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La victoria de Lendi en Flushing Meadow abre la crisis del tenis norteamericano

Alex Martínez Roig

La victoria del checoslovaco Ivan Lendl en el torneo de Flushing Meadow (7-6, 6-3 y 6-4) ante John McEnroe ha dejado al descubierto la crisis del tenis estadounidense. Con Jimmy Connors anunciando su retirada para el mes de septiembre de 1986, y con John McEnroe desmotivado, la ausencia de un heredero preocupa al tenis norteamericano. Lendl, primer europeo en ganar el torneo desde Manuel Orantes en 1975, puede convertirse simplemente en la cabeza de puente del anunciado desembarco del alemán occidental Boris Becker, Mats Vilander y la escuela sueca, Yannick Noah y los franceses.

Ivan Lendl (Checoslovaquia, 2) venció ayer a John McEnroe (EE UU, 1) en la final del Open de Estados Unidos de tenis. Lendl se impuso a McEnroe por 7-6 (7-1), 6-3 y 6-4, en dos horas y 33 minutos, y cobró por ello 187.500 dólares (unos 30 millones de pesetas), mientras el perdedor recibió la mitad. Este es el primer triunfo de Lendl en Flushing Meadow, tras tres finales consecutivas perdidas, y su segundo título del Grand Slam, tras Roland Garros en 1984. Checoslovaquia fue la gran triunfadora del torneo. Lendl ganó el título masculino, Hana Mandlikova el femenino y Helena Sukova, junto a la alemana Klaudia Kohde, el dobles femenino, frente a Navratilova y Shriver. Navratilova, derrotada en individual y dobles, ganó el título de dobles mixtos junto al suizo Heinz Gunthardt.El estadio Louis Amstrong de Flushing Meadow había sobrevivido a una tormenta de verano, que finalizó una hora antes del horario previsto para el inicio de la gran final, para recibir con su habitual parafernalia a los dos finalistas. Estaban en las gradas Yoko Ono, Tatum O'Neal, Jack Nicholson, la familia de McEnroe y los padres de Lendl, especialmente llegados desde Checoslovaquia. No faltaron tampoco los habituales cantantes del himno nacional estadounidense. Todo, como siempre, genuinamente americano.

Pero falló, cuando pocos lo esperaban, el protagonista. John McEnroe, que perdió una pelota de set en la primera manga cuando estaba dominando por un plácido 5-2, acabó cayendo a los pies de Lendl, por 7-6 (7- 1). Las. dos siguientes mangas no tuvieron historia e, incluso, los fanáticos que llenaban el estadio ni siquiera se. tomaron la molestia de animar a un McEnroe derrotado.

La victoria de Lendl en el Open de Estados Unidos fue recibida con una frialdad que rayaba en la incredulidad entre la prensa y los espectadores de este país. Ayer, los diarios neoyorquinos apagaron la importancia del triunfo de Lendl al destacar como la noticia más importante del día que el veterano Pete Rose, de los Reds de Cincinnati, había igualado, con 4.191, el récord de hits (batazos limpios) de la historia del béisbol norteamericano, hasta entonces en -posesión de Ty Coob, que se retiró al finalizar la temporada de 1928. Pese a que Lendl diga que "éste es el torneo que quería ganar porque, aunque no soy norteamericano, vivo en este país", la reacción por su triunfo no ha sido eufórica. El duelo entre Lendl y McEnroe, que está marcando poco a poco una época en el tenis actual, tiene mucho menos carisma que los enfrentamientos entre McEnroe, y Borg, o entre Connors y cualquiera de estos dos jugadores.

Más que la victoria de Lendl, lo que sorprendió en Flushing Meadow fue la estrepitosa derrota de McEnroe. Varios factores influyeron en su rendimiento. John ya no es el enfermizo perfeccionista que dedicaba todos sus esfuerzos al tenis.

