Los astronautas soviéticos
Valery Riumin y Leonid Popov se han traído del espacio exterior una vía de esperanza para los bajitos. Ante la sorpresa de sus familiares, que les esperaban en el cosmódromo, de vuelta de un viaje que había durado seis meses, los dos viajeros venían sensiblemente más altos. Cuando les midieron vieron que, efectivamente, daban tres centímetros más, lo que los médicos se han apresurado a explicar: en un estado de relajación, por ejemplo en el sueño, se distienden los cartílagos de la columna vertebral, con lo que cualquiera mide por la mañana un centímetro más. A lo largo del día se va perdiendo el centímetro en cuestión gracias a la postura erecta, y eso es lo que les va a pasar, pero en varios meses, a los astronautas rusos que han batido el récord de permanencia en el espacio, y que, gracias a la ingravidez, han vuelto así de altos.
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