El Partido Comunista francés condena a su oposición interna
La dirección del Partido Comunista francés (PCF) condenó ayer, por medio de una resolución adoptada por el Buró Político, lo que se ha llamado el manifiesto de los trescientos. Este último texto se hizo público anteayer, en el diario independiente Le Monde, y en él más de trescientos militantes del PCF desaprueban la política seguida por la dirección.
Firmado no sólo por intelectuales, sino por militantes de diversas categorías socioprofesionales que, por otra parte, proceden de todas las regiones francesas, esta nueva muestra de descontento colectivo indicaría que una oposición se organiza en el interior del PCF.Bajo el título Una regresión, son los universitarios comunistas de Aix en Provence quienes, desde hace varios días, pusieron en circulación el manifiesto de protesta contra la actitud de la dirección del PCF, tras el fracaso en los comicios legislativos de marzo último. Las críticas que contiene el texto son similares a las que han venido expresando los numerosos militantes durante las últimas semanas: el funcionamiento del centralismo democrático, el fracaso de la Unión de la Izquierda en los comicios (se rechaza el «giro a la derecha de los socialistas» como única razón de la derrota) y la exigencia de un próximo congreso partidario que sea verdaderamente « extraordinario» con discusiones auténticas y libres.
Unidad del movimiento
La significación más importante de la nueva ola de contestación reside en el número de los firmantes y en su calidad, en la extensión geográfica del movimiento, así como en la «unión», a pesar de sus diferencias, de todos los descontentos.La dirección, hasta ahora, ha pretendido que sólo protestaban algunos intelectuales «pequeñoburgueses». Entre los trescientos se encuentran universitarios, historiadores, sindicalistas, responsables locales del partido, obreros y periodistas de algunos periódicos comunistas de provincias.
En la lista de los manifestantes figuran el historiador Jean Ellenstein y el filósofo Louis Althusser, representantes, respectivamente, de la contestación «liberal» y de la «ortodoxa». Esta mezcla de la derecha y de la izquierda de la oposición interna tendría por objeto obstaculizar la estrategia de la dirección, consistente en aislar a la «oveja negra», el señor Althusser.
En su respuesta al manifiesto de los trescientos, el Buró Político estima que los militantes «disidentes» violan las reglas comunes de funcionamiento del partido y que sus protestas «conducen a la formación de corrientes, de tendencias con sus fuerzas propias». Esto último, resalta el Buró, «sería tanto como llevarnos a la liquidación como partido de vanguardia».
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