Galardón español para el autor de 'Pedro Páramo'

El asombro de García Márquez

CORRESPONSAL Para el premio Nobel de la Literatura Gabriel García Márquez, según escribió en un artículo suyo, "el escrutinio a fondo de la obra de Juan Rulfo me dio por fin el camino que buscaba para continuar mis libros, y que por eso me era imposible escribir sobre él sin que todo esto pareciera sobre mí mismo. Ahora quiero decir también que he vuelto a releerlo completo y que he vuelto a ser la víctima inocente del mismo asombro".

El escritor tenía 32 años cuando había hecho en Colombia una carrera periodística efímera, acababa de pasar tres años muy útiles y duros en París y ocho m...

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CORRESPONSAL Para el premio Nobel de la Literatura Gabriel García Márquez, según escribió en un artículo suyo, "el escrutinio a fondo de la obra de Juan Rulfo me dio por fin el camino que buscaba para continuar mis libros, y que por eso me era imposible escribir sobre él sin que todo esto pareciera sobre mí mismo. Ahora quiero decir también que he vuelto a releerlo completo y que he vuelto a ser la víctima inocente del mismo asombro".

El escritor tenía 32 años cuando había hecho en Colombia una carrera periodística efímera, acababa de pasar tres años muy útiles y duros en París y ocho meses en Nueva York, y quería hacer guiones de cine en México. "De modo que ya en aquella época era un escritor con cinco libros clandestinos", comenta el escritor en un artículo escrito recientemente titulado Conversaciones con Juan Rulfo. "Pero mi problema no era ése, pues ni entonces ni nunca había escrito para ser famoso, sino para que mis amigos me quisieran más y eso creía haberlo conseguido. Mi problema grande como novelista era que después de aquellos libros me sentía metido en un callejón sin salida y estaba buscando por todos los datos una brecha para escapar. Conocía bien a los autores buenos y malos que hubieran podido enseñarme el camino, y, sin embargo, me sentía girando en círculos concéntricos. No me consideraba agotado. Al contrario: sentía que aún me quedaban muchos libros pendientes, pero no concebía un modo convincente y poético de escribirlos. En ésas estaba, cuando Álvaro Mutis subió a grandes zancadas los siete pisos de mi casa con un paquete de libros, separó el montón más pequeño y corto, y me dijo, muerto de risa: 'Lea esa vaina, carajo, para que aprenda'. Era Pedro Páramo".

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"Aquella noche", sigue comentando García Márquez, "no pude dormir mientras no terminé la segunda lectura. Nunca, desde la noche tremenda en que leí la Metaformosis, de Kafka, en una lúgubre pensión de estudiantes de Bogotá, había sufrido una conmoción semejante. Al día siguiente leí el Llano en llamas, y el asombro permaneció intacto".

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