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Boxeo

Llegó Duran, «Soy el mejor y me tienen olvidado»

Alrededor de medio millar de personas acudieron en la tarde de ayer al aeropuerto de Barajas a recibir a José Durán, campeón mundial de los pesos superwelter. Al pie del avión fue saludado por Tomás Pelayo Ros, delegado nacional de Deportes, y el doctor Massa, presidente de la Federación Española de Boxeo. Una comitiva, formada por varias docenas de coches, acompañó hasta, el centro de Madrid al jeep en que se trasladó, el campeón.

A las cuatro y veinte minutos de la tarde aterrizó en Barajas el avión en que viajaban el nuevo campeón del mundo de los superweIter, José Durán, y los veinte españoles que presenciaron en Tokio su combate contra el japonés Wajima. Al pie de la escalerilla del. avión fue reci bido por Pelayo Ros, delegado nacional de Deportes, y Roberto Massa, presidente de la Federación Española de Boxeo, asi como el pleno de la Junta Directiva de este organismo. En las terrazas del aeropuerto se habían congregado al rededor de quinientas personas que no cesaron de vitorear al púgil desde que puso el pie en tierra. Algunos portaban pancartas, una de las cuales decía: «Bofetadas en Japón, bienvenido, campeón»:- Mi victoria se la dedico a España.-dijo Durán en las dependencias del aeropuerto- Soy el mejor y me tienen olvidado.

Toda su familia acudió a recibirle. La mujer, que le había acompañado, portaba en su mano derecha un ramo de rosas rojas; con la izquierda sostenía a su hijo.

Se quejaba de las pocas horas de sueño de que habían disfrutado durante el vuelo ante los repetidos abrazos de aficionados y amigos. «Por favor, llevamos veinticuatro horas sin dormir». Sin embargo, el púgil, que vestía de traje azul y lucía un emblema comercial en la chaqueta, no tuvo un momento de respiro. Pedro Carrasco y su mujer, Rocío Jurado, también acudieron a la cita. Los dos boxeadores se fundieron en un apretado abrazo.

-Me fue todo mejor de lo que esperaba. Wajima, no hay que olvidarlo, peleaba en su casa y había defendido con éxito once veces el título de campeón mundial.

¿Hizo la mejor pelea de su vida?

_Pienso, sí, que fue uno de mis mejores combates.

-¿Qué opinión le ha merecido Wajima?

-Sólo puedo decir que dos días antes del combate le vi entrenarse. Me causó tan buena impresión que no pude dormir aquella noche pensado en cómo podría vencerle.

-¿Le preocupó su estado físico después del combate?

-Sí y no. Fue él quién tuvo que ingresar en el hospital. Si le doy alguna oportunidad hubiera sido yo el internado.

La recepción no pudo ser más cordial. El púgil recibió muestras de cariño por doquier. Tanto apretón de manos, tanto abrazo y tanto beso, resultó para él tan duro como la pelea ante Wajima. Al final, los cuellos de su camisa estaban escondidos bajo la solapa de la americana. En la sala de aduanas era su preparador, Enrique Soria, quien manifestaba su alegría por el triunfo. En el segundo asalto, cuando la contra de derecha dio con el japonés por tierra, se hincharon mis esperanzas de que Durán ganase el combate. Ahora nos tomaremos una semana de reposo y, otra vez al gimnasio. ¿Souvenirs de aquella tierra? Nos hemos traído dos trofeos como dos columnas de altos».

El doctor Massa- abundaba en los méritos del púgil español. «Todos -decía- debemos tener la opinión de que Durán fue superior al japonés Wajima».

Un jeep, un descapotable y varios cientos de aficionados y amigos esperaron al campeón a la salida del aeropuerto. Cinco números de la Policía Armada le escoltaron hasta que se encaramó en el primero de los vehículos, donde Paco Torres, el más conocido speaker español, tenía instalados un micrófono y un par de altavoces. En varias ocasiones rogó silencio. Las personas allí congregadas desoyeron la llamada. Una y otra vez se coreaba- el nombre de Durán.

-Asegura Spinelli, su próximo rival, que el título de campeón estará poco tiempo en España.

-Eso lo decimos todos los boxeadores cuando vamos a pelear por él.

A las cinco menos cinco de la tarde, un cortejo de automóviles acompañó a José Durán, encaramado en el jeep en compañía de su esposa e hijos, hasta el centro de Madrid.La acogida al púgil, en esta ocasión, no desmereció de su triunfo.

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