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María José Dans

A sus 23 años, entrena un equipo de balonmano masculino en La Coruña, al que ha ascendido a Primera División

Manuel Rivas

Con mano enérgica, ha llevado al Calasanz-OAR de balonmano masculino en cabeza de la primera categoría provincial. Se lo propusieron en octubre del pasado año y ella aceptó el reto sin pensárselo dos veces. "A nosotras siempre nos han entrenado chicos y no hemos dicho nada". Se enfundó el chándal, bajó a la pista, batió palmas, impuso un ritmo intenso en la preparación energética, armonizó velocidades, desarrolló sistemas y explicó que el éxito en balonmano, como en cualquier civilización, pasa por conjugar el libre desarrollo de la técnica individual con una solidaridad colectiva. No aceptó una sola traba: "Lo que se dice ahora de que no he podido entrar en los vestuarios es una chorrada"

.María José Dans, Coté para todos, pertenece a una estirpe de mujer hecha a sí misma, y, a sus 23 años, se mueve como una heroína en el deporte coruñés de minorías. Además de su ocupación en el OAR, entrena a varios equipos escolares, trabaja en un gimnasio y estudia Ciencias Económicas. Esta muchacha, nacida en la constelación del pez, se encontró, de entrada, con un equipo confuso, de trayectoria inestable, y le levantó la paletilla con una no por clásica menos renovadora fórmula: "Hay que jugar con el corazón caliente y la cabeza muy fría, equilibrar pasión y razón".

En la Polideportiva hacía aquel día más frío de lo normal. "Mi primera impresión, cuando comencé a entrenar, es que estaban demasiado callados, como retraídos, pero fue sólo al principio; lo que se dice ahora de que no puedo entrar a los vestuarios es una chorrada". Eran hombres de entre 20 y 34 años, algunos viejos conocidos, "porque en los deportes minoritarios todos nos conocemos", que entraron por el aro sin problemas y que ahora únicamente ponen una pega: "Coté es demasiado exigente".

Emparentada con la pintora María Antonia Dans, y con la actriz Rosalía, la de Los gozos y las sombras, María José pertenece a una saga gallega de mujeres con carácter. "Con cada una de la familia se podría escribir un libro". A ella, de siempre, le tiró más la carrera de fondo sobre la arena del estadio que las variedades de anfiteatro, y en ese pugilato, midiendo el aliento, forjó su propia dimensión artística. "Me gustaban todos los deportes. Practiqué natación y atletismo, y, a los 15 años, me encontré con el balonmano, en una filial del Medina". A los tres meses ya estaba en el equipo titular, en primera división. Fue llamada a promesas y jugó como intemacional junior en dos ocasiones. Hasta que un crack del poderoso caballero consigue lo que no pudieron los contrarios. Tras cinco años en primera, el Medina tuvo que descender, porque no había dinero para los desplazamientos".

. Es el sino de los desheredados del deporte en este país. "Los llamados minoritarios estamos dejados de la mano de Dios; los equipos se tienen que autofinanciar con rifas, lotería, aportaciones de algún mecenas o de los propios jugadores, y todo funciona a base de voluntarismo". María José cobra, cuando se puede, 12.000 pesetas por entrenar al OAR-Balonmano. Se había decidido por la labor didáctica tras sufrir un accidente que la alejó de las pistas durante seis meses. "Iba en una moto y salí volando en una curva". Fue número uno en el curso provincial e hizo el nacional, con otras dos chicas, entre marabunta masculina.

Le causa pavor el tinglado mercantil futbolístico, pero le atrae la bola como espectáculo. También aquí gusta M punto medio, "entre el fútbol-salsa brasileño y el fútbol-fuerza centroeropeo". ¿Y cuál es el talismán del balonmano? "Su complejidad y sencillez, al mismo tiempo: requiere una coordinación de valores, de fuerza, velocidad e inteligencia". A veces, en el banquillo, se le desborda la paciencia. Protesta con energía una decisión arbitral, y el colegiado, turbado, se le acerca: "Señorita, por favor, voy a tener que amonestarla".

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