El policía nacional padre del niño estrangulado en Granada confiesa ser el autor del asesinato
José María Díaz Justicia, policía nacional de 38 años destinado en Granada, pasó ayer a disposición judicial como presunto asesino de su hijo Bernardo, de nueve años de edad, cuyo cadáver se halló estrangulado la noche del sábado en un descampado próximo a la carretera de Alfacar. Aunque el presunto homicida intentó inicialmente simular el secuestro del pequeño a manos de desconocidos por posibles móviles de venganza, contradicciones en su declaración y la evidencia de que el automóvil supuestamente usado por los secuestradores se hallaba cerrado con llave e intacto, terminaron por hacerle confesarse autor del crimen.
Según la nota oficial de la Jefatura Superior de Policía de Granada, hecha pública a primera hora de la tarde de ayer por el gobernador civil de la provincia, José Guirao, el trágico suceso debió de ocurrir hacia las diez de la noche del sábado, momentos después de que José María Díaz llevara al pequeño Bernardo a visitar a su madre en el Hospital Clínico, donde la mujer convalece en la actualidad de una reciente operación de cáncer. Ese día, la enferma, de 35 años, a quien su esposo tenía por costumbre visitar a diario, se había mostrado muy pesimista respecto a la evolución de su enfermedad, la cual afirmó que pronto iba a causar su muerte.Al salir del hospital, el policía se dirigió con su hijo a la barriada del Parque Nueva Granada en el automóvil de su propiedad, un Seat 133, con intención de realizar unas gestiones personales. Al parecer, en un momento determinado, el niño le dijo que estaba cansado de acompañarle y que hubiera preferido quedarse a jugar con los amigos, pidiéndole reiteradamente que le comprase unos pantalones vaqueros. De acuerdo con la versión policial, "la actitud nerviosa e insistente del menor, comprensible en un niño de su edad, exasperó al padre que con la intención de reprenderle le cogió por el cuello para que se callara, pero sin duda le apretó más de lo que hubiera querido, provocando la muerte del niño".
Asustado por lo que había hecho, el homicida trató de simular entonces un falso secuestro de su hijo, para lo que llevó el cadáver a un descampado próximo a la carretera de Alfacar, donde lo abandonó después de atarle al cuello una cuerda fina que tenía en el coche, con objeto de que pareciera que el pequeño había sido ahorcado con ella. A continuación, el policía telefoneó a la jefatura donde prestaba sus servicios y denunció la desaparición del vehículo y de su hijo, de los que supuestamente se había alejado sólo unos minutos para hacer un encargo.
Hallado el vehículo apenas media hora más tarde cerca de la urbanización Parque Nueva Granada, completamente cerrado y vacío, la Guardia Civil no tardó en descubrir en un descampado cercano el cadáver de Bernardo, que se encontraba todavía caliente y que fue trasladado urgentemente al Clínico, donde sólo pudieron testificar su muerte por asfixia.
Tras prevalecer esa noche la versión del posible secuestro por móviles desconocidos, la brigada de investigación judicial llegó luego a la conclusión de que si alguien se hubiese llevado el automóvil con el niño en su interior, bien con el simple ánimo de robar el vehículo o para realizar algún tipo de venganza personal contra su padre, difícilmente habría tenido la precaución de dejar el vehículo perfectamente cerrado. Este detalle y ciertas contradicciones en que incurrió el policía durante su declaración, así como la ausencia de huellas dactilares ajenas al dueño del vehículo y su hijo, indujeron finalmente al homicida a reconocer su culpabilidad como responsable de la muerte de su hijo, si bien, de acuerdo con la confesión, "en ningún momento tuvo la intención de causarla".
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