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El fútbol español vive de los fallos

La alegría azulgrana sólo ha durado una semana. Al ser fiel a su costumbre de fallar en las ocasiones más propicias, no supo mantener el 0-1 favorable ante el Sevilla y encima desperdició un penalti antes de encajar el decisivo del rival. El Madrid, que pasó unos malos ratos de cuidado ante una Real Sociedad con bajas y falta de mordiente, marcó demasiados goles para lo que jugó, pero los logró, cosa importante. La diferencia entre el Madrid y el Barcelona se ha alargado favorablemente para los blancos, en la clasificación, porque se mantienen «sus maneras de ser». Alguien ha dicho ya que lo mejor para ser campeón de Liga es llevar al Barcelona de segundo. No pasará de ahí.

De todas formas, el desarrollo de la Liga desde el bache madridista no permite a ninguno de los dos aspirantes albergar esperanzas de mantener con seguridad sus posiciones. El próximo domingo, el líder viaja a Sevilla para encontrarse con un Betis necesitado de los puntos y que será una verdadera prueba de fuego. A pesar de los cinco goles marcados a la Real Sociedad, el Madrid está como para quemarse del todo con la llama más suave. El Benito Villamarín puede convertirse en otro Luis Casanova y a poco que jueguen los pupilos de Iriondo, la capacidad de contestación blanca será nula.El hecho de que la Liga se dilucide a partir de ahora -partido del día 5, en Chamartín, entre los dos protagonistas, al margen- según los fallos del contrario indica bien a las claras lo mal que está el fútbol español. Resulta triste comprobar el lamentable juego que se presencia un domingo sí y otro también, salvo escasísimas excepciones. Si se mira a Argentina, estando hombres básicos como Camacho y Leal -los pocos que había- en el dique seco; o muchos otros en baja -Juanito, a la cabeza-, el panorama no puede ser más desalentador. Y lo malo es que últimamente sólo destacan «Stielikes», que no sirven para la selección.

La selección, precisamente, que será mañana triste protagonista en El Molinón gijonés. Ante Noruega, un equipo salido de las nieves perpetuas y cuya única noción del fútbol en los últimos meses ha debido ser el de sala, va a hacer una de sus raquíticas pruebas cara al Mundial. Ante Noruega, que sólo se parece futbolísticamente a la Suecia rival de España en que sus hombres normalmente terminan sus apellidos en ssen, en lugar de en sson. Pero la prueba más palpable de su diferencia puede estar en la cantidad de jugadores suecos que triunfan en equipos centroeuropeos, mientras los noruegos casi ni existen.

No obstante, el partido podría disculparse en caso de ser uno de los muchos a disputar por España como preparación. Pero ni eso. La selección de Kubala sólo se enfrentará después a México en Granada el próximo mes y a Uruguay en mayo, ya en Montevideo, la semana anterior al comienzo del Mundial. Mientras cualquier selección, por poco que se precie -Irán, que ya es de carcajada- celebra el doble e incluso el triple de partidos y, por supuesto, ante enemigos de mucha mayor entidad, España, si se descuida, contrata a otro combinado de clubs alemanes para el saldo. Sobre Noruega, ya queda dicho; México, por mucho que haya mejorado, no tiene mayor entidad; Uruguay -quizá por eso se ha escogido astutamente la concentración previa- fue eliminada en la fase inicial de Argentina, por Bolivia, que pareció toda una sorpresa entonces hasta demostrar su poca entidad al ser goleada estrepitosamente después por Brasil, Perú y Hungría.

Y para colmo, lesionados y fueras de forma, aparte, de los que jueguen mañana al equipo del mundial, mediará un abismo. Cuando todos los equipos casi tienen perfilado el equipo, aquí estamos todavía de pruebas... y malas. Vivimos de los fallos ligueros. ¿A qué se puede aspirar así? El ridículo no se puede tentar tanto. Que el Paraná y el Río de la Plata nos cojan confesados.

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