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LOS EXTRANJEROS DEL COLLADO VILLALBA

Mitchel y McDonald, dos americanos en apuros

Leonard Mitchel y Ben McDonald cruzaron el Atlántico con la esperanza de hacer carrera en el baloncesto europeo y regresar luego a su país, Estados Unidos, para triunfar en los profesionales de la NBA como ya lo hiciera Jeff Ruland en los Washington Bullets. Llegaron a Europa, es decir, a Collado Villalba, un pueblo de la sierra madrileña que nada tiene que ver con California o Luisiana. Todo iba a cambiar para ellos: horarios, comidas y costumbres. De militar en las filas de dos importantes universidades norteamericanas pasaron a formar parte del modesto Collado Villalba, equipo que está en peligro de descender de categoría.

Luisiana vio nacer a Leonard Mitchel hace 24 años. En su universidad estudió y jugó al baloncesto. Se clasificó en el draft con el número 61, en la tercera vuelta. Su destino en profesionales era los Cleveland Cavaliers. Con su sonrisa perenne y sus casi 200 centímetros de altura ha conseguido en lo que va de competición 591 puntos, lo que lo convierte en el quinto encestador de la Liga española. Mitchel es el bromista.Ben McDonald nació en el seno de una humilde familia de Los Ángeles. Tiene 23 años y mide 2,03 metros de altura. Antes de venir a España jugaba en la universidad de Irvine-California, en la cual tenía como compañero a Bob Thornton, jugador del Cajamadrid. Se clasificó en el draft diez puestos antes que Leonard. Su destino era también los Caballeros de Cleveland. McDonald es el serio.

McDonald llegó a España acompañado por Raquel, su mujer, su hijo Ben y su suegra. Nunca olvidará nuestro país, porque aquí nació su hija Cherisse. En el hospital, como no se enteraban del nombre, pusieron en la incubadora 'choriza McDonald'.

Su cara siempre muestra una seriedad inmutable. No concede entrevistas porque la Prensa le da mala suerte; huye de los periodistas como del cólera. "Desde que ha llegado no ha concedido ninguna entrevista, porque traía una mala experiencia de Estados Unidos", explica su compañero De la Nuez. "Es mucho más reservado que Leonard". Todos en Villalba coinciden en señalar la austeridad de Ben. "McDonald es un tío muy serio", dice Eduardo Ayuso, "porque está muy responsabilizado en mantener una familia".

Intelectual y tímido

Tuvo que acogerse a los testigos de Jehová para poderse casar con Raquel, pero no ejerce. Es trabajador, hogareño, reservadio, intelectual, tímido e introvertido.

La otra cara de la moneda es Mitchel. Arropado por su inseparable chaqueta de la universidad de Luisiana, Leonard disfruta con evidente alegría cada momento que vive. Una encantadora sonrisa adorna eternamente su rostro oscuro. "Es una persona muy abierta; llena las habitaciones donde entra", declara Ángel Pardo. "Siempre está gastando bromas".

Está contento en Villalba, donde vive con Leslie, su mujer. "He notado mucho cambio, sobre todo en el estilo de vida y en que aquí hace mucho frío".

Ha hecho muchos amigos en Villalba, pero prefiere bajar a Madrid: "Me gusta la vida nocturna de Madrid, es hermosa y sugestiva", comenta sonriendo Leonard.

Leonard es el ídolo de la afición: "Me halaga mucho, es fantástico. Puedes jugar bien o mal, que la afición te apoya al ciento por ciento. No como en Estados Unidos, que si lo haces mal se te echan encima". Le gustan los niños, "aunque no espero tener un bebé ahora". En cualquier partido o entrenamiento se le puede ver palmear las manos de los chavales, levantar su pulgar o firmar autógrafos, siempre con su constante sonrisa. Siempre que sale a la cancha utiliza unos calcetines muy viejos con un gran agujero. "Me dan buena suerte".

De la Liga española opina que "el nivel es alto, pero no se parece en nada a la NBA". Le gustan Fernando Martín y Orlando Phillips, aunque su ídolo en el mundo de la canasta es el mítico Kareem Abdul Jabbar.

A los dos les costó mucho trabajo adaptarse a los horarios y comidas españoles. Eduardo Ayuso comenta al respecto: "Cuando fuimos a Vitoria les dieron de comer lengua, y nosotros les dijimos que era carne. A media comida sus compañeros les sacaban la lengua diciéndoles lo que estaban comiendo. Ellos se enfadaron mucho y se fueron corriendo al servicio. Ahora toman vino, tortilla, chorizo... Comen de todo, hasta cocido", añade Ángel Pardo.

Cuando se desplazaron a Málaga era la primera vez que viajaban en tren. Después de examinarlo detenidamente, Leonard le dijo a Ben: "Es como un autobús muy largo con un bar en medio".

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