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Abascal, figura principal en los diarios soviéticos

Finalizaron en Tallínn, capital de la República Soviética de Estonia, segunda ciudad olímpica de los 22º Juegos, las competiciones de vela. Un santanderino y un catalán alcanzaron una medalla de oro para España, la segunda conseguida en Juegos Olímpicos de verano, después de 52 años de paciente espera. Esta tarde, Alejandro Abascal subirá al podio de los máximos vencedores para recibir los honores del triunfo.

Abascal es el patrón y Miguel Noguer el tripulante de una hermosa barca azul de la clase flying dutchman. Ambos curtidos por los mares del esfuerzo y la constancia. La imagen del patrón es desde anteayer portada peculiar para los diarios soviéticos. Su melena amplia y rizada, la poblada barba y una cinta blanca sobre la frente le ha valido el sobrenombre de Cristo Abascal. En la calle le dicen: Superstar. También su padre es carpintero. Así nos lo cuenta: «Mi padre es carpintero y hacía barcos pequeños, de regatas. Yo los probaba y poco a poco nació mi afición por la vela. Ahora es parte de mi vida». Alejandro Abascal, Jane para los amigos, es un muchachote tremendamente sencillo y tranquilo. No le gusta hablar de su vida privada. « Es tan normal como la de muchos», pero difruta contándonos cómo es su barco, el tiempo que ha pasado preparando las regatas de estos juegos, lo importante que ha sido tener un compañero como Miguel y la esperanza de que dentro de una semana estará nuevamente en Santander. «Voy a descansar hasta el final del verano. Ya está bien, llevamos tres meses duros y eso se nota».El santariderino empezó «perdiendo regatas de las que organizaban los clubes sociales, ya sabes». Pertenece al club marítimo de la capital montañesa y aún recuerda la primera embarcación, «un cadete», que le regaló su padre por ir bien en los estudios. La tenía en mucha estima porque había visto cómo se la construía día a día, con el cariño del noble artesano. Alternaba el deporte con la facultad de Físicas, donde se licenció, aunque por el momento no ha ejercido. «Me gusta la enseñanza, y durante dos años preparé oposiciones a profesor agregado de instituto, pero las convocatorias coincidieron siempre en verano, en plena temporada de campeonatos».

Se casó con una mujer de la tierruca. «Hijos no tenemos aún, porque la vida familiar es difícil, ya que paso gran parte del tiempo por un lugar y otro». Desde hace años viven en Palamós, donde trabaja como preparador de la federación de vela. Ahora recuerda su primer triunfo, en un campeonato de España juvenil de snipe, en el pantano de San Juan. Formaba pareja con Luis López Alonso y ganaron dos vetes el campeonato de España. Cambió de embarcación, y con vaurien quedó campeón del mundo en 1974.

Alcanzada una meta era necesario buscar otras singladuras. Desde 1975 inicia con Benavides la preparación en flying dutchman y tienen como objetivo Canadá, donde pudieron obtener medalla de plata de no haber sido por una avería que les relegó al séptimo puesto. Consiguen medallas de plata y bronce en los Juegos del Mediterráneo de las dos últimas ediciones y, uno tras otro, cuatro campeonatos de España. «Pero aquello era distinto. Estabas navegando con amigos de Santander o Barcelona y de pronto, cuando sales a extranjero, te das cuenta de sus limitaciones. Estos Juegos Olímpicos me tenían obsesionado. Aproveché a venir todos los años, desd hace cuatro, a Tallínn, y así pude conocer el campo de regatas, que ya me es familiar».

Una medalla para dos

Abascal es un hombre metódico. Su barco está siempre a punto. No se separa tampoco de sus cuadernos de notas. Apunta minuciosamente hasta el más mínimo detalle. De la bahía de Tallinn lo tenía todo: las corrientes, cómo gira el vientó, sin descuidar los reglajes para saber de qué forma debe navegar en cada prueba. En esta ocasión traía en la lista anotados a sus mayores enemígos en potencia: holandés, ruso, alemán del Este, italiano y brasileño. Después, ha comprobado que los más difíciles de batir han sido el irlandés, el húngaro y el ruso.

«¿Que si soy millonario?», responde con cara de asombro a nuestra pregunta. «Soy hijo de un carpintero. Vivo modestamente y navego porque me ayuda la federación. Ni la embarcación es mía, ni el coche que la transporta. Quizá mi futuro no sea muy concreto. Seguiré, si me siguen apoyando. Si no, habrá que ir pensando en las oposiciones».

Vino a los Juegos Olímpicos sabiendo que podía ganar, pero reconoce que era muy difícil. «Más que esperar el triunfo», nos dice, «lo soñaba. Estoy satisfecho de lo que hemos conseguido. Este barco me gusta mucho, es muy bonito y muy veloz. También ha podido influir que nosotros somos de los más jóvenes, casi todos llevan años participando en Juegos Olímpicos; por ejemplo, el ruso es la tercera vez». Fueron los cuatro últimos meses de fuerte entrenamiento en las pruebas más duras realizadas en Europa. Su primera decisión al ganar la regata ha sido la de cortarse el pelo y la barba nada más llegar a Santander. «Si me deja mi mujer, claro ». Parte fundamental del triunfo ha sido la compenetración con su compañero de equipo, Miguel Noguer, catalán, de veintidós años, hijo de un odontólogo barcelonés y estudiante de medicina, carrera que ha abandonado temporalmente en los dos últimos cursos para preparar los Juegos. Ahora cumple el servicio militar en Cádiz y lo primero que hizo después del éxito fue mandar un telegrama a su capitán anunciándole el triunfo.

Los otros españoles

El belga Paul Maces es el entrenador de los regatistas del equipo español, y subraya que parte del triunfo de Abaseal se debe a haber sabido cambiar de barco y a tener a punto el nuevo casco, modelo italiano. «Se han entrenado con mucha seriedad. Con ellos se puede trabajar muy a gusto. Mi trabajo no consiste en imponer las ideas que yo pueda tener, sino en mantener una total colabbración y mutua conflanza. He tenido mucha suerte y siempre estamos en buenas relaciones».

Para el vicepresidente de la Federación de Vela y delegado del equipo, Fernando Bolín, la mayor sorpresa ha sido José Luis Doreste, quien en finn ha quedado en el puesto diecisiete, después de sufrir dos descalificaciones. José Luis aspiraba a una de las dos primeras medallas, y podía haberlas conseguido, pues los contrarios no son mucho mejores que él. «También ha influido el campo de regatas, que no es bueno», señala Bolin, « Es muy estrecho, limitado por dos islas, con canales de viento y, sobre todo, con viento de tierra que influye decisivamente en la navegación».

De clasificación normal se puede considerar la de Gustavo Doreste y Alfredo Rigau en 470, que alcanzaron el diploma olímpico al clasificarse los sextos. Por último, Gorostegui y Benavides, en clase star, lograban el séptimo puesto, en una prueba donde,el nivel era realmente alto y en la que influía la edad, al revés que en el caso de Abascal, ya que Gorostegui era el más joven de la regata y aquí la experiencia supone mucho, y álguno de sus rivales tenía cerca de cincuenta años.

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