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Reportaje:

El gobernador de la ínsula patronal

El pragmatismo y cierto talante campechano y salomónico llevan a José María Cuevas, algo cura y barbero, a la cúpula patronal

José María Cuevas Salvador, un empresario-gerente, modesto, bajito, castellano, calvo, redondo, afable y práctico, pegado al terreno y al mostrador, duro y tenaz negociador, gobernará pronto los destinos de la gran patronal española. Sustituirá en el cargo a Carlos Ferrer Salat, un empresario propietario, alto, delgado, catalán, elegante y erudito en los salones, de chistera y tez aristocrática, y más ilusionado con los principios filosóficos de la patronal que con las mi serias organizativas del día a día.

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Dicen que, cuando Franco, sacaba a los rojos de la comisaría. Hay sindicalistas que le quieren, que no le olvidan y, sin embargo, le temen frente a frente en la mesa negociadora. "Va muy pegado al terreno es un hombre duro y tenaz y sabe muy bien lo que quiere y por dónde va", comentan algunos representantes de los trabajadores cuando describen al próximo presidente de la gran patronal española.Su perfil es casi unánime: "es un profesional del acuerdo"; seguramente, porque su procedencia modesta le inclina permanentemente hacia el compromiso. José María Cuevas, un liberal-conservador de rostro humano, de origen palentino aunque nacido accidentalmente en Madrid, de 48 años y, quizás por ello, teñido generacionalmente de azul por viejas glorias juveniles -lo que le ha mantenido sensible y preocupado por "lo social" será el próximo patrón de patronos. La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) le eligió -con más de cuarenta votos a favor, tres votos en contra y una docena de ausencias- como candidato único para sustituir en la presidencia de la cúpula patronal a su antiguo señor y compañero de aventuras y desventuras empresariales, Carlos Ferrer Salat.

El maquinista de la patronal

No han faltado las tensiones de última hora en la cooptación del candidato a patrón. Otro eterno aspirante, el presidente de la Confederación Empresarial Independiente de Madrid (CEIM), José Antonio Segurado, franco, lógico, pero politizado y de ruidoso vozarrón, manifestó sin disimulo, quizás demasiado a menudo, sus deseos de pastorear a los empresarios de toda España. Y convocó, el 2 de febrero pasado, a 2.300 de los suyos para celebrar en Madrid una asamblea preelectoral. Pero, con ello, puso en guardia al aparato interno de la CEOE, que, como todo aparato, rechaza habitualmente las injerencias en asuntos internos. "Para ser presidente de los empresarios", asegura un miembro de la ejecutiva, "es imprescindible no pedirlo nunca".De la noche a la mañana, una batería silenciosa de la CEOE disparó -como los gobernadores civiles de antaño- telegramas urgentes y telefonazos de medianoche que segaron, por toda la geografía hispana, la tierna hierba del pretendiente favorito de los empresarios madrileños. Los "¡empresarios de toda España, uníos!" recibieron el mensaje. Dos días antes del madrileño festín de Segurado, el 31 de enero, 1.500 representantes de CEOE aplaudieron el discurso de Ferrer Salat contra el rigor la política monetarista del Gobierno González-Boyer.

El aparato se mostró satisfecho: "el mensaje nacional lo ha dado quien tenía que darlo". Segurado ofreció tan sólo un poco más de lo mismo contra el "plan de estabilización de caballo" a que les sometía el Gobierno socialista. Una semana más tarde, Ferrer, sin atender a viejos discursos de neutralidad, propuso a la junta directiva a su secretario general, José María Cuevas, como sustituto suyo al frente de la CEOE. Cautivo y desarmado el empresariado madrileño, Segurado envainó su espada y renunció a proseguir tan descomunal batalla: "No tengo miego a perder", dijo el menos banquero de los empresarios, "sino a dividir".

José María Cuevas, recibió el empujoncito final de Ferrer y, al momento, fue reconocido como el verdadero maquinista de la patronal, el cocinero de los acuerdos con los sindicatos y con los gobiernos y, lo que es más importante, casi decisivo, como el hombre que estaba siempre, en su despacho de Madrid, al otro lado del teléfono cuando algún atribulado empresario de provincias pedía consejo o auxilio.

