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Discusión en la UNESCO sobre la libertad de expresión y la comunicación mundial

Hoy, miércoles, por la noche deberá conocerse el resultado de la moción que se discute desde hace un mes en la UNESCO sobre lo que ha dado en llamarse «un nuevo orden mundial de la información». Es el tema capital de la actual Conferencia General de la UNESCO, que terminará a finales del mes en curso. Ya hace ocho años que se inició en este organismo de la ONU, con sede en París, el debate que confronta, por un lado, a los Estados y a la libertad de expresión, y que aborda, por otra parte, el carácter colonial del sistema mundial de información. Nuestro corresponsal en París, Feliciano Fidalgo, presenta la información.

«Principios fundamentales concernientes a la contribución de los órganos de información al refuerzo de la paz, de la comprensión internacional y de la lucha contra la propaganda belicista, el racismo y el apartheid.»Tal es el título del documento que desde hace ocho años se discute en el seno de la UNESCO, sin que hasta la fecha se haya podido llegar a un acuerdo por parte de todos los países del planeta que integran este organismo de las Naciones Unidas dedicado al desarrollo de la cultura y la educación. Proyectos, contraproyectos, informes de expertos, campañas occidentales, intervenciones soviéticas, se han dado cita en la actual Conferencia General de la UNESCO para, en definitiva, aprobar o no una simple «moción» que no obligará a nadie a respetarla.

De ser adoptada, sería una norma de conducta moral mundial. ¿Por qué tanta fiebre y tanto ruido en todos los medias del mundo en torno a lo que los países no alineados califican de «nuevo orden mundial de la información»?

Debate, Este-Oeste

Se trata, en suma, de un diálogo de sordos entre dos protagonistas: por un lado los países Occidentales y, por el otro, los no alineados o, al menos, la mayoría de estos últimos. El problema que se discute se divide en dos partes: el debate en torno a las relaciones entre los medios de información y los Estados y, un se gundo debate, que trata sobre la colonización informativa que, ejerce Occidente sobre los países del Tercer Mundo.En el origen de la discusión, en 1970, hay que situar a la Unión Soviética que, en la UNESCO, presentó una resolución en la que, en definitiva, estimaba que «la información es un servicio público y, en tanto que tal, debe servir al Estado». En su opinión, la información mundial puede ser pluralista, pero dicho pluralismo será sólo el reflejo de la pluralidad de los puntos de vista de los Estados. La voz de la URSS en la UNESCO es «una» solamente, como la de cualquier nación, pero la mayor parte de los países del Tercer Mundo, dictaduras de derechas o de izquierdas, por iguales o distintas razones, convienen también en que «la información es un asunto de Estado»: Uruguay, Argentina, como los países progresistas árabes, Siria e Irak, se situaron al lado de la URSS.

Otra parte de los países no alineados elaboraron una argumentación más compleja: para ellos, la información debe de estar al servicio del desarrollo, su necesidad imperiosa, es decir, la información, de manera genérica, debe ser educativa. Frente a esta posición, de prensa estatal, de los países, del Tercer Mundo, se han sublevado las democracias occidentales así como sus grandes medios de información.

Dado el carácter insípido e ininformativo de la prensa del Tercer Mundo, los cuadros, los ilustrados, los concienciados y la clase dirigente de estos países están obligados a leer los grandes diarios occidentales o a escuchar sus emisoras para estar bien informados.

La indignación de los medios de información y de los Estados occidentales se ha centrado en un párrafo del proyecto de declaración que se discute actualmente en la UNESCO y que dice los siguiente:

Vigilancia estatal

«Les incumbe a los Estados vigilar que los órganos de información por ellos tutelados se limiten a los principios antibelicistas, antirracistas y antiapartheid.» Los expertos de la UNESCO del Tercer Mundo para defender su nociónparaestatal de la información, han atacado frontalmente al sistema de información occidental, basado, según ellos, en el colonialismo técnico que este último ejerce sobre todos los 77 países no alineados que no pertenecen al área soviética, en donde el Estado controla estricta mente la radio, la prensa y la TV. Esta es la segunda parte de la cuestión que, este miércoles, se somete a la consideración de los delegados de la UNESCO y que implica el nuevo orden mundial de la información.

Los miembros de las diversas delegaciones que están abordando el tema del nuevo orden informativo internacional habían decidido el viernes pasado aplazar la discusión definitiva sobre el documento que contempla la contribución de los medios de información a la paz mundial en contra del belicismo, el racismo y el apartheid.

En un clima cargado de confusión e intrigas, los delegados de 55 países (varios occidentales y algunos del Tercer Mundo) votaron a favor del aplazamiento; cuarenta, entre los que estaban incluidos los países socialistas, votaron en contra, y se abstuvieron dieciséis países.

Este aplazamiento fue interpretado como la posibilidad de que las diferentes tendencias pudieran ponerse de acuerdo; otros lo interpretaron como un obstáculo para llegar a un acuerdo sobre el texto actual, al que se oponen, sobre todo, los países occidentales.

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