Alfonso Escámez, la aventura americana
"Iberoamérica es, a mi juicio particular e íntimo, la gran esperanza del mundo"
Alfonso Escámez nació en el pueblo de Águilas, en la provincia de Murcia, hace 77 años, e inició allí su trabajo en el Banco Internacional del Comercio y la Industria como meritorio. Este banco se fusionaría con el Central en 1941, en un acuerdo entre Ignacio Villalonga y el fundador de la dinastía Fierro, Ildefonso Fierro. A partir de ahí comenzaría una biografía de trabajo que culminó con su nombramiento como presidente del Banco Central y en el que jugaría tanto la profesionalidad de Escámez, sin ningún tipo de título, como distintas casualida de que fueron apartando a los previsibles candidatos a suceder a Ignacio Villalonga. Éste afirmó en un determinado momento: "Por fin ya he encontrado a mi hombre".En 1949 Alfonso Escámez es nombrado director regional de Aragón, pasando posteriormente a Madrid como responsable de la oficina principal del Central. Después es nombrado director del servicio exterior del banco, puesto deseado por Escámez desde siempre, y en 1955, subdirector general de la entidad.
Tres años más tarde ya es director gerente, y en 1962 asciende a director general. Años más tarde es nombrado consejero-director general y en 1971 es consejero-delegado. Dos años más tarde asciende a vicepresidente, y en noviembre de ese año, a la muerte de Ignacio Villalonga, es el nuevo presidente indiscutido. Esta carrera es la que explica el que se le suela poner de ejemplo de hombre hecho a sí mismo.
De entonces acá, dos parecen ser los objetivos de Alfonso Escánez: lograr colocar al Central en el primer puesto del ranking de bancos españoles e iniciar la aventura americana. Las compras le bancos antes de que entren en crisis (el Central es conocido en el argot bancario como Central de Absorciones) y el crecimiento a todo trance permiten que la distancia que media entre Banesto y el Central disminuya. En el último año las dos instituciones han ocupado alternativamente el primer puesto, pudiendo hablarse en este momento de una bicefalia en la cumbre de la banca española.
El reto iberoamericano ha adquirido tal tamaño que en los últimos tiempos Escámez y buena parte de sus principales colaboradores pasan casi ta nto tiempo en aquellos países como en España. Casi de continuo se suceden las aperturas de nuevas oficinas, la adquisición de bancos en naciones americanas o la financiación de grandes proyectos públicos.
A pesar de la crisis por la que atraviesan buena parte de estos países, Alfonso Escámez ha apostado porque el futuro pasa inexorablemente por esos paralelos. Siempre ha comentado que el principal flechazo que se produjo cuando conoció al actual presidente de Gobierno, Felipe González, entonces en la oposición, fue al comenzar a hablar de América del Sur.
Pero los años pasan, y Alfonso Escámez -que no habla de retirarse en ningún caso- quiere ir destinando una mayor parte de su tiempo a su ocio. Los viajes que realiza ahora van durando algunos días más, y empieza a ir acompañado de su mujer. Concede más autonomía a los profesionales del banco que preside, al tiempo que mantiene el equilibrio entre los distintos propietarios de la entidad que preside: tiene como vicepresidente a Alfonso Fierro, representante del principal grupo de accionistas, y a Marita Villalonga, hija del anterior presidente, como miembro del consejo de administración.
Hans Wuttke, vicepresidente del Banco Mundial, impuso la pasada semana la medalla de honor de la Asociacion Iberoamericana de Cámaras de Comercio a Alfonso Escámez. En enero del pasado año el presidente del Central ya había sido condecorado con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica por su labor americanista. Wuttke compatibiliza este cargo con el de máximo responsable de la International Finance Corporation, que se encarga de proporcionar recursos con los que financiar proyectos de países en desarrollo.
Hans Wuttke reafirmó en su intervención en el acto que la salida de la crisis de los países con dificultades para pagar su deuda externa es posible y que ello exige un mayor compromiso internacional. Las instituciones financieras privadas y públicas deberán colaborar para que el plazo de devolución de estos préstamos se alargue lo suficiente como para que no pese como una losa sobre las naciones latinoamericanas.
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