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María Parramon, el último almadiero

RAMON BADIA, Lérida A sus 77 años acaba de realizar por el río Segre una exhibición de esta manera de navegar en aguas fluviales

Ni con 77 años de edad bien cumplidos sintió miedo el pasado domingo María Parramon cuando subió al rai (almadía) para deslizarse en las aguas del río Segre, en Lérida, en "un navegar que es pura exhibición". Como clausura de las fiestas culturales catalanas Pompeu Fabra, dos equipos de raiers (almadieros) hicieron una demostración de este medio de transporte fluvial de la madera, que ahora no es otra cosa que "una demostración de cultura popular".

La sequía ha dejado al río Segre con un caudal mínimo, el llamado caudal ecológico, y Mariá Parramon y sus compañeros de almadía quedaron encallados entre las piedras un buen rato antes de poder seguir río abajo. "De todas maneras, no me hace ninguna gracia montar el rai para exhibiciones No tengo ninguna ilusión; en cambio cuando trabajaba en ello, hace ya más de 40 años, sí que la tenía" explica el último raier del Pirineo, todavía en activo por dos días al año: el primer domingo de julio, en su Pobla de Segur (Lérida) natal, y el pasado día 16, en Lérida.Hijo de la familia de la casa Moiranera, junto a la Pobla de Segur (Pallars Jussá), Mariá Parramon aprendió de su padre y de su abuelo los oficios de picador de madera en el bosque y de almadiero en el río. "En casa cuando tenía 14 años me enviaron a Barcelona donde me coloqué en una tocinería. Pero volví al Pallars: el agua del río me llamaba". Era el año 1920 cuando Mariá ayudó a su padre a montar la primera almadía y aprendieron a manejarla. Un rai de tres tramos -tres grupos de troncos enlazados entre sí puede alcanzar los 15 metros de longitud y, con una anchura de casi tres metros, constituye una balsa flotante dificil de manejar.

En la Pobla de Segur se recogía a primeros, de siglo toda la madera de los valles del Pallars, y desde allí eran enviados en grandes lotes los troncos de pino y abeto a las aserradoras de Lérida, de Balaguer y también de Tortosa. Las almadías se colocaban en Lérida en menos de dos días de navegación ,Seguían por el río Segre hasta alcanzar el Ebro, para concluir su recorrido en Tortosa, muy cerca del Mediterráneo.El rin de las almadíasSin embargo, a principios de los años treinta el transporte fluvial de la madera, una de las riquezas más importantes de los valles pirenaicos, quedó totalmente sustituido por los vehículos. Además, la construcción de grandes pantanos para la explotación hidroeléctrica, a cargo de la Canadiense, hicieron todavía más difícil la circulación de las almadías. Boixareu, con la indemnización recibida de la compañía eléctrica, compró una flota de camiones. Los almadieros abandonaron así su oficio.

Ahora, desde 1979, el primer domingo del mes de julio Mariá Parramon se convierte en la estrella de un espectáculo que es "cultura pura", según el escritor Josep ValIverdú. La víspera se queda en su huerto de la Pobla de Segur, arreglando "los abrevaderos para los cuatro conejos que tenemos para casa". Por la tarde, junto a su hijo, prepara la almadía que al día siguiente saltará al agua. En 1979 fue la Renfe la que cedió 35 troncos de pino para tramarlos en la almadía. Todos tienen en su punta un agujero por el que se hace pasar una rama flexible de abedul que los sujeta formando la entramada. Luego se colocan también los troncos en sentido horizontal y le planta otro tronco de pequeñas dimensiones para colgar la bolsa con ropa seca y la cesta con la comida: "Carne, pan y, a veces, escudella". Mariá Parramon explica: "Yo no quería hacer lo de la almadía, pero parece que a la gente le hace flusión. No hace mucho, vino un señor de Barcelona que desconocía lo que era un rai y me dijo que había que reconstruir uno y luego cargarlo a un camión para trasladarlo a un museo deBarcelona".

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