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El Atlético sólo jugó al fútbol diez minutos

El Atlético de Madrid volvió a ofrecer un partido lamentable en su terreno. Tras unos diez minutos iniciales muy aceptables, en cuanto a orden y velocidad y en los que consiguió marcar, fue perdiendo los papeles hasta que el Burgos, equipo que demostró no ser nada del otro mundo, empató a falta de nueve minutos. La sustitución de Robi por Vilches acabó de destrozar el poco nivel que tenía el equipo rojiblanco y menos mal que Navarro I, culminando su mala actuación personal, marcó en propia meta el gol de un triunfo que no mereció el Atlético.Al cuadro de Luis -que al menos Ya estará comiendo turrón- le vendrá bien el paréntesis navideño para en 1978 hacer bueno lo de año nuevo, vida nueva. Efectivamente, no se puede aspirar a nada si en cada partido -hace dos domingos y el último- sólo se juegan bien diez minutos de noventa. El Atlético de anteayer sólo jugó aceptablemente los diez minutos iniciales, como ante el Madrid cumplió en los mismos, pero del segundo tiempo. En el propio campo del Manzanares, las consecuencias de sus desatinos han sido más que favorecidas con los goles en propia meta de Urruticoechea en la visita del Español y de Navarro I frente al Burgos. Para colmo el primer gol ,de este domingo lo marcó Pereira, porque sus delanteros tampoco acertaron. Leivinha, aunque tuvo detalles, se mostró demasiado lento aún.

¿Qué le pasa al Atlético? ¿Por qué el año pasado, con un equipo casi idéntico, hacía el mejor fútbol español y ahora se tambalea? Ante el Burgos, un cuadro vulgar y en el que sólo brilla Chazarreta, aunque excesivamente individualista, quizá se vieron muchos de sus males. Con un centro de campo «estilo temporada 76-77», Robi, Alberto, Leal, que se emparejaron, respectivamente, con Chazarreta, Navarro I y Garrido, los comienzos de partido no pudieron ser mejores. Tras el gol de Pereira, Leal y Aguilar pudieron, aumentar la cuenta. El equipo jugaba suelto y los lanzadores, Robi sobre todo, encontraban los huecos precisos en el contraataque. El partido podía acabar en goleada.

Sin embargo, esos huecos iniciales fueron cerrándose poco a poco, pese a que la defensa burgalesa marcó siempre por zonas. Valdés -éste sí al ataque, llevando el único peligro con sus centros-, Ruiz Igartua y Gómez no dejaron sus posiciones teóricas, aunque los tres hombres punta atléticos intercambiasen continuamente las suyas. Está visto que al Atlético no le conviene marcar pronto, porque no sabe seguir al mismo ritmo después de ir por delante en el marcador. Del sesteo evidente vinieron los fallos y aunque Robi mantenía igualada su lucha con Chazarreta y Leal no podía compararse con Garrido, Alberto demostró que la suplencia a sus años le ha sentado mal. Ante un nulo Navarro I el Alberto de la temporada pasada habría sido la llave maestra de una goleada. Pero lo triste es que él está ya así y Marcial, el culpable de su ostracismo, ha demostrado hasta ahora ser un fichaje fracasado.

Si además Luis tuvo que prescindir de Robi tras el descanso -a causa de un inoportuno esguince de tobillo- y Vilches no dio una a derechas, se comprende perfectamente que el Burgos no empató antes, porque tampoco tuvo capacidad para más.

El partido, en los veinte minutos finales de la primera parte, por ejemplo, fue malo de solemnidad. Y eso que Valdés sacó un balón de la raya, a tiro de Pereira, pero tras el saque de un córner. En la continuación, Reina, que salvó primero un gol ante Cioffi, volvió a fallar por alto y el cabezazo de éste pudo ser el empate poco después del cuarto de hora. Ya en ese momento, con un Atlético roto, comenzaron los pitos. Curiosamente Vilches tuvo a los pocos minutos la única ocasión de marcar, pero Regó el empate, que hubiera sido un justisimo resultado final. Después, los apuros de siempre, un tiro de Rubio que salvó Navarro II, y centros, muchos centros, hasta que sonó la flauta decisiva.

Como resulta obvio, un equipo todavía campeón de Liga y con camino posible en la Copa de Europa debe soplar la flauta cuando quiera, para que no suene más por casualidad.

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