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Robert Philibert,

periodista de Quebec, el área francesa de Canadá, ha escrito una página dramática de la historia del periodismo al narrar en su magnetófono la historia de su agonía. El informador murió anteayer, a consecuencia de las graves heridas que sufrió al ser arrollado por un tren.El accidente ocurrió en Hull, ciudad al oeste de Quebec. Era de noche. Robert caminaba pausadamente por la vía férrea, un camino que él estimaba seguro y que al menos era directo, eficaz, para llegar a su casa. Había pasado la tarde con un amigo y volvía disfrutando de la delicia nocturna de transitar por un camino conocido. De pronto, se aproximó un tren, habitual en aquella hora. Por razones que no han podido ser explicadas, Robert no debió escuchar su ruido. Permaneció con un pie en la vía y el tren se lo seccionó.

Robert puso en marcha su magnetófono, como si estuviera cumpliendo una última misión imposible: narrar su muerte y maldecir a su asesino. "Maldito tren, me has dejado el pie sobre la vía", grabó con voz entrecortada. Mientras tanto, la sangre dejaba su cuerpo y comenzó a lanzar los lamentos ininteligibles de un agónico, que al final de la grabación pudo decir, con un hilo de voz: "Ayudadme".

Después lo que queda en la banda magnética es el sonido impenetrable del silencio, la confirmación espectacular de una muerte que el periodista anunció al último amigo inútil de su vida: su instrumento de trabajo.

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