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110 niños mueren anualmente en Inglaterra por malos tratos de sus padres

Juan Cruz

Ciento diez niños mueren cada año en Inglaterra a causa de los golpes que reciben de sus padres. Siete mil setecientos es el total de heridos, de los que se extrae aquella dramática cifra. La edad tope que la Asociación Nacional para la Prevención de la Crueldad contra la Infancia se fijó para hacer el informe del que se extraen aquellos datos es la de quince años. La mínima es prácticamente la del nacimiento de estas víctimas.Los padres que tratan de este modo a sus hijos son, a su vez, víctimas de los problemas comunes de las sociedades industrializadas. Un suceso reciente resume mejor que ningún tratado lo que les pasa a esos padres cuya crueldad con sus hijos alarma tanto a los británicos.

Hace dos meses, una joven de Birmingham se arrojó con su hijo de meses desde el noveno piso de un edificio de la gran ciudad inglesa. El marido, desempleado, dormía en la única habitación que ocupaba esta familia de tres. «Ella no hubiera tomado esa decisión -comentó el marido- si nos hubieran dado una casa adecuada a tiempo y si yo hubiera conseguido trabajo.» El edificio en el que vivían está junto a una autopista. La joven suicida no podía resistir los ruidos y tampoco podía aguantar los ruidos del llanto de su hijo, que murió con ella.

Aparte del desempleo, la falta de viviendas adecuadas y de los problemas derivados de las relaciones de la pareja, los niños sufren una consecuencia más de los desarreglos sociales. Erin Pizzey, la mujer que en Londres ha fundado un comité de ayuda a las esposas golpeadas por sus maridos, resumió hace un año otro aspecto de la cuestión: «Sí tú nunca has tenido una madre, el llanto de un niño puede producirte violencia e ira, antes que compasión. En las madres normales hay un cierto nivel de control de esos sentimientos. Entre aquellas que además de no haber conocido el cariño de los padres son golpeadas por su marido, ese nivel es mucho menor».

John Pickett, uno de los directores de la organización que ha estudiado la crueldad de los padres contra sus hijos en Inglaterra y Gales, nos decía ayer desde su oficina de Manchester que la mayor parte de los casos estudiados provenían de familias cuyos responsables habían tenido una infancia igualmente violenta. «Ellos, no conocieron los sentimientos del amor paterno y no se consideran obligados a improvisarlos con sus hijos.»

El 66% de los niños muertos cada año a causa de esta violencia de sus progenitores son menores de un año. La razón por la que los daños resultan tan fatales no sólo está relacionada con la resistencia física de las víctimas, sino por el propio comportamiento de los niños, que a esas edades lloran porrazones que sus padres -y, sobre todo, sus madres, porque están más en contacto con ellos- no están preparadas para entender.

Es triste relacionar este tenia con las estadísticas, pero resulta inevitable. Las madres son las que más pegan a sus hijos, pero son las que menos daños causan. El 40% de los padres varones que pegan a sus hijos están aburridos con su trabajo, o con su falta de trabajo, se hallan bajo los efectos del alcohol o encuentran que esa forma de violencia alivia el nerviosismo que sus crisis matrimoniales les causan. El 70 % de los componentes de las parejas que se comporta así con sus hijos no ha cumplido aún los treinta años.

Se ha hecho una lista de los niños más perjudicados y menos perjudicados por estas palizas. John Pickett considera que todos los casos son potencialmente graves. Los niños asaltados por sus padres no sufren sólo daños físicos, sino que sicológicamente quedan marcados durante un período que puede resultar ilimitado. «Esto niños -nos dijo el señor Pickett- suelen ser muy agresivos y destructivos. En las escuelas y en las unidades especiales en los que se les refugia hay que empezar por disminuir esos niveles de violencia que han heredado de sus padres., para evitar qué continúe el círculo vicioso y ellos se conviertan tambien en progenitores naturalmente crueles. La mayor parte de estos niños notan que su desarrollo mental y físico resulta retrasadc, como consecuencia de los daños recibidos. Emocionalmente son inestables e incluso el lenguaje tarda mucho en conformarse en sus mentes. Socialmente son muy retraídos y muy pocas veces salen de sí mismos para jugar con sus compañeros.»

Los niños maltratados viven en una continua situación de miedo a sus padres y de pánico con respecto al medio ambiente. En Inglaterra funcionan ahora 10.000 unidades especialés en las que esos niños son tratados como casos especiales. Los servicios de estas. unidades no se acaban en sus locales, sino que se extienden a hospitales y a otras entidades que pueden prevenir la crueldad contra la infancia. Los padres que golpean gravemente a sus hijos solían ir en Manchester, donde el problema se ha tratado más a fondo a un hospital diferente cada vez que los daños que les habían producido a los niños parecían incurables en casa.

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