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Reportaje:

Martín Berrocal, un mecenas en busca del monopolio

La reaparición de Martín Berrocal como promotor del boxeo profesional ha supuesto un revulsivo, muy provechoso por el momento, para este deporte. Millonario y algo excéntrico, no le ha importado gastarse el dinero en ofrecer grandes oportunidades a Velázquez y a Durán, y quiere seguir haciéndolo. El resto de los promotores españoles, más profesionales, se encuentran desconcertados ante las actividades de este hombre, que el viernes dará un golpe espectacular al organizar un campeonato del mundo en Segovia.

Antes que nada convendría explicar, para aquellos que no conocen muy de cerca el desarrollo del boxeo profesional, qué es exactamente un promotor. El promotor es el hombre que concibe una velada, se pone al habla con los boxeadores, a través de sus managers, les ofrece unas cantidades por pelear, alquila el local y, en definitiva, corre con todos esos gastos. Si después la taquilla es superior a estos gastos, habrá ganado dinero; si es inferior, lo habrá perdido.Es fácil, con esta explicación, comprender que el promotor es una figura básica en el boxeo profesional, y que afrontar esta actividad supone un riesgo. El boxeo necesita de los promotores más que ellos mismos del boxeo. Es evidente, también, que su tarea se presta a posibles abusos, lo que hace que, por regla general, sean considerados, muchas veces de forma injusta, como los piratas del boxeo.

Martín Berrocal nació en Madrid hacia el año treinta. Ya hace muchos años se dio el gusto, porque tenía dinero para ello, de ofrecerle a Fred Galiana la oportunidad de disputar el título del mundo ante Davey Moore, a quien ofreció una importante cantidad de dinero por venir a Madrid. Galiana, seguramente nuestro más genial boxeador de la posguerra, recibió una severa paliza y tuvo que abandonar ante el campeón, hombre que más tarde moriría sobre un ring.

Tras la presidencia del Atlético

La derrota de Galiana desanimó a nuestro hombre, que se retiró de la promoción del boxeo. Los negocios le llevaron a vivir a Huelva, donde las cosas le fueron muy bien y añadió ceros a su fortuna. Allí siguió vinculado al deporte: fue presidente, en dos épocas distintas, del Recreativo de Huelva, al que ascendió a de Tercera a Segunda, categoría en la que le mantuvo con decoro. Hace pocos meses, liquidó parte de los negocios que tenía allí (mantiene hoteles y ganadería) y regresó a Madrid, donde ha vuelto a sus actividades como promotor. Ha organizado las peleas por el título del mundo de Velázquez con Muangsurin, en la que el español salió campeón, y de Durán con Castellini, en la que nuestro compatriota fue desposeído. En la primera velada, que le costó cerca de diez millones, perdió casi todo. En la segunda, que costaba siete, perdió menos, pero tampoco ganó. Ente una y otra, se dio el gusto de llevar a los dos a Lepe, pequeño pueblo de Huelva, a pelear con dos boxeadores alemanes de gran categoría. Fue, sin duda, otra pelea cara, que muy difícilmente pudo ser rentable. Ahora prepara para el viernes una nueva pelea Velázquez-Muangsurin en Segovia, con el título del mundo en juego. La idea de llevar el combate a Segovia ha sorprendido a todos, pues no existe el menor precedente en este sentido.Martín Berrocal tiene muchos millones, y parece que no le importa gastárselos. Muchos se preguntan qué puede buscar con ello: ¿es un simple deseo de trabajar por el boxeo, de ser un mecenas de este deporte? ¿Es un gusto por la notoriedad, capricho que se puede pagar por sus millones? ¿Es un medio de ayudarse a la hora de hacer declaraciones a Hacienda? ¿Es un trampolín para llegar a la presidencia del Atlético? Porque Martín Berrocal ha afirmado muchas veces que la gran ilusión de su vida sería llegar a la presidencia del Atlético de Madrid, y que haría de este equipo el mejor del mundo, aunque siempre se apresura a aclarar que nunca lo intentará hasta que Calderón haya dejado el cargo, porque estima que ha trabajado bien y no sería justo crearle problemas.

Guerra de promotores

La presencia de Martín Berrocal ha supuesto un revuelo en el boxeo profesional. El ha manifestado claramente que quiere ser el gran promotor español, conseguir que todas los boxeadores boxeen en exclusiva con él y habla de grandes proyectos. Evidentemente, a Miguel Velázquez le llegó, de la mano de Berrocal, la gran oportunidad de su vida; a Durán le concedió la posibilidad de defender su título en Madrid ante Castellini; para muchos boxeadores, Martín Berrocal es un protector llovido del cielo. El ofrece bolsas importantes a las rivales para que vengan a España, organiza veladas y ha animado el cotarro. Está claro que, hasta ahora, su presencia ha sido positiva.Pero se ha desencadenado una guerra de promotores. Los hombres que hasta ahora ejercían esta función (Bamala y Pons, que están asociados en la empresa Mundial-Box, y Azpitarte, de Bilbao, eran los más importantes) tienen el mismo problema del comerciante que se encuentra con que junto a su tienda alguien abre otra en la que regala el género. Ellos, más serios y profesionales, no pueden permitirse el perder dinero. Los boxeadores, naturalmente, prefieren ir con quien les ofrece más dinero y mejores oportunidades. Bamala y Pons se han asociado ahora con Azpitarte, y ha comenzado una guerra de estos tres centra Berrocal. Perico Fernández, el hombre más taquillero de nuestro boxeo, aún está con ellos y es su gran baza, pero Berrocal espera arrebatárselo, como espera arrebatarles a Urtain, a quien Azpitarte pretende organizar el título de Europa con Bugner en España. Los Bamala, Pons y Azpitarte tienen preparado para el día 13 de noviembre, en Bilbao, el Perico-Usai por el título de Europa de los ligeros. Tal vez sea su último cartucho, pues Berrocal podría permitirse el lujo de traerle a Perico el título del mundo a España.

¿Qué ocurrirá si por fin Berrocal consigue el monopolio? ¿Se dedicará a abusar de ello o seguirá derrochando paciencia y millones para satisfacer su afición de mecenas? De momento, él asegura lo último, y cada vez que habla del boxeo parece un iluminado: «Los boxeadores y los toreros se lo merecen todo. Ellos se enfrentan solos, sin más ayuda que su arte, a un rival peligroso. Hay que ayudarles en lo posible". Y en eso está Martín Berrocal. Por ahora, para bien del boxeo.

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