Tribuna:Ineficacia de las dictaduras frente a la crisis / 3

Impotencia y desesperación ante el caos económico provocado por los sucesivos Gobiernos militares en Argentina

Un "estado de desesperanza tranquila". Así definen muchos argentinos su situación. La desesperación les viene del hecho de que, pese a que sectores políticos, financieros, empresariales, sindicales y opinión pública hayan criticado reiteradamente al superministro Martínez de Hoz y su política económica, la Junta Militar acaba de nombrar como titular de Economía a otro hombre de su misma ideología económica, Roberto Alemann. La tranquilidad proviene de la fuerza. Argentina es un país rico y algún día se levantará, dicen; pero, al mismo tiempo, las presiones para lograr un giro político y económ...

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Un "estado de desesperanza tranquila". Así definen muchos argentinos su situación. La desesperación les viene del hecho de que, pese a que sectores políticos, financieros, empresariales, sindicales y opinión pública hayan criticado reiteradamente al superministro Martínez de Hoz y su política económica, la Junta Militar acaba de nombrar como titular de Economía a otro hombre de su misma ideología económica, Roberto Alemann. La tranquilidad proviene de la fuerza. Argentina es un país rico y algún día se levantará, dicen; pero, al mismo tiempo, las presiones para lograr un giro político y económico se encuentran ahogadas por cinco años de represión sindical y política. En este tiempo sólo se recuerdan tres huelgas que tuvieron verdadera significación.

Casi todos los indicadores de bienestar social sufren un continuo deterioro conforme avanzan los meses. La economía argentina pasó del caos al desastre, con leves síntomas de esperanza en algunos momentos muy puntuales. El hombre de la calle personaliza la culpa de todo el proceso en un nombre: José Alfredo Martínez de Hoz.Pocas veces en la historia tuvo un hombre tanto tiempo -cinco años- y tanto poder -superministro de Economía y conductor único de la política económica- como Martínez dle Hoz. Por otra parte, gozó de la más amplia paz social y de cuatro de las mejores cosechas del siglo, con lo que ello significa para Argentina. Con todos estos puntos a favor, Martínez de Hoz ha logrado una unanimidad en contra de su labor dificil de conseguir.

Los quioscos de Prensa de Buenos Aires están saturados de libros que interpretan de modo negativo la política económica de Martínez de Hoz. En uno de ellos, en el que colaboran varios ex ministros de etapas anteriores, se dice: "Este libro fue pensado y compilado por un empresario, un editor que encontró en su edición la única forma de mostrar su impotencia al ver que una docena de arrogantes funcionarios, con otros tantos miembros de la banca privada, destrozaba la economía de un país. A medida que íbamos perdiendo mercados en el exterior, que éramos invadidos por las importaciones subvencionadas, veíamos a nuestros profesionales jóvenes ir a mendigar trabajo en el exterior, mientras que en Argentina un equipo econ5mico desarrolla un plan donde sobran quince millones de argentinos".

Bases para un país moderno

Y a todos esos libros, que se añaden a las docenas de editoriales y artículos críticos que emergen casi todos los días en algunos periódicos, se les unió, desde mediados de diciembre pasado, el texto de Martínez de Hoz Bases para una Argentina moderna, en el que el ex ministro del general Videla defiende su gestión. La coincidencia en la aparición y presentación del libro y la crisis ministerial hicieron pensar a más de uno que Martínez de Hoz aprovechaba la ocasión para volver a postularse para el Gobierno. No fue así.

En su libro, Martínez de Hoz explica los cimientos de la política económica que aplicó, basada en la liberalización de la economía y en la modernización del sistema productivo". Esta filosofía se concretó en doce puntos: libertad de precios, libertad del mercado cambiario, libertad del comercio exterior, libertad de las exportaciones, libertad de importación, libertad de tasas de interés, libertad de alquileres urbanos y arrendamientos rurales, eliminación de las tarifas políticas para los servicios públicos y de los precios subsidiados para los combustibles, supresión de los subsidios Y de la sobreprotección, libertad de concertación de los salarios, libertad para la inversión extranjera y libertad para la transferencia de tecnología.

En unas declaraciones previas a la presentación del libro, las primeras desde que dejó el Ministerio de Economía, en el pasado mes de febrero, Martínez de Hoz afirmó que el presidente Roberto Viola y el ministro Sigaut (su sucesor) "eran los responsables de la crisis económica de Argentina". Sus palabras apenas tuvieron defensor alguno. Cada persona que opinaba públicamente, lo hacía en contra, e incluso un diario de la capital bonaerense le denominó como "gran caradura".

En la presentación del libro, un periodista le preguntó: "¿Usted nos dejó un infierno o esto es el paraíso? ¿Qué pasó?". Y Martínez de Hoz respondió: "No estoy de acuerdo con esa afirmación. Yo llegué al Gobierno dispuesto a reducir el déficit, que iba creciendo, y la fórmula en que se financiaba era la causa de la inflación. Nosotros establecimos un orden para lograr una mejor asignación de recursos y pusimos en su lugar a las prioridades. También abrimos la economía, y con ello, mejoramos la calidad de vida de la población. Si usted tiene un accidente, hoy cuenta con el mejor equipo de medicina, y eso le puede salvar la vida. Eso fue posible porque bajamos a cero los aranceles para esos equipos que no se fabricaban en el país. Le dimos opciones al ciudadano para elegir su consumo. Le hicimos viajar y rompimos su aislamiento mental".

