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Antonio Calderón: "La radio ha transmitido durante años realidades inventadas"

El renacimiento de la radio como medio clave entre los de comunicación social española ha coincidido, no sin motivo, con la implantación en nuestro país de un sistema democrático que ha facilitado la prontitud de que es capaz una radio sin trabas. A pesar de estas trabas, en épocas pasadas la radiodifusión española conoció momentos de gran brillantez que hoy se miran como ejemplos de esa vitalidad de la radio. Una emisora que en esos tiempos fue pionera de una radio viva fue la cadena SER. Un hombre que la conoció por dentro y que es uno de los que más sabe de la historia de la radiodifusión española, Antonio Calderón, recuerda aquellos tiempos en los que el Estado era prácticamente el programador y lo que aparecía por las ondas eran "realidades inventadas", creadas por una Administración que ejercía un férreo control.

Antonio González Calderón, conocido como Antonio Calderón, es a la Cadena SER lo que la SER es a la evolución del fenómeno de la radio en España. Madrileño, aunque nació en Melilla en 1915, comenzó a trabajar en Unión Radio, precedente de lo que es hoy la SER, en 1932 y se retiró "me retiraron", dice, en 1979, después de haber recorrido prácticamente todos los puestos: locutor, realizador, guionista, director de producción y director de servicios informativos. A él se deben, entre otras cosas, los guiones radiofónicos de obras maestras como Quijote o Pasos, el impulso de los dramáticos con Matilde Vilariño, Matilde Conesa o Pedro Pablo Ayuso, y la creación de los servicios informativos, hasta conseguir independizarse de Radio Nacional.

La gran tarea de Antonio Calderón durante buena parte de estos casi cincuenta años que ha estado haciendo radio ha sido "transmitir la realidad inventada". "Si entonces no se podía transmitir la realidad viva, había que crear esa realidad y ofrecerla como un sucedáneo a través de la radio".

"Yo no era capaz de hablar delante del micrófono sin transmitir nada. Eso resultaría muy pobre, muy triste. Para mí, hablar ante el micrófono es transmitir algo que tú estás percibiendo. Si entonces no podías transmitir la realidad viva, debías transmitir la realidad creada, es decir, la realidad que te inventabas. Esto, en gran medida es malo, porque la radio no debe abusar de la realidad imaginada. El oyente es quien debe ejercitar su imaginación. La audiencia tiene derecho a que le cuentes lo que pasa y no lo que ha pasado ni lo que va a pasar. La radio es la transmisión de la realidad instantánea".

Una radio contaminada por la política

Calderón había de su experiencia en la radio con la prevención de que "en este país todas las actividades públicas están contaminadas por la política y que es difícil hablar de historia de la radio sin tropezar con el accidente político, que, a veces, se ha convertido en incidente político". No obstante, "la radio, querámoslo o no, pertenece al sistema neurovegetativo de este país".Desde los comienzos de la radiodifusión en España por los años veinte, las leyes sobre la utilización de las ondas siempre han sido restrictivas. Las emisoras privadas podían existir sólo debido a una concesión del Estado, que es quien las utilizaba como un instrumento ideológico.

El franquismo utilizó la radio primero como una poderosa arma de guerra y, más tarde, para perpetuar unos esquemas sociales impuestos.

Para ello no tuvo que modificar la legislación existente, sino que aseguró el monopolio sobre las ondas, aunque concedió algunas prebendas a determinados grupos por méritos de diversa índole.

Antonio Calderón no trabajó en la radio durante la guerra civil. Tres días antes de terminar el conflicto se puso por primera vez delante de un micrófono en Radio Nacional, que habla requisado Unión Radio. "Cuando volvimos nos dimos cuenta de que no habían cambiado mucho las cosas en la radio. La radio había estado en la calle, en los conflictos de la monarquía, la dictadura, la revolución de 1934, las elecciones de 1936 y la contienda. Con ser la radio un elemento tan importante, comprendimos que pronto volvíamos a estar solos, abandonados".

Sin embargo, Calderón es consciente de lo especial de aquella época. "Nuestra misión consistió entonces en librarnos, poco a poco, del cariñosísimo abrazo paternal de la Administración. Teníamos una ventaja: que sabíamos lo que queríamos y a dónde podríamos ir. Naturalmente, los tropezones fueron numerosos; de ahí que tuviéramos que estar siempre pensando en la manera de eludir aquellos fortísimos controles".

