Los buenos resultados del pasado peligran por las deserciones
Los comunistas catalanes afrontan la campaña electoral con aparente inferioridad respecto a consultas anteriores. Sus luchas internas, que culminaron en una profunda división del partido entre euros y leninistas, por un lado, y prosoviéticos, por otro, hacen peligrar sus tradicionalmente buenos resultados en Cataluña, que situaron al PSUC como tercera fuerza política en las elecciones de 1979, con medio millón de votos.La presencia de Santiago Carrillo ayer en el cinturón industrial de Barcelona, más conocido por el cinturón rojo -la zona donde quizá puede afectar más numéricamente la crisis padecida por los comunistas catalanes-, en unos momentos en que la campaña electoral alcanza sus mayores cotas de resonancia, evidencia la preocupación de los dirigentes del PSUC y el temor a perder su grado de incidencia electoral. Cornellà, Santa Coloma de Gramanet y Sabadell, las tres ciudades donde reclamó ayer el voto para los camaradas del PSUC el legendario dirigente comunista, han sufrido sensibles deserciones hacia las filas del Partit dels Comunistes de Catalunya (PCC), que surgió de la crisis.
Las tres poblaciones citadas tienen un alcalde fiel al eurocomunismo y las expulsiones de concejales por abandonar el PSUC e ir al PCC se han dejado notar en la vida municipal. En las legislativas del 1 de marzo de 1979, el PSUC alcanzó en Sabadell el 28,1% de los votos. Las elecciones municipales volvieron a dar la supremacía a los comunistas, que lograron el 43,72% de los sufragios. En la comarca del Baix Llobregat, con una población superior a los 600.000 habitantes, a la que pertenece Cornellá, socialistas y comunistas alcanzaron, en todas las consultas, el 70% de los votos. En Cornellà, el PSUC pasó de ser el segundo partido el 1-M a ser el primero en las municipales.
Por primera vez, existe el temor en los dirigentes del PSUC de que una parte del fiel voto comunista opte, en esta ocasión por votar socialista o quedarse en casa, al no entender las luchas que se han desarrollado en el interior del partido durante estos años. Por eso todos los dirigentes del PSUC ponen el acento en sus intervenciones públicas en resaltar que ellos son los verdaderos representantes de la historia de los comunistas catalanes, en un intento, además, de capitalizar el voto útil comunista. Hace ya casi dos años, cuando la crisis se materializó, el PSUC quedó inicialmente roto en tres partes la tercera integrada por los militantes, simpatizantes y votantes que prefirieron no estar en ninguna de las dos formaciones y mar charse a casa.
La asistencia casi masiva a los actos de Carrillo durante la jornada de ayer, similar a la conseguida en campañas anteriores, levantó la moral del tradicionalmente optimista presidente del PSUC y candidato número uno al Congreso, Gregorio López Raimundo, y del aparentemente frío y extraordinariamente analítico Antoni Gutiérrez Díaz, y pareció, por unos horas, corroborar las impresiones de Carrillo cuando afirmaba que a la hora de votar todos los comunistas de Cataluña tomarán las papeletas del PSUC.
Como llamando a la suerte, Carrillo y El Guti repiten, hasta la saciedad, aquella anécdota del viejo votante comunista, quien, preguntado por sus intenciones de voto para el próximo día 28 de octubre, respondió: "Yo votaré comunista". "¿Pero a cuáles?", le interrogaron; y contestó: "¿A quién va a ser?, a los del PSUC, a los de siempre".
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