Desconfianza ante EE UU ante los avances de la biotecnología

Un tribunal federal, presidido por el juez Sirica, ha prohibido el primer experimento de ingeniería genética fuera del laboratorio

El doctor Steven Lindow y su equipo de la Universidad de California, en Berkeley, habían llevado a cabo un experimento de ingeniería genética, creando un tipo de bacteria que, introducida en los brotes jóvenes de la patata, impedía que ésta sucumbiera a las heladas. Tras desarrollarla en el laboratorio, el 25 de mayo iba a ser inoculada en las patatas de un pequeño huerto de unos 70 metros cuadrados cercano al campus de la universidad. Por primera vez, un organismo portador de una variante genética creada por el hombre iba a ser introducido en la naturaleza. El experimento contaba con el visto...

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El doctor Steven Lindow y su equipo de la Universidad de California, en Berkeley, habían llevado a cabo un experimento de ingeniería genética, creando un tipo de bacteria que, introducida en los brotes jóvenes de la patata, impedía que ésta sucumbiera a las heladas. Tras desarrollarla en el laboratorio, el 25 de mayo iba a ser inoculada en las patatas de un pequeño huerto de unos 70 metros cuadrados cercano al campus de la universidad. Por primera vez, un organismo portador de una variante genética creada por el hombre iba a ser introducido en la naturaleza. El experimento contaba con el visto bueno del Instituto Nacional de la Salud norteamericano, un organismo federal al que voluntariamente se habían sometido las universidades, laboratorios y empresas que en estos momentos están investigando el campo de lo que los científicos llaman eufemísticamente la recombinación del DNA o ácido desoxirribonucleico, la herencia genética de los seres vivos, evitando el término ingeniería genética, para no asustar a la opinión pública con reminiscencias frankesteinianas.Sin embargo, la Foundation on Economic Trends, un grupo ecologísta, estaba al corriente de los experimentos, y su fundador, el escritor y activista Jeremy Rifkin, presentó a tiempo una demanda ante un tribunal federal para impedir que se consumase el experimento.

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El juez Sirica, famoso desde que presidiera varios de los procesos más sonados contra importantes personajes involucrados en el caso Watergate, a principios de la década pasada, falló a su favor. En la sentencia especificó que "el interés público claramente favorece el mantenimiento del statu quo hasta que se sepan las conclusiones a las que llevará este proceso".

En realidad, lo que los ecologistas pretenden, y que el juez ha entendido perfectamente, es abrir un debate a nivel nacional sobre cómo enfrentarse a la llegada de lo que ya empieza a llamarse la edad biológica. El mencionado organismo federal que había autorizado el experimento había dado también el visto bueno a otros equipos de científicos de las universidades de Stanford y Cornell, que estaban desarrollando nuevos tipos de plantas de maíz y tomate, y que, debido a la sentencia, han quedado paralizados.

Si sólo se tratara de proyectos científicos auspiciados por universidades en pos de la gloria académica, el caso no habría suscitado mayor polémica que unos cuantos artículos en revistas científicas especializadas. El experimento del doctor Lindow con los brotes de patata estaba financiado por la firma Advanced Genetic Sciences Inc., una compañía que, como su nombre indica, no sólo era la pro pietaria de los derechos de los resultados del mencionado experimento, sino que estaba también investigando por su cuenta en otros campos de la ingeniería genética. Es difícil saber en estos momentos cuántas empresas es tán trabajando en este campo. Por lo menos 30 de las grandes multinacionales que abarcan algún campo que pueda relacionarse con este tema han empezado ya a invertir grandes cantidades de dinero en ello, sea por sí mismas, sea creando o financiando a pequeñas compañías. Entre ellas, gigantes industriales como E. I. Du Pont de Nemours, Eli Lily Co. e incluso la marca de cosméticos RevIon.

Riesgo incontrolado

Si durante la década pasada la industria de los ordenadores y sus componentes representaba el futuro, una predicción que se está cumpliendo, en estos momentos parece claro que para los años noventa la industria biotecnológica será la clave del desarrollo. Entre los productos que se rumorea están ya siendo investigados destacan bacterias capacitadas para comerse los derrames químicos, incluidas las mareas negras, o plantas resistentes a todo tipo de microbios, que puedan crecer en climas áridos. El experimento que debía llevarse a cabo en Berkeley es el mejor ejemplo de las posibilidades de esta ciencia: si se calcula que las heladas cuestan a los agricultores norteamericanos más de 3.000 millones de dólares al año, se comprenderá, pues, que la empresa que consiga poner a la venta una solución efectiva contra este riesgo podría ganar millones.

Pero, según los grupos ecologistas, el riesgo a medio y largo plazo de estos experimentos dista mucho de estar controlado. Según ellos, la agencia federal que dio el visto bueno al experimento del doctor Lindow no tuvo en cuenta el hecho de que la bacteria antiheladas podría muy bien extenderse hasta áreas mucho más al norte de California, sustituyendo progresivamente a sus primos naturales y provocando cambios masivos en el ecosistema. Plantas artificialmente resistentes a las heladas po

Desconfianza en EE UU ante los avances de la biotecnología

drían, poco a poco, ir tomando el lugar de aquellas que naturalmente viven en los lugares fríos, creando un desequilibrio cuyas consecuencias serían muy difíciles de predecir.Los científicos, por su parte consideran que la prohibición ha sido absurda. La Universidad de Berkeley ha recurrido contra la sentencia, pero esto no impedirá que los experimentos se retrasen como mínimo hasta la primavera próxima, debido a que este tipo de experimentos deben realizarse en esta época del año, justo cuando las plantas empiezan su crecimiento. El doctor Lindow se muestra particularmente apesadumbrado por la decisión del tribunal: "No creemos que el juez tuviera razón en impedirnos seguir el experimento", dijo; "habíamos calculado todos los riesgos y estábamos con vencidos de que la prueba que íba mos a realizar contaba con todo tipo de garantías; no había ningún peligro".

Debate necesario

Pero donde la reacción ha sido más fuerte es entre la naciente industria biotecnológica. En un momento en el que la economía nor teamericana está sintiendo más que nunca la competencia extranjera en áreas que antes dominaba completamente, el parón en este campo, en el que Estados Unidos llevaba claramente la delantera, está siendo difícil de digerir por los financieros que han invertido en ello.

Portavoces de varias de estas empresas han amenazado con trasladar sus compañías a otros países en los que no se les pongan trabas. La reacción más fuerte vino de la firma Advanced Genetics Sciences Inc., la misma que ha financiado el experimento de Berkeley. Su presidente, Daniel Adams, tras indicar lo absurdo de que un juez federal pueda prohibir o autorizar lo que le dé la gana, a pesar de que se cuente con un permiso federal, insinuó veladamente que su empresa seguiría adelante con los experimentos que tenía previstos a pesar de la sentencia del juez Sirica.

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