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Un árbitro de regional estuvo en el Bernabéu

Un árbitro de regional, pero que por sus buenas relaciones con José Plaza se mantiene en primera deslució el partido de anoche. Un árbitro conocido en toda España por aquel gol que concedió al Real Madrid el año pasado en la final de juveniles y que todo el país vio a través de televisión que el balón no había traspasado el umbral de la puerta del Athlétic de Bilbao fue el encargado de empobrecer el espectáculo futbolístico. Mereció ganar el Madrid porque atacó mucho más que el Sevilla, tuvo más ocasiones de gol y se mostró sin complejos a la hora de intentar el triunfo. Del afán goleador se benefició Buyo, que fue un magnífico guardameta.El Sevilla, como la mayoría de los equipos, salió al Bernabéu con temor. Sólo en algunos momentos trató de sorprender a la defensa madridista. Nunca llegó a convencerse de que el actual equipo madridista, pese a su marca multinacional es tan vulnerable como cualquiera. En el primer cuarto de hora hubo amagos por parte de los tres atacantes sevillistas que por velocidad eran capaces de desbordar a los defensores locales, pero en última instancia no estuvieron afortunados en el remate.

El Sevilla tuvo ráfagas de muy buen juego, pero dio la impresión de que lo que más le satisfacía era el empate. Afortunadamente la regla de los cuatro pasos que impide a los porteros manejar el balón a su antojo, casi ha suprimido los largos paseos por el área. Buyo, que estuvo toda la noche en su sitio y que uso con habilidad las manos y los pies para despejar remates a bocajarro, tuvo que lanzar con prontitud el balón a sus compañeros.

No fue el penalti lo que derrotó al Sevilla sino su satisfacción por el empate que presumía. Sólo después del gol de Stielike reaccionó. A última hora tuvo la oportunidad, pero el fuera de juego invalidó el tanto.

El partido tuvo cierta tensión desde el comienzo. Imcomprensiblemente se produjeron algunas jugadas ásperas. El árbitro comenzó sus pifias con el reparto de las sanciones y los tarjetazos. El colmo fue en el penalti. Según la aplicación estricta del famoso reglamento de don Pedro Escartín, biblia de los árbitros, allí no hubo penalti. Pero desgraciadamente allí hubo más que palabras y el árbitro se llamo andana. Stielike cuyos académicos modos son de sobra conocidos, cuando marcó el gol que valió le hizo unos gestos a Buyo intolerables.

Miguel Pérez se quitó de enmedio yéndose hacia el centro del campo. No quiso ver como Buyo reaccionaba y se iba hacia Stielike. El meta sevillista quiso recriminarle al alemán aquellos gestos barriobajeros y le tocó por la espalda. La reacción inmediata del teutón fue propinarle un puñetazo en el mentón. Miguel Pérez hizo el paripé de consultar con el linier, pero debió preguntarle la hora. El árbitro fuese de la banda y no hubo nada.

Plaza ya se ha atrevido este año a devolver a Miguel Pérez y Riera Morro a Madrid. Plaza es una de las plagas de Egipto.

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