El infierno de la vivienda

Nadie se cree que el ex presidente Viola y su ministro de Economía (ya sin tantos poderes) pudieran en nueve meses torcer el ritmo marcado por Martínez de Hoz. Aunque Alvaro Alsogaray matice: "La recesión es consecuencia de los errores de la política económica de Martínez de Hoz, y no pueden ser achacados al Gobierno Viola-Sigaut, sino al Gobierno de Videla. Sigaut no hizo más que mostrar la realidad que había heredado; sin embargo, también intentó salvar al sector productivo por medio de subsidios, ayudas bancarias, etcétera, lo que significó una expansión bancaria considerable. Se dedicó a hacer planes de riego durante una inundación: para corregir la inflación se hizo más inflación".

Es quizá el único matiz atenuante escuchado para con Martínez de Hoz. Un militante socialista explicó, con el ejemplo de la vivienda, qué habían significado las tablas de la ley de la libertad económica expuestas por el, ex ministro: "La cuestión de la vivienda ha sido una de las que ha radicalizado más la opinión en contra de Martínez de Hoz. Durante la Administración Videla se encarecieron tanto las viviendas que dejó de existir mercado para cantidades tan astronómicas que pagar. Ello ha llevado a una situación en la que no se construyen más viviendas, porque nadie las quiere, con lo que ello significa de aumento del paro.

En la etapa anterior a 1976 estaban congelados los alquileres y no se construían casas, porque no era negocio alquilarlas. A partir de 1976 se liberalizan totalmente estos alquileres y cada uno puede marcar el precio que le parezca. Se produce un boom de la construcción, pero se construyen fundamentalmente casas de alto nivel de vida.

Según una nota del Colegio de Arquitectos, se prevé que hay 9.000 arquitectos parados en Buenos Aires. Tampoco hay viviendas de protección oficial. En cuanto a los créditos hipotecarios, durante la etapa Videla cistaban indexados, con lo cual, cuando la indexación del crédito era superior a la indexación salarial, el deudor que quería adquirir una vivienda iba a la quiebra. La situiación llegó a ser tan insoportable que elíninistro de Acción Social, almirante Lacoste, tuvo que pedir del Gobierno la desindexación de los créditos hipotecarios".

¿Qué esperan los argentinos del futuro inmediato económico? Pocos cambios, corno lo demuestra la personalidad del nuevo ministro de Economía, otro liberal ortodoxo, cuyo hermano, Juan Alemann, formó parte del equipo de Martínez de Hoz.

Roberto Alemann ya fue ministro de Economía hace veinte años, en la presidencia de Arturo Frondizi. Un banquero argentino se muestra escéptico y afirma que "Argentina seguirá vegetando, porque sabe que es rica y tiene recursos. Argentina es como esa tía anciana que todos tenemos, que posee una renta vitalicia y que cuando llega una crisis se aprieta el cinturón, pero la supera".

Hambre en el granero del mundo

No es ésa la opinión de un sociólogo universitario, que asegura que en el gran Buenos Aires y en algunas provincias ya ha hecho su aparición el fantasma del hambre. ¡Hambre en el granero del mundo! "El hambre", dice el sociólogo, "ha hecho su aparición en algunas ciudades de un país que presume de tener una cabaña de cincuenta millones de vacas, aunque los últimos recuentos demuestren que se han sacrificado muchas y que sólo quedan cuarenta millones, lo que demuestra una cabaña grande, pero decreciente".

"No es cierto que haya hambre, ni siquiera residual", dice un empresario español con muchos años ya de permanencia en Argentina al frente de una gran empresa. Y continúa: "Si hubiera hambre, entonces sí que se acabaría la crisis y esa historia de la desesperanza tranquila. Entonces sería la guerra social".

Ante los efectos de la depresión, todo el mundo intuye la posibilidad de que en cualquier momento se rompa la forzada tregua social y se produzcan estallidos incontrolados. Incontrolados siempre, porque los sindicatos no se han repuesto del duro golpe que para ellos significó,la vuelta de los militares al poder en 1976.

Para el empresario español citado no hay fermento de inquietud social, porque "el trabajador está mal, pero las empresas están peor. No pueden resistir los costes financieros". Esta situación empresarial fue la que en octubre hizo decidirse al ministro Sigaut a introducir un "bono de refinanciación de las deudas empresariales", calificado por sus adversarios de "medida dirigista". Un industrial de la construcción nos dijo que las deudas empresariales son tantas que el 90% de las empresas argentinas se podía considerar teóricamente en quiebra. Se adoptó un bono que fue más de consolidación de deudas que de reactivación económica; con el bono, las empresas privadas conseguían automáticamente Ia refinanciación del 40% o del 50% de sus deudas. Pero la situación es tan agobiante que, en realidad, la medida no tiene ningun carácter reactivador, ya que el 50% o el 40% restante es un monto tan importante que malamente puede dedicarse a la reconstrucción del capital productivo".

Pese a todo ello, todavía no es dificil encontrar ciudadanos de la clase media que sobreviven haciendo pluriempleo familiar, y que cuando se indaga sobre la magnitud de la crisis respondan utilizando algunos de los tópicos al uso: "Sí, es grave; pero, como siempre, no pasará nada. Dios es argentino"; o "Mientras los toros no se conviertan en homosexuales, la, economía argentina andará bien"; o "Una buena cosecha y Argentina volverá a su lugar"; o, por último, cuentan la anécdota que describe Jacobo Timerman en su libro Preso sin nombre, celda sin número: "En una conferencia del Fondo Monetario Internacional, un economista brasileño definió las diferentes categorías de economías en el mundo: en países desarrollados; países subdesarrollados, Japón, que constituye una categoría por sí mismo, y Argentina, porque los japoneses trabajan y ahorran duramente durante años para algún día vivir como los argentinos".

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