El Atlético se encontró con una victoria inmerecida
El Atlético ganó en Viena. Pero ni .convenció su juego ni la forma en que se produjeron los goles. Dominó el balón más que el Rapid, aunque sin peligro. No arriesgó, y el Rapid, con un poco dé suerte, hubiera dejado la papeleta solucionada en Viena. Hubo excesiva lentitud en los rojiblancos y total inmovilidad en algunos de estos jugadores. Y, sin quererlo, ganó un partido que durante más de una hora tuvo perdido.Comenzó el Atlético de Madrid con juego trenzado en el centro del campo. Heredia, Leal y Salcedo, sin grades dificultades, dominaban la pelota, aunque sin profundizar, con lentitud y sin prisas. Sólo el argentino arriesgaba en los servicios, casi siempre sin acierto-, y Aguilar -era el único jugador que lograba acercarse hasta las inmediaciones del área rival.
En esta primera fase del encuentro, los rojiblancos se contentaron con dominar y mantener su marco imbatido. Hasta entonces, el Rapid era un conjunto débil, sin sitio y ,confiado en las genialidades de Kranhl y Schalagvnner. A pesar de dominar claramente el partido, el primer tiro del Atlético no llegó hasta el minuto once, cuando Leal, desde 40 metros, disparó muy desviado a puerta.
El que los españoles no presionasen en exceso por los aledaños del marco austríaco, a pesar del dominio que ejercían en la zona ancha del campo, provocó que el Rapid, paulatinamente, estirara sus líneas en busca del gol. Y al cuarto de hora llegó el primer aviso en un remate en plancha de Kranhl que salió desviado junto al palo. Heredia empezaba a dar muestras de cansancio, dado que era el único español que subía y bajaba. Ayala, ni en ataque ni atrás, era el hombre que en España conocemos.
Marcó el Rapid y fue entonces cuando el Atlético quiso pero no pudo. Pereira buscó el remate al comprobar que los hombres punta rojiblancos estaban en vena de desaciertos.
Después del gol austríaco, el marcador pudo haberse aumentado. Los españoles perdieron el sitio en el campo. Los jugadores perseguían el balón que abría huecos en el centro del terreno y, sobre todo, en la línea de zagueros. Los nervios cundieron en el Atlético, y Reina, en una acertada intervención, impidió el segundo tanto del Rapid ala media hora de juego. Tras el descanso, el Atlético profundizó hacia el área rival y Rubén Cano, a los 51 minutos, desperdició lo que fue hasta entonces la mejor oportunidad de su equipo para marcar. El partido se niveló a continuación, y los ataques se sucedieron en ambas porterías. En este período se anuló un gol a Salcedo por falta previa de Heredia a un defensa austríaco.
El contraataque atlético comenzó a funcionar, y los vieneses fueron entonces quienes perdieron el sitio. Las ocasiones de los rojiblancos fueron malogradas en esta fase por falta de fuerza. Se convirtieron en melés lo que eran claros goles en un principio. Rubén Cano malogró dos nuevas ocasiones. A falta - de un cuarto de hora para concluir el encuentro comenzó a dar por bueno este resultado -un gol a cero- el Atlético. Los austríacos decidieron entonces jugar su última baza y acosaron con todos los efectivos a Reina, que se vio obligado a tener de nuevo una feliz intervención para desviar un cabezazo de Kranhl.
Con un Capón totalmente inmóvil, Heredia cansado y Ayala desconocido, el resultado no era malo para el cuadro de Luis. Sin embargo, apenas había buscado el gol ante el débil Rapid, cuando en los últimos minutos se encontró con la victoria. Una victoria que no se mereció y que llegó únicamente porque el conjunto austríaco demostró que ya no es el gran equipo que en otros tiempos se codeaba con los grandes europeos,
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