_
_
_
_

Krivocalpic, el mejor brazo del balonmano español

Radivoj Krivocapie pesa 106 kilos y mide 1,92 métros. Es el mejor brazo del balonmano español, el más potente. Máximo goleador ya la temporada pasada con el Tecnisa de Alicante, vuelve a encabezar la lista de los mejores artilleros y es semifinalista con su equipo de la Copa Federación, tercería competición europea por clubes. En el actual paréntesis liguero, ya en vísperas del Mundial B de la selección, el yugoslavo Radivoj Krivocapic vela sus armas para la fase final de la nueva Liga, en la que su brazo intentará sorprender a los dos grandes, Atlético de Madrid y Barcelona.

Radivoj estuvo a punto de nacer húngaro, pero por 30 kilómetros fue yugoslavo, y latino en todos los aspectos. Nació en Zenta, una localidad muy próxima a las verjas fronterizas con Hungria, que sabe mucho de los rigores del invierno.Vino a caer en un ambiente que predestinaba, desde su nacimiento, una notoria inclinación hacia el deporte. Éste era casi una obligación o religión en el reducido, pero cálido), seno íntimo de la familia Krivocapic, compuesta por el matrimonio y dos hijos varones, fuertes y robustos como el cabeza de familia y el tío paterno. "Mi padre y mi hermano jugaron al fútbol". El padre, un viejo ferroviario que evitó que su prole pasara estrecheces -eran una familia de tipo medio-, no vivió lo suficiente como para ver a su hijo Radivoj defender la camiseta de su país y detacar en un deporte que no tenía precedente en la familia. "Yo soy el único que practico este deporte. Es como llevar la contraria a mis mayores y a ini hermano".

Radivoj empezó jugando al tenis de mesa, y lo dejó por el fútbol. Luego cogió gusto al baloncesto y al balonmano a la par, un matrimonio inseparable durante largos años, que se rompió por el primer premio en su incipiente carrera deportiva. "Siete años practiqué baloncesto y balonmano. Jugué un año en Primera de baloncesto. En el año 1971 me decidí por el balorimano cuando fui llamado a la selección júnior". El comienzo en la fabricación del Lanzapiedras era ya tangible.

Ave de paso sin rumbo

Krivocapic salió del Club Deportivo,de Zenta para ser figura y encaminar sus pasos, dubitativos aún, a Ada, donde dos años supusieron un trampolín importante que duró lo suficiente. Luego, la gran urbe, BelgTado, el cénit de cualquier yugoslavo para triunfar, y dentro dle él, Partizan, el equipo clásico blanquinegro que le dio nombrey acabó de dar forma a sus maneras un tanto bruscas, casi violentas, y pulir un rostro algo temible. "Soy muy temperamental en la cancha, no lo puedo evitar, ¿qué le voy a hacer?". Su temible lanzamiento era más importante que la vehemencia, y las diversas formaciones nacionales le requerían por sus virtudes goleadoras; se fraguaba una figura que daría gloria al propio gol. Fue su rey por dos veces en su siguiente etapa en el país eslavo.

Y, de ciudad en ciudad, porque en Lubjliana se asentó definitivamente: "Como jugador, fui dos veces el máximo goleador, me dieron además el cargo de segundo secretario del club y ganaba dinero por partida doble dentro del Slovan. Conocí a la que hoy es mi esposa y me casé; tuvimos un hijo; los dos están allí". Encima, le regalaron un piso. No podía pedir más dentro de su país, con el que fue subcampeón del Mundial A en 1982, en la RFA, lugar que vería meses más tarde sus tremendos manotazos a puerta, pero de manera fugaz; era el comienzo de una experiencia nueva.

En 1975 se proclamó máximo realizador del campeonato de División de Honor, con 234 goles. En 1979, con el Slovan, volvió a coronarse máximo goleador de la Liga, con 317 tantos.

"Guardo un gran recuerdo de mi despedida de la selección, fue la final del Mundial del 82 en Hamburgo, contra Rusia; de allí dejé mi país para lanzarme a la aventura". Quería ganar algo más de dinero. Diezembach no fue más que un paso, esta vez en la Bundesliga, de la que fue el primer realizador ante puerta. Y Alicante. Lejos de su fría Zenta, esa de los 20º bajo cero en invierno. También aquí su fama y carisma triunfaron a base de golpes de mano y con un alias español: Lanzapiedras. Su imagen es polémica y brutal en apariencia cuando sale de visitante. "Es un sambenito que no puedo sustraer; no tengo otra cara ni otro cuerpo. Sé que mi envergadura hace que pueda dar sensación de violento, pero no". Poco a poco el país fue rindiendo a la evidencia de este elemento que, al primer intento, se convertía en el máximo goleador del trofeo Carlos Albert, como se llama a la Liga española.

Última camiseta

Pero Radivoj, Lanzapiedras o simplemente Krivi, empieza a estar cansado. "Me gustaría acabar aquí mi carrera deportiva. Me han propuesto la renovación, pero hasta mayo no hablaremos en serio, aunque quiero quedarme". Dos años se otorga para terminar con sus tremendos lanzamientos. Piensa que a los 33 de edad es un buen momento para encauzar la vida y el porvenir personal. Quiere incluso traer a los suyos, a todos, en caso de renovar por otras dos temporadas. Se siente alejado de Yugoslavia y de la familia, y no descarta la posiblidad de echar raíces en Aficante, donde es bien recibido y está compenetrado en la vida ciudadana. Niega ser un místico y un descuidado.

Hace un año pensaba volver a casa y montar un pub en Zenta, que por lo visto es el negocio de moda en su país; pero el tiempo pasa y el negocio puede montarse en Alicante. "Empecé la carrera de profesor de Educación Física, pero en 1976 lo dejé; me gustaría acabar y ejercer". Quizá piense en su padre, que tanto razonamiento positivo le daba; pero cada cual tiene los biorritmos propios y personales y este joven/ maduro, barbudo, gigantón, Lanzapiedras, sigue siendo un tanto niño, aunque nadie podría apostar por ello simplemente viéndole.

Sigue empeñado en que le quedan dos años; luego... ¿El pub en Zenta? ¿en Alicante? ¿dónde? Su contrato con Tecnisa vence al final de esta temporada.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_