Falcao, Zico y Sócrates, aprovechando que éstos no tenían permiso de sus respectivos clubes italianos para jugar amistosos. Así fueron apareciendo en las alineaciones los nombres de Edson, VIadimir, Alemáo, Jandir y Bebeto.
SI juegas, no fumes
Con Santana se consiguió el pase a México mediante dos victorias a domicilio y dos empates en casa ante Bolivia y Paraguay. En dicho,encuentros cobró relieve la figura de Walter Casagrande, el nuevo hombre-gol del equipo y uno de los pocos advenedizos que respetó el sonriente Telé. Cumplida la mísión, éste regresó a Arabia Saudí en busca de petrodólares y fue entonces cuando surgió el vacío de poder. Desde el 12 de julio, Brasil están sin seleccionador.
Casagrande es una estrella indiscutible que ha irrumpido en el cargado firmamento brasileño al amparo de Sócrates, su ex compañero y mentor en el Corinthians de Sáo Paulo. Su peso específico en el equipo adquiere importancia al compás de los alarmantes partes médicos sobre el estado fisico de Zico, Falcao y el propio Sócrates, últimamente muy castigados por las lesiones. Casagrande saltó a la fama tanto por sus cualidades rematadoras como por su afición a fumar, y no siempre tabaco. Sócrates le ayudó y lo apartó de sendas peligrosas mediante sabios consejos. Muchos recordaron el nombre de Gerson, uno de los mayores genios del fútbol brasileño que casi siempre apagaba el cigarrillo contra las paredes del vestuario instantes antes de saltar al terreno de juego.
Si Casagrande representa la nueva generación de estrellas, el cañonero Eder y el magnífico todoterreno Junior permanecen como sólidos puntales. Valdir Peres ya no está bajo los palos, siendo el calvirrubio Carlos quien lo hace ahora. La defensa mantiene a Oscar y ha vuelto Mozer. Alemáo y Viadimir van afianzándose como peones del centro del campo y Renato, el fantástico extremo del Gremio por el que tanto suspiró el Liverpool, y Bebeto, colega de Zico en el Flamengo, son los delanteros llamados a hacerse pronto un nombre. Curiosamente, Bebeto, al que todos consideran el heredero de Zico, está siendo sometido en su club a un proceso médico similar al que sufrió su ídolo, con el fin de ganar peso y musculatura. También es digno de consideración el joven Chiquinho, ariete del Botafogo de Ribeiráo Preto y máximo realizador del campeonato paulista.
Enfrentamientos con España
La primera vez que se enfrentaron España y Brasil supuso, curiosamente, el único triunfo español hasta la fecha. Fue en el Mundial 34, celebrado en Italia, y el combinado encarnado se impuso por 3-1, con dos goles de Lángara y uno de Iraragorri. Eran los tiempos de la mítica zaga Zamora-Ciriaco-Quincoces. Desde entonces todo han sido disgustos. En 1950, en Río de Janeiro, la- venganza fue terrible: 6-1. No obstante tal varapalo, España logró la mejor clasificacióri de su historia, un cuarto puesto. En 1962, en el Mundial de Chile, volvió a ganar Brasil, aunque en aquella ocasión fue gracias a la descarada ayuda arbitral. Pelé, la octava maravilla surgida en Suecia 58, se había lesionado y en la delegación hispana se pensó que la victoria no era un utopía. Pero sucedió que el sustituto de O Rei, Amarildo, tuvo una gran actuación y marcó los dos goles que superaron el inicial de Adelardo. Luego, la más espantosa negrura.
Transcurrieron 16 años hasta el cuarto enfrentamiento, acontecido el 7 de junio de 1978, en Mar de Plata. El malogrado Claudio Coutinho dirigía a los brasileños. Aún jugaba Rivelino, había surgido el fenómeno Zico, asombraba Nelinho con su excepcional y potente toque de balón y Roberto Dinamita estaba en el banquillo. Kubala había puesto en liza a Biosca, Uría, Guzmán y Leal, entre otros. Y sucedió lo imposible: con toda la portería para él, Julio Cardeñosa, el mejor cerebro de la época, se hizo un desgraciado lío y Amaral llegó a tiempo de despejar desde la línea de gol.
La última confrontación fue en Bahía, el 8 de julio de 1981, en plena y nefasta era de Santamaría. Ganó Brasil por 1-0, gol del hoy céltico Baltazar. Dentro de seis meses, en Guadalajara, es de esperar que florezca lujuriosamente el célebre jardín de Miguel Muñoz. Solo así podrá triunfar España sobre un rival al que, en tiempos modernos, no ha conseguido doblegar ni siquiera jugando mejor.
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