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LA LIDIA

Los subalternos acusan a los empresarios de egoístas y parciales

Un manifiesto hecho público por los subalternos acusa a los matadores de toros de falta de compañerismo, por querer desvincularlos laboralmente de ellos y que pasen a depender de las empresas. Y a éstas, de parciales y egoístas, por el estudio económico del espectáculo taurino que presentaron a la prensa, al cual califican de «verdad a medias».Señala también el documento que nunca pretendieron lesionar los intereses de público y empresarios, ya que las reivindicaciones fueron presentadas por los subalternos el 25 de noviembre último, fecha que está fuera de toda actividad taurina, como es evidente.

La conclusión final del manifiesto es que estos toreros ratifican su absentismo total. Y en él continuarán -son palabras textuales- «unidos solidariamente, ahora más que nunca, mientras no se arbitre una solución urgente por vía del diálogo». A esta postura se ha unido la Agrupación de Mozos de Espadas, por unanimidad, y según declaraciones de Juan Zamora, presidente de la misma, tampoco desempeñarán sus funciones hasta que el conflicto esté totalmente resuelto.

No hay por qué repetir cuáles son los criterios de cada una de las tres partes en litigio, por repetidos, pero no estará de más comentar las declaraciones que ha hecho en Se villa Diodoro Canorea, empresario de La Maestranza. Conviene Cano rea en que los sueldos de los toreros hay que subirlos, porque la vida también sube, «pero -añade- la fiesta no está en un momento resplandeciente, como para echarse todos de golpe contra ella».

Es muy curiosa esta opinión de un empresario con cierta solera, que confunde sus muy particulares intereses con la fiesta misma. Una petición de mejora de honorarios, por muy fuerte que sea, no es un atentado contra la fiesta. Sí lo es esa política de echar a los aficionados de las plazas, que dictaron precisamente los empresarios, y durante muchos años, cuando el turismo abarrotaba los tendidos y las corrientes quedaron convertidas en bufonadas, sin toro, sin lidia, y sin casi nada de cuanto configura la fiesta verdadera.

He aquí la solución de Canorea, sueño dorado de la mayor parte de los empresarios, y principalmente de los que integran el monopolio: «dos figuras que se abran paso entre la sensación o el escándalo; por ejemplo, un torero clásico y otro tremendista ... » Es decir, de nuevo la injusticia: millones para esos dos y para las empresas que verían llenas sus plazas cuando aquéllos actuasen, y el resto a recoger las migajas. «Como -siempre ha ocurrido en el mundo taurino» -opinan algunos- Con lo cual sólo pueden demostrar que en el mundo taurino siempre hubo un fondo de injusticia. Y esa es su herida.

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