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Muere carbonizada una niña que dormía a la luz de una vela

Rocío López Recio, de 18 meses, hija de una muchacha soltera que cuenta ahora con 17 años de edad y que trabaja como camarera en un club nocturno, y nieta de una cerillera de bingo, falleció abrasada en su vivienda en la madrugada de ayer. El día anterior, la luz eléctrica había sido cortada por falta de pago y la casa estaba iluminada por una vela, que originó, al parecer, el incendio en que pereció la niña. En el momento del siniestro, la madre y la abuela de Rocío estaban fuera de casa, trabajando.

El único signo de vida al mediodía de ayer en la casa donde murió Rocío López Recio eran los ladridos de un perro, pequeño, gordo, blanquinegro, encerrado entre los restos carbonizados de la catástrofe. El piso, 25 metros cuadrados de extensión y 8.000 pesetas de alquiler, que sus ocupantes no pagaban en los últimos meses, es la puerta 12 del número 8 de la calle de Felipe Fraile, en Vallecas.El incendio se produjo hacia las dos de la madrugada de ayer. En el piso estaban Rocío y su tío Julio, de 12 años de edad. La electricidad había sido cortada por falta de pago y la casa estaba iluminada por una vela. Ambos dormían cuando el chaval sintió un extraño calor y se despertó. Salió corriendo y gritando para pedir socorro, mientras la niña quedaba dentro. El perro de la familia también escapó.

Cuerpo calcinado

Los otros ocupantes de la finca, un patio de vecindad de una sola altura y 32 viviendas, intentaron rescatar a la pequeña, pero un humo ardiente, negro y espeso les impidió entrar. A los pocos minutos de ser avisados aparecieron policías municipales y bomberos. Éllos apagaron con bastante rapidez el fuego y sacaron a Rocío, que ya era un cadáver calcinado. Para evitar un horrible espectáculo a los presentes, los bomberos rodearon su cuerpo con una manta.Según el testimonio unánime del espantado vecindario, la historia de la familia de la niña fallecida es un rosario de desdichas. La abuela, Paz Recio Melero, de unos 40 años, está separada de su marido, emigrante en Francia, y llegó a Vallecas con sus dos hijos hace unos 6 o 7 años. Trabaja por las noches como cerillera del bingo del Rayo Vallecano. En cuanto a la madre de Rocío, María Elke, es soltera, tiene ahora 17 años y trabaja como camarera en un club nocturno.

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