El Estudiantes diezmó al Real Madrid
Acabó el Real Madrid con cuatro jugadores en la cancha y con Lolo Sáinz de espectador. Acabó perdiendo con el Estudiantes, envuelto en una maraña de colosal derroche de esfuerzo del contrario. No estuvo fino el equipo madridista y terminó entrando al trapo en un encuentro que el equipo local planteó con furia, rabia y dureza, realmente insospechadas. El mérito del equipo estudiantil estuvo en aguantar todo el partido dominando en el marcador. La Demencia se había personificado en el pabellón una hora antes. Acabó proclamando el final de la dictadura madridista.Montes cumplió a la perfección con la función nodriza que desempeña en esta Liga el Estudiantes. Hace unos meses era un jugador apocado, blando, tímido, pero ayer salió dispuesto a confirmar lo que venía apuntando hace unas semanas. Encorajinado, como el resto de sus compañeros, inició las primeras jugadas brillantes de su equipo. Anotó con facilidad en sus primeros lanzamientos, brindó dos tapones espectaculares, uno a Martín y otro a Jackson, y atrapó varios rebotes defensivos y ofensivos, consecutivamente. Además, Iturriaga dejaba de existir para todo el partido. Montes abrió el camino de la fe y el Estudiantes, con agresividad y amparado en el desconcierto arbitral, tomó el mando del encuentro para no perderlo. En momentos apoteósicos de esta primera parte, la ventaja estudiantil era deslumbrante (35-19 a falta de 6.30).
Los jugadores madridistas, quizás desmotivados, se encontraron con un ardor en el rival que amenazaba con arrollarles. Había jugadores claramente en fuera de juego, como Iturriaga, que fue rápidamente cambiado, Jackson y un Robinson despistado. Sólo Martín luchaba contra Rodríguez, Pinone y las constantes ayudas en el aire del joven Montes. Corbalán mantenía el tono y Del Corral entraba con más acierto. Al descanso sólo pudieron reducir la ventaja (42-35).
La tradición indicaba en esos momentos que el Real Madrid no tardaría mucho tiempo en tomar el mando, pero Estudiantes hizo posible lo imposible.
La suerte para el Estudiantes, muy bien dirigido por Gil, fue que el mal juego madridista se agravó con su ralta de frialdad. Ante la fiereza estudiantil, los madr¡distas empezaron a entrar al trapo, y el encuentro alcanzó instantes de gran tensión y conatos de disputa entre varios jugadores. Las técnicas al banquillo llevaron a Lolo Sáinz a la grada mientras el Estudiantes mantenía su dominio, incluso en condiciones difíciles (69-67 a falta de 6.30).
La reacción madridista no llegaba, porque la furia del rival no cesaba. Ante cualquier balón suelto, los jugadores de Estudiantes se lanzaban al suelo con una rabia espectacular que obligaba a la cancha a vibrar con ese equipo. Los golpes, las caídas, los empujones, singulares disputas se sucedían de continuo en un juego que se interrumpía minuto a minuto. El Real Madrid no se arrugaba pero no parecía mentalizado a encontrarse en una guerra por una eliminatoria que parece resuelta. Luchaban como auténticos dementes y aguantaron un constante pressing, repleto de saques de banda, que duró 49 segundos reales y que acabaron con el espectáculo de un Real Madrid diezmado, con cuatro jugadores en la cancha y Corbalán lesionado. Un Real abocado al desempate, que se jugará el próximo domingo.
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