Contra lo que pueda indicar su primer apellido, José María Cuevas es persona abierta y dialogante, que tiene siempre a mano el mágico ungüento de Fierabrás para quitar el dolor o la crispación y restablecer los hilos de una negociación rota. Su divisa: "No destruir nunca definitivamente, pase lo que pase, los puentes de diálogo entre los agentes sociales". Suele decir sin recato que admira el pragmatismo y el realismo de ex vicepresidente económico Fernan- do Abril Martorell y "sobre todo, su capacidad de entendimiento con las fuerzas sociales".

Tranquilo y balsámico, de apariencia apacible y prudente, Cuevas Salvador es, sin embargo, firme y duro en sus planteamientos negociadores. No se le conocen enemigos públicos y casi todos los empresarios y sindicalistas consultados hablan de él con respeto y hasta con cariño y destacan su rápido olfato político para captar los matices de una negociación. "En España", dijo Cuevas en más de una ocasión, "es más grave el delito de separarte de la media que el de ser ladrón o sinvergüenza". Por eso, tiende siempre al compromiso ya sea con los sindicatos o con el Gobierno para reducir tensiones.

Persisten contra él ciertos resabios de Comisiones Obreras, cuyos dirigentes no le perdonan su "maquiavélico favoritismo con la UGT" desde cuando se firmó el primer Acuerdo Marco Interconfederal (AMI), bajo la complaciente mirada del entonces vicepresidente económico Abril Martorell, y que fortaleció sindicalmente a la central socialista. Cuevas se mostró también abiertamente partidario del modelo sindical de UGT, más inclinado a la vía de la negociación y el pacto, frente al de CC OO que preconizaba entonces la confrontración y la movilización asamblearia.

Un presidente de transición

Los que no le conocen afirman que será un presidente de transición, posibilista y cauto. Otros, sin embargo, se muestran seguros de que impondrá un nuevo estilo en las relaciones laborales y gubernamentales de la patronal -algo así como el Concilio Vaticano II del Papa-sorpresa Juan XXIII- una vez que se consoliden las estructuras organizativas de las 150 asociaciones empresariales, sectoriales y territoriales, reunidas en el seno de la CEOE.Pero para ello, necesitará hombres se de máxima confianza en la secretaría general que él deja vacante cuando se produzca la elección en mayo o junio y en el Círculo de Empresarios, brazo intelectual-estratégico del empresariado. Para el primer puesto ya se habla de su adjunto, Miguel Angel del Río, y de Fabián Márquez, un artista en fabricar "convenios llave en mano" que trabaja como asesor de la CEOE. Para el Círculo de Empresarios, una organización elitista de eultura empresarial, Cuevas sueña en voz baja, aunque, no lo dice, con el nombre de Arturo Gil -el hombre de Clesa-, que algunas veces parece haber renunciado a la política y a la presidencia de la CEOE.

En la biografía del candidato a patrón han confluido experiencias y casualidades poco comunes: Administracíón, (antes de 1966 fue funcionario de la Seguridad Social), sindícatos (la presidencia de la Asociación de Fabricantes de Papel y Cartón le llevó a conocer a Carlos Ferrer, en el restaurante Medinaceli, en junio de 1976, y a participar en la fundación mitinera de la CEOE), política, empresa pequeña y empresa grande.

Y sus ideas e inquietudes son claras. "En lo que refiere a la creación de empleo", piensa Cuevas, "el empresario tiene dos posibilidades, si no hay libertad de contratación y despido con indemnización justa, tina es no contratar a nadie y la otra hacerlo clandestinamente".

Es partidario de racionalizar la estructura salarial y vincular más las subidas a la eficacia y productividad de los trabajadores. Conoce las tres marías de la CEOE: seguridad ciudadana, flexibilidad para contratar y despedir y dinero barato.

Preocupado por aglutinar, estructurar y pacificar a los empresarios, que a veces se tiran al monte en provincias, Josemari -como le llaman algunos sindicalistas de postín- se muestra partidario de fortalecer igualmente las centrales de los trabajadores, aumentando el protagonismo de los agentes sociales y disrainuyendo la prepotencia del Estado. "Más entramado social y menos Estado".

Partidario acérrimo de la libertad de empresa -"si no queremos acabar todos viviendo del Presupuesto del Estado", ha declarado, "debemos asumir riesgos"- el candidato a gobernador de la ínsula patronal presume de no tener en su árbol genealógico a nadie que haya vivido del dinero público y de prodecer de una familia de modestos comerciantes palentinos.

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