"La SER", dice Antonio Calderón, "ha tenido fama de ser un medio lleno de habilidades y extraños recursos para llegar hasta donde ha llegado. Pues bien, yo puedo decir que, no ha habido grandes operaciones en las trastiendas políticas ni cosas raras. A pesar de que estábamos desasistidos, intentamos recupera r la audiencia con dedicación y utilizando un lenguaje normal porque sabíamos que en la radio el que tiene la audiencia tiene el medio y el que tiene el medio tiene el mensaje. Después de la guerra hicimos lo que siempre habíamos hecho: informar".

La larga lucha por los informativos

Esta información no se refiere a los programas informativos porque Radio Nacional tenía el monopolio, que mantuvo prácticamente hasta 1976. "La radio informaba porque, genéticamente, la radio es información. Y si no, podíamos dar mensajes del estilo de lo que son las noticias de ahora; nos centrábamos en el fútbol, los toros, la vida cultural...". Otra de las razones que dieron fundamento a la radio de esta época fue la instantaneidad. "Considerábamos la radio como información y como instantaneidad. Si la crónica o la crítica de un estreno teatral podía darse a la salida de la representación, aunque fuera a la una de la madrugada, no había razón para darlo al día siguiente. Este y no otro era el camino de recuperar el tiempo perdido y nivelar, en la medida de lo posible, nuestras diferencias con otras radios europeas.Los programas informativos propiamente dichos sólo existían en Radio Nacional, los llamados partes. Las emisoras privadas tenían la obligación de conectar con Radio Nacional en los diarios hablados de las 14.30 y las 22 horas. Estas horas de conexión obligada son las que prácticamente mantenían la audiencia de Radio Nacional a través de las emisoras privadas. Fuera de esto, la audiencia huía de Radio Nacional para escuchar programas musicales, deportivos, concursos y radionovelas, programas en general, de entretenimiento y evasión de la realidad.

En 1960, el ministro Arias Salgado volvía a recordar a las emisoras privadas, en un decreto, la absoluta prohibición de emisión de programas informativos con noticias nacionales e internacionales. Dos años más tarde, la SER, de la mano de Antonio Calderón, ensayaba el primer intento de autonomía informativa con el programa Matinal Cadena SER. "Este programa fue un semillero inacabable de causas con la censura y de tropiezos con expedientes innumerables".

"Poco a poco", cuenta Calderón, "íbamos conquistando pequeñísimas parcelas de autonomía. Ya habíamos eliminado de la conexión de Radio Nacional la sintonía (la generala) y las señales horarias. Entonces propusimos que fueran nuestros locutores quienes leyeran las noticias facilitadas por Radio Nacional, indicando que habían sido facilitadas por la emisora estatal. No nos interesaba apropiarnos de las noticias de Radio Nacional, pero queríamos borrar el concepto de viejo parte y dar un talante informativo a una parcela de nuestro Marinal". "En esta primera etapa conseguimos ya una gran fiabilidad, hasta el punto que incluso la Administración utilizaba, a veces, nuestro informativo como un punto de referencia".

El siguiente paso fue más audaz. "En 1968 nació, descaradamente, Hora 25, con vocación de informativo independiente, lo cual nos planteó muchísimos problemas con la Administración. Estábamos, preparados para dar nuestra información elaborada porque teníamos el servicio de Efe y algunos corresponsales en provincias. y en el extranjero. A través de nuestros centros regionales, servirnos la información en cadena".

"Cuando ya por fin se produjo el tercer paso, en 1976, y se levantó la veda de los informativos, cuando ya pudieron las emisoras privadas crear sus propios informativos, para nosotros no supuso ninguna dificultad ni cambio sustancial. Desde hacía doce años veníamos informando y estábamos preparados para ello".

Sobre la radio de ahora mismo, Antonio Calderón, que se considera, "sin vanidad", sólo un profesional, dice que quizá peque de pretender estar demasiado al día. "Le falta, además, un punto de sosiego de cara al oyente. La gente quiere un poco más de introspección, quiere ser él mismo. La radio nunca debe contribuir a deformar al oyente".

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