Desde que vive con la actriz Tatum O'Neal, McEnroe no ha dejado de mandar mensajes subliminales en torno a su estado de ánimo: "He llegado a un punto en mi vida en el que ya no pienso únicamente en el tenis". Unos dicen que este desinterés ha quedado reflejado en su forma física. Otros defienden que la crisis se nota más en su estado psicológico. McEnroe tiene 26 años, los mismos que contaba Borg cuando decidió retirarse prematuramente, hastiado de ser multimillonario y tener que sufrir en la pista.

La diferencia entre el McEnroe de antes y el de ahora quedó reflejada durante y después del partido. En un gesto inaudito en él, McEnroe rectificó una decisión del árbitro, y concedió como bueno un servicio de Lendl que colocaba al checo con ventaja de 4-1 en la segunda manga. Luego, en la conferencia de prensa, McEnroe reconoció que Lendl era el mejor: "En este momento, Ivan es el número uno. Después de todo, ser el número dos no es tan malo, y yo aún siento que si juego bien puedo vencer a cualquiera. Ahora sé que ante Lendl necesito jugar a mi mejor nivel para conseguir ganarle, y en la final no lo hice".

McEnroe, además, se vio perjudicado por los intereses comerciales que rodean al torneo. El sábado disputó un partido de casi cuatro horas contra Wilander, con una temperatura al sol de 45 grados. Unas horas después, ya de noche, Lendl, vencía en apenas una hora y 45 minutos a Connors. "Es increíble que por necesidades de la televisión debamos jugar los dos partidos más importantes del torneo sin apenas tiempo para descansar", dijo John.

Ivan Lendl ha roto la luna de miel entre Flushing Meadow y los tenistas estadounidenses. El Open de Estados Unidos se jugaba primero sobre la hierba de Forest Hills, luego, durante un par de años, sobre tierra batida y, desde 1978, sobre una superficie rápida que favorecía descaradamente a los norteamericanos. Desde entonces hasta ahora, Connors y McEnroe se habían repartido los títulos masculinos, y Navratilova, Trac y Austin y Chris Evert los femeninos, todos jugadores estadounidenses. Pero los tenistas europeos han superado ya la crisis de adaptación, y el tenis norteamericano se enfrenta a una situación que puede ser desesperada en pocos años. En el tenis masculino, Connors se retirará en 1986, McEnroe está pendiente de otras cosas, y no hay nadie que parezca capaz de tomar el relevo. Jimmy Arias o Aaron Krickstein, en los que se confiaba ciegamente cuando tenían 17 años, han demostrado a los 20 haber llegado al techo de su capacidad. No surgen jugadores extraordinarios, aunque los norteamericanos son mayoría en los puestos intermedios de la clasificación. Entre las chicas, Chris Evert se está marchando poco a poco, Martina Navratilova tiene 28 años y unas buenas temporadas por delante, pero por detrás llegan a toda velocidad Hana Mandlikova (Checoslovaquia, 23 años), Helena Sukova (Checoslovaquia, 20 años), Claudia Kohde (RFA, 21 años), Steffi Graf (RFA, 16 años), y Gabriela Sabatini (Argentina, 15 años).

Mientras, una solución de urgencia parece ser la de ir atrayendo a jugadores nacidos en el extranjero. Martina Navratilova y Kevin Curren, nacido en Suráfrica, solicitaron y consiguieron la nacionalidad estadounidense. Lendl y Mandlikova han instalado su hogar en Estados Unidos. Es un consuelo para un país que está descubriendo que los tenistas no surgen a golpes de dólar.

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Sobre la firma

Alex Martínez Roig
Es de Barcelona, donde comenzó en el periodismo en 'El Periódico' y en Radio Barcelona. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Deportes, creador de Tentaciones, subdirector de EPS y profesor de la Escuela. Ha dirigido los contenidos de Canal + y Movistar +. Es presidente no ejecutivo de Morena Films y asesora a Penguin Random House.

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