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Victoria sin honor para el Madrid en el Teresa Herrera

Por primera vez en la historia del «Teresa Herrera», el ganador del trofeo no dio la vuelta al campo para recibir el homenaje de los espectadores. Y es que en esta XXXI edición, el vencedor fue un pobre vencedor. La superioridad del Cruzeiro tuvo que cortarla de raíz el equipo blanco, sin tener en cuenta la integridad física, del contrario. El Madrid eligió el camino de una deshonrosa, victoria al de una posible digna derrota.

Ya desde los primeros minutos se pudo comprobar que los habilidosos Jairzinho y Joaozinho iban a traer de cabeza a la defensa blanca. Con el balón en los pies eran auténticos genios. La única manera de evitar sus infiltraciones era entrarles en falta. Benito sacó su muestrario de entradas de todo tipo y Sol le secundó.

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Mientras tanto, el medio campo madridista era una sombra del que jugó contra el Peñarol y de esta manera Jensen, muy marcado, Santillana y Guerini poca opción tuvieron de iniciar la penetración hacia la meta de Raúl. Los nervios fueron en aumento. El Madrid no encontraba su juego y el Cruzeiro se cansó de tanto recibir. Las duras entradas se prodigaron por ambos bandos y el juego subterráneo salió a relucir. Sol dio un codazo en la rodilla a Joaozinho cuando ambos cayeron trabados al suelo, Del Bosque «acarició» la cara de Eduardo sin estar en posesión de la pelota y Jairzinho comenzó a jugar con los codos.

El fútbol desapareció de Riazor, abarrotado de público, y Benito fue por fin amonestado. Poco después volvió a hacer una fea falta, Joaozinho no pudo aguantar los nervios y le golpeó sin balón. Benito, naturalmente, cayó al suelo y tardó en levantarse. Tras consultar al linier, Correia amonestó al brasileño.

Cuando se llegó al descanso el objetivo madridista estaba cumplido. Su puerta le mantenía a cero. Pero su bagaje ofensivo había quedado reducido a un remate de Santillana, de espaldas a la portería, que Morais salvó bajo los palos.

En la segunda mitad, los nervios parecieron más calmados. Sol mantuvo una digna lucha con Joaozinho y el Madrid. arriesgó más en busca del gol. El juego se niveló y Jensen demostró su calidad de gran jugador, a pesar de estar marcado muy de cerca. Vio con brillantez e inteligencia las jugadas y creó peligro ante la portería contraria. Todo iba bien hasta que, a los veinte minutos de la segunda parte, tras una jugada de ensueño de Joaozinho en. la que dobló cuantas veces quiso a Sol, apareció Benito. Si desde el descanso el defensa había demostrado cómo se sacaban los balones de una manera dura pero noble, en ese momento se olvidó de todo y el extremo sufrió la aparatosa falta correspondiente. El árbitro no creyó conveniente mostrarle a Benito la, tarjeta blanca, pues sería la segunda, y Jairzinho le dio un fuerte codazo en la cara. Tras nueva consulta con el linier decretó la expulsión del brasileño, mientras Benito sufría una fuerte hemorragia, nasal, con posible fractura de tabique.

El juego violento puede decirse que se acabó entonces. Se sucedieron los ataques sobre ambas porterías y el Madrid tuvo a favor dos penalties que supo aprovechar bien. La victoria no fue brillante. Así lo entendió el público y hubo división de opiniones cuando Pirri recogió el trofeo.

Se ganó al campeón de América, pero el Madrid rehusó disputar el trofeo en una lid limpia y noble. Hay que reflejar, además, que faltaron los fenómenos Nelínho y Palinha, ligeramente lesionados en la víspera.

Los 11 millones de pesetas, más gastos pagados, que se llevaba el Madrid por participar en el trofeo eran más que sabrosos, máximo, si se tiene en cuenta que si ganaba, el año que viene volverá ajugar y, por tanto, a cobrar.

Son los partidos amistosos, negocio para algunos, problemas para otros, porque ¿qué va a pasar ahora con el estadio de Riazor? Lo decimos porque cuando Joaozinho golpeó ligeramentea Benito, un espectador saltó al terreno de juego con intenciones no muy pacíficas. Los jugadores del Cruzeiro se encargaron de detenerlo y de darle, al menos dos patadas, cuando cayó al suelo.

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