Carolina de Mónaco
se casará con Stefano Casiraghi el próximo día 29, en un acto íntimo al que sólo asistirán 30 personas. El anuncio de la boda, que únicamente tendrá ceremonia civil, ya que la Santa Sede no se ha pronunciado aún sobre la anulación del anterior matrimonio de la princesa con Philippe Junot, ha motivado declaraciones de sorpresa del decano del Tribunal de la Rota romano, Arturo de Jorio, quien señalaba ayer en la Prensa italiana que el príncipe Raniero estaba dispuesto a esperar la decisión vaticana antes de decidir ningún compromiso para su hija. Sorpresa apoyada asimismo porque la pasada semana el mandatario monegasco realizó una visita a Roma y ahora se interpreta como una última gestión para acelerar la de cisión del tribunal. La urgencia de la boda, que rompe la tradición católica del Principado, parece basarse en el presumible embarazo de la heredera. Y más, si cabe, al notar que un miembro de la familia Grimaldi, que continuamente aparece en grandes reportajes de los medios de comunicación de todo el mundo, convoque una ceremonia a la que en principio no van a asistir los fotógrafos.
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